10 mayo 2015

El amor como mandamiento

1. La palabra «amor» —que, de tanto usarla, ha acabado trivializándose y devaluándose— tiene en nuestro idioma multitud de contenidos. Hay quienes no entienden —o entienden mal— el «amor al prójimo» y el «amor a Dios». Para volver a reconocer lo que significa «amar» es preciso descubrir la entrega de Jesús. Sólo así se puede entender que Dios es amor.
2. Desde las concepciones humanas del amor hasta el misterio del amor divino, que culmina en la cruz de Cristo, la Biblia descubre el significado del amor de Dios al hombre y de éste a su prójimo y al propio Dios. El amor de Dios a los hombres se revela en las intervenciones históricas a favor de su pueblo; es un amor que se renueva de generación en generación y que se manifiesta de un modo electivo y personal, en forma de amistad, siendo los profetas los destinatarios privilegiados de la misma. Finalmente, es amor misericordioso que salva y perdona.
3. Al amor de Dios corresponde el amor al prójimo. En la Biblia no hay oposición entre fe y caridad, liturgia y amor. La fe que no es activa en el amor no es fe. Y el amor que no se expresa con el perdón no es amor cristiano. El amor a los hombres —especialmente a los desvalidos— en el seguimiento de Jesús ha sido y sigue siendo fuente de renovación y de liberación.
REFLEXIÓN CRISTIANA:
¿Es el amor fuente de renovación cristiana?
Casiano Floristán

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