06 mayo 2015

Comentario al Evangelio de hoy, 6 mayo



Queridos amigos,
No hace falta ser un experto en botánica para comprender las palabras que hoy nos dirige Jesús en su Evangelio. Sus palabras son claras: así como el sarmiento ha de estar unido a la vid para dar fruto, el cristiano no puede dejar de estar unido y vinculado permanentemente a Cristo. Cristo es la savia que nos alimenta y sin la cual no hay vida, no hay fuerza, no hay frutos… “Sin mí –dice Jesús– no podéis hacer nada”. Si miramos con hondura nuestra vida, en seguida caemos en la cuenta de que realmente es así. Es nuestra experiencia personal y también la experiencia de nuestras comunidades cristianas. Cuando falta la savia y nos alejamos de Jesús, todo se seca.
El evangelio de Juan nos lleva a plantearnos la vida con profundidad y nos invita a cuidarnos de no alejarnos de Él. Cuando Jesús nos dice que sin Él nada podemos, en el fondo, lo que nos está diciendo es lo contrario: que con Él lo podemos todo.
Esta experiencia, atestiguada por tantos hombres y mujeres que pusieron y ponen en él su confianza, es tan real como su contraria. Quien vive unido a Él –como el sarmiento a la vid– experimenta que la vida es “otra cosa”. Con Él, todo es “mucho mejor”.
Podemos preguntarnos hoy con honestidad si estamos suficientemente unidos a Él, si su savia es la que circula por nuestra vida, si es la que nos alimenta y nos hace fuertes, la que hace producir en nosotros buenos frutos… Siempre tenemos tiempo de volver a Él. Aunque nos alejemos, Él no se cansa nunca de esperar.
Por otro lado, el labrador cuida la tierra y poda pertinentemente las ramas desvitalizadas y secas para que, a su tiempo, la milagrosa fuerza de la primavera vuelva a estallar con sus flores y frutos. Es la confianza del labrador y su paciencia. Él confía en nosotros, cuenta con nosotros y no nos quiere dejar de su mano. Permanezcamos siempre unidos a Él. Le necesitamos.
Os deseo lo mejor en este día. De corazón,
Fernando Prado, cmf.

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