04 marzo 2015

III Domingo de Cuaresma: Moniciones (2)



MONICIÓN DE ENTRADA

Sed todos bienvenidos a esta Asamblea de hermanos que buscan la paz y el amor, que esto es la Eucaristía dominical. Estamos subiendo los peldaños de la Cuaresma camino de la Pascua. Hoy en este Tercer Domingo del Tiempo de Cuaresma Jesús de Nazaret nos muestra su coherencia más absoluta. No quiere que la Casa de Dios –la Casa de su Padre—se convierta en lugar de especulación y engaño. Con unas cuerdas –no es una espada de muerte—hace un zurriago y expulsa a unos comerciantes que, sin duda, no eran nada ejemplares… Es una gran enseñanza pues no debemos mezclar a Dios y al dinero. Hemos de expulsar también de nuestro corazón a esos afanes de poder y dinero que nos hacen insensibles a las necesidades de los más necesitados. La avaricia –que es una idolatría—debe salir de nosotros. No demos culto al dinero que nos convertirá en personajes insensibles y muy duros. Jesús es nuestro camino y nos lo muestra de manera muy explícita…



MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS

1.- En la primera lectura, del Libro del Éxodo, se nos presenta el decálogo como lo más fundamental de la alianza. Esto no supone una carga o una imposición. Dios ha liberado a su pueblo y ahora lo llama a vivir, a tomar posesión desde la libertad.

S.- El Salmo 18 exalta a Dios como creador del cielo y autor de la ley. Y ante ello el ser humano se maravilla por la grandeza del creador. La mejor reacción de los fieles ante la grandeza del Señor es un golpe feliz de humildad, de conocer desde la alegría la importancia de nuestro Padre del cielo.

2.- Oigamos con mucha atención el breve texto que San Pablo nos ofrece de su Carta Primera a los Corintios. Se trata de una constante del cristianismo. Para algunos el seguimiento de Cristo es necedad para otros un grave prejuicio. Pero para nosotros es Camino, Verdad y Vida.


3.- Jesús nos libera de nuestras esclavitudes siempre. Y eso es lo que hace en el Templo, según nos cuenta el evangelista San Juan. La expulsión de los mercaderes es una forma de purificar la religión. No sirve con tener siempre en la boca la palabra “Dios”. Sirve que llevemos en un corazón puro y purificado, la esencia del mensaje del Señor Dios. Por eso Jesús viene a purificarlo a limpiarlo como en el templo. ¡Hay tanto que eliminar en nuestro corazón! ¡Hay tantas ataduras que liberar!



Lectura de Postcomunión

MONICIÓN



Una semana más el padre Javier Leoz nos ofrece esta breve y bella plegaria para los momentos finales de nuestra Eucaristía

QUIERO SER TU TEMPLO, SEÑOR



Edificado sobre tus diez  mandamientos

Señalado con la cruz  redentora

Fortalecido con la sabiduría  divina

Rejuvenecido por tu Gracia.

Sí, Señor;

si Tú quieres

deseo y te pido me hagas  templo vivo

para que, un día y contigo,

aun siendo destruido por la  muerte

pueda resucitar de nuevo.

Amén
Exhortación de despedida

Jesús nos ha enseñado que hay que purificar la religión, la Iglesia. No podemos admitir situaciones que no busquen el bien de los hermanos y su felicidad. La Iglesia debe empobrecerse para que todo el mundo coma y sea feliz, ya en este mundo.

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