04 febrero 2015

Moniciones. Domingo 8 febrero

MONICIÓN DE ENTRADA

Bienvenidos a esta asamblea de hermanos que se aman. Hoy, nuestra Eucaristía en el Domingo Quinto del Tiempo Ordinario y según el Evangelio de San Marcos, vamos a ver como Jesús devuelve la salud, destruye el sufrimiento y no solo a unos pocos. Son muchedumbre. Esa capacidad de Jesús para curar le convierte en salvador de la enfermedad y, por ello, nadie voluntariamente debe desear la enfermedad. Pero sí debe esperar la curación. Jesús no curaba para demostrar su poder y convencer a la gente de su condición de Mesías, ni como argumento de peso para predicar la venida del Reino de Dios. Lo hacía por amor. Luchaba contra el sufrimiento. Luego, Él se encontró con un sufrimiento terrible: el martirio de la Cruz. Ahí estamos con Él. Pero no buscamos el dolor. No queremos el dolor fuera de Él o sin Él. Y es un tema interesante para meditar durante las horas tranquilas de este domingo.



MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS

1.- El relato de Job, que escucharemos en la primera lectura, parece pesimista. Sin embargo puede ser la realidad de muchos. Hemos de tenerlo en cuenta, la enseñanza de Job es que se sincera con Dios aún en los momentos difíciles. Será una buena enseñanza para nosotros, hoy. Acudir a Dios en todo momento y en toda ocasión.

S.- La replica al aislamiento que el mal o la enfermedad puede producir en nosotros nos dará cumplida respuesta el Salmo 146: “Alabad al Señor que sana los corazones destrozados”. Dios vendrá en nuestro apoyo si estamos cerca de Él.


2.- San Pablo en la Primera Carta a los Corintios, que es nuestra segunda lectura dice que es una necesidad ineludible para él predicar. ¿Y para quién no? La transmisión de la palabra de Dios no es una exclusiva de los curas, ni siquiera de los seglares comprometidos. Es labor de todos. Hemos de llevar el conocimiento de Cristo a nuestras casas, a nuestro trabajo e, incluso, al campo de fútbol o a la peluquería. No es broma, esto último. Todos tenemos el deber de dar a conocer la realidad de Cristo a quien no la sabe.

3.- San Marcos nos va a explicar, en el Evangelio, con la sencillez y profundidad de un pintor impresionista, como es una jornada de sábado de los primeros tiempos de la vida pública de Jesús. Come en casa de Pedro, tras la oración en la sinagoga. Quita la fiebre a la suegra del Apóstol. Luego se dedica, como todos sus días en la Tierra, a hacer el bien y a curar a los enfermos. A la jornada siguiente, muy de mañana, irá a hablar con su Padre. Y luego marchará a otros lugares a seguir haciendo el bien. Ese es su estilo. Nosotros no deberíamos olvidar nunca esa cotidianidad de Jesús dedicada a los hermanos. ¿Y nosotros?



Lectura de Postcomunión

MONICIÓN

Esta es la breve plegaria que ha compuesto nuestro colaborador, el padre Javier Leoz para nuestra despedida de la Eucaristía de hoy

QUE NO ME OLVIDE



Que  no me olvide, Jesús,

que tu mensaje se mantiene  vivo

no sólo en el árbol de la  palabrería

sino en el fruto de las  buenas obras

Que tu mensaje se difunde  con fuerza

cuando nuestras manos son  alivio,

esperanza y fuerza moral

para los que se sienten  desarmados

y sin más horizonte que la  muerte.



Que  no me olvide, Jesús,

Que tus preocupaciones,

han de ser las mías

Que tus desvelos,

han de contar con horas de  mis horas
Exhortación de despedida

No busquemos el sufrimiento, ni el nuestro o del nadie. Otra cosa es que tengamos que contemporizar con el obligado dolor nuestro –enfermedad, contrariedades, etc.—y el de nuestros hermanos. Confiemos en Jesús, que Él nos sanará

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