05 febrero 2015

Liturgia 5 de febrero

Santa Águeda, virgen y mártir
Memoria obligatoria. Rojo
Águeda fue una joven siciliana que ofreció su vida y protegió su virginidad en defensa de la fe. Fue martirizada durante la persecución del emperador Decio. Su culto se extendió por Oriente y Occidente, y se la menciona en la Plegaria Eucarística I de la Misa, junto con las demás mujeres mártires de los primeros tiempos (aproximadamente año 251).
Antífona de entrada
Sigue al Cordero crucificado por nosotros, la virgen valiente, ofrenda de pureza y castidad.
Oración colecta
Imploramos, Señor, tu misericordia, por medio de santa Águeda, virgen y mártir, que supo agradarte siempre por los méritos de su virginidad y su fortaleza en el martirio. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Lectura Heb 12, 18-19. 21-24
Lectura de la carta a los Hebreos.
Hermanos: Ustedes no se han acercado a algo tangible: “fuego ardiente, oscuridad, tinieblas, tempestad, sonido de trompeta, y un estruendo tal de palabras”, que aquellos que lo escuchaban no quisieron que se les siguiera hablando. Este espectáculo era tan terrible, que Moisés exclamó: Estoy aterrado y tiemblo. Ustedes, en cambio, se han acercado a la montaña de Sión, a la Ciudad del Dios viviente, a la Jerusalén celestial, a una multitud de ángeles, a una fiesta solemne, a la asamblea de los primogénitos cuyos nombres están escritos en el cielo. Se han acercado a Dios, que es el Juez del universo, y a los espíritus de los justos que ya han llegado a la perfección, a Jesús, el mediador de la Nueva Alianza y a la sangre purificadora que habla más elocuentemente que la de Abel.
Palabra de Dios.

Comentario
El autor nos recuerda que la fe cristiana no se apoya en grandes hechos impresionantes ni en maravillas sobrenaturales. La fe es, casi siempre, experiencia de oscuridad, silencio que nos lleva a la aceptación de Cristo, que está a la derecha del Padre.
Salmo 47, 2-4. 9-11
R. ¡El Señor es grande y digno de alabanza!
El Señor es grande y digno de alabanza, en la Ciudad de nuestro Dios. Su santa Montaña, la altura más hermosa, es la alegría de toda la tierra. R.
La Montaña de Sión, la Morada de Dios, es la Ciudad del gran Rey: el Señor se manifestó como un baluarte en medio de sus palacios. R.
Hemos visto lo que habíamos oído en la Ciudad de nuestro Dios, en la Ciudad del Señor de los ejércitos, que él afianzó para siempre. R.
Nosotros evocamos tu misericordia en medio de tu Templo, Señor. Tu alabanza, lo mismo que tu renombre, llega hasta los confines de la tierra. Tu derecha está llena de justicia. R.
Aleluya Mc 1, 15
Aleluya. El Reino de Dios está cerca. Crean en la Buena Noticia. Aleluya.
Evangelio Mc 6, 7-13
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
Jesús llamó a los Doce y los envió de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus impuros. Y les ordenó que no llevaran para el camino más que un bastón; ni pan, ni provisiones, ni dinero; que fueran calzados con sandalias y que no tuvieran dos túnicas. Les dijo: “Permanezcan en la casa donde les den alojamiento hasta el momento de partir. Si no los reciben en un lugar y la gente no los escucha, al salir de allí, sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos”. Entonces fueron a predicar, exhortando a la conversión; expulsaron a muchos demonios y sanaron a numerosos enfermos, ungiéndolos con óleo.
Palabra del Señor.
Comentario
“Hay que estar atentos para no interpretar mal la frase de Jesús sobre el marcharse sacudiéndose también el polvo de los pies cuando no son recibidos. Este, en la intención de Cristo, debía ser un testimonio ‘para’ ellos, no contra ellos. Debía servir para hacerles entender que los misioneros no habían ido por interés, para sacarles dinero u otras cosas; que, más aún, no querían llevarse ni siquiera su polvo. Habían acudido por su salvación y, rechazándoles, se privaban a sí mismos del mayor bien del mundo” (Raniero Cantalamessa,http://www.caminocatolico.org/home/index.php/meditaciones-y-reflexiones/meditaciones-del-p-raniero-c….
Oración sobre las ofrendas
Acepta, Señor, los dones que te presentamos en la conmemoración de santa Águeda, así como quisiste aceptar su glorioso martirio. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Antífona de comunión Apoc 7, 17
El Cordero que está en medio del trono los conducirá hacia los manantiales de agua viva.
Oración después de la comunión
Señor y Dios nuestro, que has querido contar a santa Águeda entre tus elegidos por la doble victoria de la virginidad y el martirio, concédenos por este sacramento, la gracia de superar con valentía todos los males y alcanzar la gloria celestial. Por Jesucristo, nuestro Señor.

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