03 febrero 2015

Guión Litúrgico 3. Domingo 8 febrero

Gritando Nuestro Dolor

Saludo (Ver Salmo Responsorial)
En esta eucaristía alabemos al Señor, porque es bueno;
él cura a los desolados  y venda todas sus heridas. 
Que Jesús, el Señor, esté con todos ustedes.

Introducción por el Sacerdote
Hoy se nos recuerda una vez más que hace mucho tiempo el mismísimo Hijo de Dios gritó su ansiedad y su dolor: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?" Sabemos que el Señor nos ha hecho para ser felices, y, sin embargo, nosotros también tenemos cruces que llevar. No siempre vemos la razón de nuestra miseria y nuestro sufrimiento. --- Vemos también cómo Jesús curaba a algunos enfermos, pero ¿qué eran éstos en medio de tantos otros no curados? Recordamos que la cruz llevó a Jesús a la vida y a la resurrección. Nosotros expresamos hoy nuestra confianza y esperanza en un Salvador que sufrió con nosotros y por nosotros.

Acto Penitencial
¿Por qué no nos duele más cuando nos ofrecemos miseria unos a otros con nuestros pecados?
Pidamos perdón a Dios y unos a otros.
(Pausa)


  • Señor, Jesús, tú gritaste desgarradoramente en el huerto de los olivos: "Padre: Aparta de mí este sufrimiento, pero que se haga tu voluntad".
    R/. Señor, ten piedad de nosotros.
  • Cristo Jesús, en la cruz tú preguntaste: "Dios mío, por qué me has abandonado?".
    R/. Cristo, ten piedad de nosotros.
  • Señor Jesús, tú nos has dejado el signo de la cruz para recordarnos tu sufrimiento y para respetarla con esperanza.
    R/. Señor, ten piedad de nosotros.
Ten misericordia de nosotros, Señor, y perdónanos el dolor que nos hemos infligido unos a otros 
y el sufrimiento de tu Hijo. Que él nos lleve a la vida eterna.

Oración Colecta
Oremos a nuestro Dios compasivo
que está cercano a nosotros en Jesucristo.
(Pausa)
Oh Dios bondadoso:
Cuando te gritamos nuestro dolor
en nuestro cansancio, nuestro dolor y nuestra enfermedad,
recuerda cómo tu Hijo también 
acudió a ti en su sufrimiento de muerte.
No permitas que nos callemos por auto-compasión
y fortalécenos en la convicción 
de que podemos encontrarte en nuestro dolor
lo mismo que en nuestras alegrías, 
y de que tú siempre te preocupas por nosotros 
por medio de aquél que nos mostró cuánto nos amaste,
Jesucristo nuestro Señor.

Primera Lectura (Job 7,1-4. 6-7): Job Grita Su Miseria a Dios
He aquí un hombre que, probado seriamente, grita a Dios su miseria y su soledad. Es un hombre de fe, pero lucha por conseguir una respuesta: ¿Por qué sufrir?

Segunda Lectura (1 Cor 9,16-19. 22-23): Con los Débiles Me Hice Débil
A causa de la Buena Nueva de Cristo, Pablo se hizo todo para todos, incluso débil con los débiles.

Evangelio (Mc 1,29-39): Jesús Curó a Muchos Que Sufrían
Jesús curó a muchos como una invitación a creer en él.

Oración de los Fieles
Como pueblo que hemos experimentado el sufrimiento presentemos todas las necesidades y sufrimientos de los hombres a Dios, cuyo Hijo sufrió y murió, y digamos: 
R/. Escúchanos, Señor, y ten piedad. 
  • Por todos los que predican el evangelio, para que lleven la Buena Nueva de Cristo a los hombres, en sus realidades plenamente humanas, y con todas sus necesidades, roguemos al Señor.
  • Por los líderes y gobernantes de las naciones, para que hagan de la justicia y del servicio el fundamento del orden social, y de esa forma lleven a todos un sentido de dignidad y de plena realización humana, roguemos al Señor.
  • Por las víctimas de discriminación, por los que buscan seguridad y amor, por los que viven solos y desesperados de la vida, por los enfermos y discapacitados, para que puedan encontrar al Señor en hermanos que les den amor y esperanza, roguemos al Señor.
  • Por todos los que cuidan a los enfermos, para que no se cansen nunca de tratarlos con atención personal e infinito respeto, como lo harían con el Señor mismo, roguemos al Señor.
  • Por todas las comunidades cristianas, especialmente la nuestra, para que los desalientos y los fracasos no nos amarguen la vida, sino que nos lleven más cerca del Señor; para que todos seamos un solo corazón y una sola alma y no permitamos que nadie entre nosotros viva en necesidad, roguemos al Señor.
  • Oh Dios vivo y amoroso, tú te sabes muy bien nuestras necesidades y preocupaciones y ves nuestros sufrimientos, ya que nos conoces por nuestro nombre. Confiamos en ti a causa de tu Hijo, Jesucristo, nuestro Señor.

Oración de Ofertorio
Oh Dios y Padre nuestro:
En estos signos de pan y vino
recordamos a tu Hijo Jesucristo.
Acepta nuestra buena disposición 
para llegar a ser como él,
y así, cólmanos con su Espíritu 
para que también nosotros 
nos hagamos débiles con los débiles 
y servidores los unos de los otros.
Que de esta forma tu Hijo viva en medio de nosotros 
como nuestro Señor y Salvador
por los siglos de los siglos.

Introducción a la Plegaria Eucarística
Damos gracias a Dios por mostrarnos en Jesús el poder de su amor sanador. Por medio de él nuestro Padre del cielo nos trajo amistad, perdón y fortaleza. Démosle gracias y alabanza.

Introducción al Padrenuestro
Nuestro Padre del cielo nos ama en Cristo.
Así pues, recitémosle la oración confiada de su Hijo. 
R/. Padre nuestro…

Líbranos, Señor
Señor, quizás sea parte de tu plan
que nuestra fe sea probada en tribulaciones y sufrimiento.
Pero líbranos del desaliento y del espíritu de rebeldía,
que se queja de todo y amarga la vida.
Danos la serenidad de saber
que vivimos en la palma de tus manos, 
aun en momentos de dificultad y sufrimiento.
Ayúdanos a apoyarnos unos a otros 
mientras nos preparamos con alegría y esperanza 
para la venida gloriosa de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo.
R/. Tuyo es el reino…

Invitación a la Comunión
Éste es Jesús, el Cordero de Dios, 
que cargó con todos nuestros males
y se sacrificó a sí mismo por nosotros 
para librarnos de la muerte y de todos nuestros temores.
Dichosos nosotros de ser invitados a acercarnos a él 
con nuestras cargas y sufrimientos. 
R/. Señor, no soy digno…

ORACIÓN DE ABANDONO EN DIOS (Bto. Charles de Foucauld)

El líder de la oración podría recitar despacio la siguiente plegaria como acción de gracias, o todos juntos si el pueblo dispone del texto.

Padre:
Me pongo en tus manos.
Haz de mí lo que quieras.
Sea lo que fuere,
por ello te doy las gracias.
Estoy dispuesto a todo.
Lo acepto todo
con tal de que se cumpla
tu voluntad en mí
y en todas las criaturas.
No deseo nada más, Padre.
Te encomiendo mi alma,
te la entrego
con todo el amor de que soy capaz,
porque te amo y necesito darme,
ponerme en tus manos sin medida,
con infinita confianza,
porque tú eres mi Padre.

Oración después de la Comunión
Oh Dios y Padre nuestro:
Nadie sino tú puede comprender plenamente 
las penas y alegrías que experimentamos,
ya que tu Hijo se hizo uno de nosotros.
Por la fuerza que él nos ha dado en esta eucaristía,
que sepamos acercarnos los unos a los otros 
y compartir los unos las penas y alegrías de los otros. 
Y cuando las palabras nos fallen, 
que sepamos estar simplemente cerca de los que sufren
en respetuoso silencio, 
a causa de aquél que está siempre cerca de nosotros
y nos cura de todas las enfermedades, 
Jesucristo, nuestro Señor.

Bendición
Hermanos: El sufrimiento siempre permanecerá 
como un escándalo o al menos un misterio.
Podemos intentar actuar como si no nos afectara,
negar que exista o alejarnos de él, 
pero para un cristiano no hay escape verdadero.
Está escrito en nuestra existencia
desde que Cristo murió en la cruz.
Nunca lo comprenderemos cabalmente,
pero sabemos que tiene sentido y es salvador.
Que ojalá aprendamos a llevar nuestras penas con Cristo,
con esperanza y valor. 
Para ello, que la bendición de Dios todopoderoso, 
Padre, Hijo y Espíritu Santo 
descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.

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