11 febrero 2015

Guión litúrgico 2. Domingo 15 febrero




DOMINGO 15 DE FEBRERO DE 2015
DOMINGO 6º DURANTE EL AÑO

PREPARACIÓN: 
Antes de la salida del celebrante

Una vez más, en el Día del Señor, nos encontramos reunidos en su nombre, en este domingo sexto del tiempo durante el año. Y conscientes de nuestra necesidad de salvación, nos reunimos para la celebración de nuestra Eucaristía dominical, en la que participaremos de la Palabra y seremos alimentados con el Pan de Vida.

AMBIENTACIÓN: 
Luego del saludo inicial y antes del acto penitencial

El Señor se nos presenta hoy rescatándonos de la soledad de nuestro pecado, que no sólo que nos aleja de Dios, sino que también nos aparta de la comunidad de los hermanos. Hoy Jesús nos manifiesta que todos somos pecadores, que necesitamos de su curación; Él nos ofrece su misericordia, su perdón, que nos devuelve la alegría de la salvación y nos transforma en hombres nuevos.

1ª. LECTURA:  (Lv 13, 1-2. 45-46)     (Ver texto)

En este texto del Antiguo Testamento vemos la dureza y la marginación de la comunidad que regía en el pueblo de Israel para los enfermos de lepra, lo que nos ayudará comprender mejor lo que leeremos en el Evangelio.

SALMO RESP.:      (31, 1-2. 5. 11)    (Ver texto)

                    R.   ¡Me alegras con tu salvación, Señor!

2ª. LECTURA:     (1 Co 10, 31--11,1)     (Ver texto)

Pablo se muestra como ejemplo de seguimiento de Cristo, dándonos una enseñanza fundamental: todo, hasta los más insignificante, hay que hacerlo por Dios.


EVANGELIO:    (Mc 1, 40-45 )    (Ver texto)

El Evangelio nos presenta as Jesús en su proclamación del Reino de Dios, que los manifiesta con signos de salvación y amor; en la curación de un leproso está toda la fuerza de Dios que quiere llenar el mundo de vida.

ORACIÓN DE LOS FIELES:

CELEBRANTE:

Hermanos, con plena confianza en el poder salvador de Dios, presentémosle ahora esta oración en la que pedimos por las necesidades de la Iglesia, del mundo y de todos los hombres.

GUÍA:  A cada una de las peticiones responderemos orando:

"SEÑOR, ESCÚCHANOS Y PURIFÍCANOS DE NUESTROS PECADOS"

v Porque queremos que la Iglesia sea siempre el instrumento por el que tu Hijo nos libere del mal que hay en nuestras vidas, te pedimos...

v Para que por el ministerio del Papa Francisco, nuestros Obispos y los sacerdotes, recibamos siempre tu infinita misericordia, te pedimos...

v Para que en el mundo, por la conversión de todos los que tienen la responsabilidad de su gobierno, se termine el mal de la guerra, el hambre y el dolor, te pedimos...

v Para que todos los que sufren la enfermedad del alma o del cuerpo, sepan recurrir a tu Hijo y así su dolor se transforme en fuente de vida, te pedimos...

v Para que todos los cristianos, tomemos conciencia del daño que provoca nuestro pecado a la comunidad y busquemos la curación interior que nos devuelve a la alegría de la familia de los hijos de Dios, te pedimos...

CELEBRANTE:

Dios rico en misericordia, que no quieres la muerte del pecador, sino que se convierta y viva, escucha nuestra plegaria y concédenos el recurrir siempre a tu Hijo para que cure la lepra que mancha nuestra alma. Te lo pedimos por Él, que contigo vive y reina por los siglos de los siglos.

PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS:

Ofrezcamos ahora a nuestro Padre del Cielo, un sincero arrepentimiento de todo lo malo que aún existe en nuestro corazón, para que así toda nuestra vida quede purificada y renovada en Cristo, nuestro Señor.

Al término del “Lavatorio de Manos” y cuando el celebrante vuelve al centro del altar y antes de la oración siguiente, se hace poner de pie a la asamblea

DIÁLOGO DEL PREFACIO:
Al iniciarse el Prefacio (antes de "El Señor esté con ustedes")

Jesucristo no deja de concedernos su misericordia y su perdón, por eso ahora, con gran alegría, demos gracias a Dios por su infinito amor.

COMUNIÓN:

Jesucristo es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo; Él es el que ha borrado la lepra de nuestros pecados y ahora nos llama a participar del banquete de la alegría familiar, de la comunión con Él y con los hermanos.

COMUNIÓN ESPIRITUAL:
Al término de la distribución de la comunión.

Hermanos:
Todos aquellos que no han podido acercarse a recibir a Jesús Sacramentado, pueden hacer la Comunión Espiritual rezando la siguiente oración:

Creo Señor mío que estás realmente presente
en el Santísimo Sacramento del altar.
Te amo sobre todas las cosas y deseo
ardientemente recibirte dentro de mi alma;
pero, no pudiendo hacerlo  ahora sacramentalmente,
ven al menos espiritualmente a mi corazón.
Y como si te hubiese recibido, me abrazo
y me uno todo a Ti;
Oh Señor, no permitas que me separe de Ti.
Amén.

DESPEDIDA:


Ahora, al volver a nuestros hogares, se debe notar la alegría que ha transformado nuestros rostros, porque hemos sido curados del mal que nos oprimía y que ahora nos convierte en testimonios de la vida de Cristo en nosotros.

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