15 enero 2015

Comentario al Evangelio de hoy, 15 enero

QUE NO TE LO CUENTEN: ¡EXPERIMÉNTALO TÚ!
Jesús siente lástima ante el leproso que le suplica arrodillado. Y una vez más (como ayer en casa de Pedro) es su mano la que toca, cura, levanta, sana, envía…. Pero Jesús no quiere que la gente sepa de su poder, que se convierta en “trending topic”. Lo que quiere es ¡que lo experimenten por sí mismos! Me gusta contemplar a Jesús de un lado para otro, a veces con calma, otras agotado sin tiempo ni para comer, pero siempre con la gente, siempre ofreciendo Su Mano. Y de repente, cuando nadie se lo espera, rodeado como está de admiración y seguidores, Él insiste enérgicamente en que no le alaben ni le sigan por la utilidad de sus milagros.
Imagino algunos corrillos en el Templo o en la plaza:
  • Vaya con Jesús, tan humilde que es y siempre por ahí llamando la atención…
  • Desde luego; es un trepa. Está claro que lo que le gusta es mandar y tener a la gente alrededor
  • Sí, le encanta… Y encima con esas preguntas que hace dejándonos mal al resto, ¡quién se habrá creído que es!
  • ….
Pero Jesús no quiere que la gente cuente “lo que ha hecho por ellos”. Quiere que lo experimenten, que lo hagan suyo, que lo vivan, que les cambie la vida… E imagino que en su interior, además, anhelaba que esos “curados” fueran por los caminos curando a otros y negándose a la fama y a la alabanza personal, porque lo que buscan es otra cosa.
Y no es fácil… Todos tenemos un poco de corazón endurecido, todos padecemos ciertas “cardiopatías vitales” que nos limitan y que, como dice la primera lectura, puede llevarnos “a desertar del Dios vivo”. Ese es el peor efecto de cualquier endurecimiento de corazón. ¿La dieta recomendada? Sencillo… “Animaos los unos a los otros, día tras día, mientras dure este «hoy», para que ninguno de vosotros se endurezca, engañado por el pecado”… ¿Empezamos?
Vuestra hermana en la fe, Rosa Ruiz Aragoneses (rosaruizarmi@gmail.com)

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