10 diciembre 2014

Moniciones 2. Tercer domingo de Adviento, 14 diciembre

LA CORONA DE ADVIENTO

Con el encendido de las velas de la "corona del Adviento" se quiere ir haciendo una secuencia que nos acerque convenientemente al misterio de la Navidad. Cada domingo se irá prendiendo una vela que permanecerá encendida, ya permanentemente, junto a las que esperan ser fuego. Y así en el altar habrá cuatro velas diferentes --el color puede diferenciarlas-- para realizar este signo. El Primer Domingo encendimos la primera de las cuatro, quedando las otras sin prender. En el caso del Segundo Domingo de Adviento la celebración se iniciaba con esa primera vela ya encendida, junto a los cirios normales del altar. Hoy en este Tercer Domingo, en el momento de leer la monición de entrada se prende la tercera. Y el sacerdote bendice la luz de acuerdo con el texto bendicional que aparece inmediatamente después

La cuarta será encendida en el próximo, en el Cuarto. También es interesante que el cántico de entrada sea más largo y más vibrante. Cada comunidad elegirá los cánticos que sean más adecuados a los lugares en si. El resto del adorno del altar y del presbiterio tenderá a la austeridad. La gran explosión de luz y color hay que reservarla para el Tiempo de Navidad. Hemos creído, asimismo, que para el tiempo de Adviento, tras la comunión y en espera de la bendición final, interesa leer un texto que ayuda a la necesaria reflexión sobre la Llegada del Señor. Hemos ido leyendo algunos himnos de la Liturgia de las Horas, que nos parecen adecuados, pero cada comunidad puede seleccionar cualquier texto que sirva para ese momento de reflexión. Por todo ello, hemos incluido una oración enviada por el Padre Leoz. Tendría que efectuar la lectura uno de los lectores más experimentados y que impusiera una lentitud expresiva a dicha lectura. Se trata de que los asistentes a la Eucaristía puedan saborear los textos.




BENDICIÓN DE LA TERCERA VELA DE ADVIENTO

(Preparada por Javier Leoz)

En las tinieblas se encendió una luz,

en el desierto clamó una voz.

Se anuncia la buena noticia:

¡El Señor va a llegar!

Preparad sus caminos, porque ya se acerca.

Adornad vuestra alma

como una novia que se engalana el día de su boda.

Ya llega el mensajero.

Juan Bautista no es la luz, sino el que nos anuncia la luz.

Cuando encendemos estas tres velas

cada uno de nosotros quiere ser

antorcha tuya para que brilles,

llama para que calientes.

¡Ven, Señor, a salvarnos!,

envuélvenos con tu luz, caliéntanos en tu amor.

(Se acerca una persona y enciende el tercer cirio)

(Canto: Sois la semilla)



MONICIÓN DE ENTRADA

Encendemos la tercera vela para que siga creciendo la luz. Hoy traemos la luz de la fuerza que nace en la soledad, de la fuerza que produce el desierto con su austeridad y su sobriedad. Queremos decir de verdad que el Espíritu del Señor está sobre nosotros, porque nos ha ungido en el silencio, junto al Señor. Por eso somos portadores de evangelio, capaces de liberar a los oprimidos, consolar a los tristes y anunciar la Buena Noticia a los Pobres. Jesús nos enseña a hacerlo desde la verdad y la entrega. ¡Señor, te necesitamos! ¡Ayúdanos a hacerlo realidad!



MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS

1.- Hemos oído en la antífona de entrada. “Estad siempre alegres en el Señor” Y en esta primera lectura, del Profeta Isaías, se nos repite la invitación a estar alegres porque el profeta desborda de gozo y de alegría con la presencia del Señor. El Espíritu Santo ha ungido a quien nos va a curar y a alegrar, a quien nos va a sacar de la cárcel para ser felices y libres.

S.- El canto de la Virgen, el Magnificat, es nuestro salmo de hoy, el canto interleccional, que así se llama. Es una de las páginas más bellas de la Escritura y su cántico –o rezo-- como salmo da especial brillo a nuestra celebración eucarística en este tiempo de Adviento.

2.- La alegre antífona que hemos escuchado al principio es del apóstol San Pablo y de su carta primera a los Tesalonicenses, que es la segunda lectura de hoy. Pero además Pablo de Tarso nos pide nos pide firmeza en nuestras creencias. El Señor está cerca. Esta espera en la llegada de nuestro Dios hecho niño debe ser un tiempo de esperanza y de consolidación de nuestras creencias. Debemos de estar llenos de fe y de dicha para mejor recibir al Señor que ya viene.

3.- El evangelio de Juan que vamos a escuchar continuación nos narra con gran fuerza la historia de Juan, el Bautista, el precursor del Señor Jesús. Es el anuncio formal de Dios de que el Mesías está por llegar y, por tanto, hay que prepararlo todo, mejorar nuestros caminos y nuestras vidas. El gran momento está muy cerca.



Lectura de Postcomunión

MONICIÓN

Como todas semanas el padre Leoz nos propone esta breve oración para los momentos finales de esta Eucaristía del III Domingo de Adviento

¿POR QUÉ TENGO QUE ESTAR ALEGRE?

Simplemente porque al  tenerte, Señor,

no siento otra cosa en mí  sino la ALEGRÍA

Tú, Señor, tu Nacimiento y  tu llegada

es la causa de mi gozo, 

la música de mi alma

la alegría de mi cara

¡Gracias, Señor! ¡Tú eres la causa de mi felicidad!
Exhortación de despedida

Salimos del templo hoy con la esperanza de que cuando venga el Niño Dios todos seremos mejores. Pues, cada vez que celebramos el Nacimiento de nuestro Redentor, algo que se purifica en nosotros. El Niño de Belén nos vuelve niños. Velamos esperando y esperamos velando.

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