06 diciembre 2014

Guión Litúrgico II Domingo de Adviento

MONICIÓN DE ENTRADA

En este segundo domingo de Adviento, escuchamos las palabras del profeta Isaías: “¡Consolad, consolad a mi pueblo!” porque, en medio de las dificultades que vivimos, cuando todos los horizontes parecen cerrarse, Dios sigue siendo el Señor de la historia. Por eso siempre es posible volver a empezar, allanar el camino, luchar contra todas las desigualdades, para que ese consuelo se haga realidad. Hoy abrimos de nuevo la puerta, no sólo para ACOGER, sino también para CONSOLAR.

Se abre de nuevo la puerta del panel –ABRID LA PUERTA PARA…-. En este caso, la palabra que aparece es CONSOLAR: “abrid la puerta para…- consolar”. Entre tanto la asamblea canta la canción de entrada y entra el sacerdote.

LA CORONA DE ADVIENTO

Los profetas mantuvieron encendida la esperanza de Israel.
Eran portavoces del Señor, que consuela a su pueblo.
Aquí estamos, Señor, de nuevo este segundo domingo.
Encendemos una segunda vela
Queremos abrir las puertas de nuestra casa
para consolar a quienes, junto a nosotros,
tropiezan en los caminos con las piedras
del egoísmo y la injusticia,
de la soledad y el abandono.
Queremos un camino de igualdad.
Renueva en nosotros la esperanza.
¡Ven, Señor Jesús!
ACTO PENITENCIAL


• Tu paciencia, Señor, contrasta con nuestras impaciencias, cuando creemos que no llegas, que no te vemos, que fracasamos. SEÑOR, TEN PIEDAD.

• Tú eres el Dios del consuelo, pero a nosotros nos falta fe y no sabemos cómo consolar a quienes sufren a nuestro lado. CRISTO, TEN PIEDAD.

• Hay muchos baches que rellenar y muchas colinas que abajar en nuestro mundo. Nosotros, muchas veces, estamos cruzados de brazos. SEÑOR, TEN PIEDAD.

OFERTORIO: Colocamos el símbolo de la mano

EMBOLISMO TRAS EL PADRE NUESTRO

Al acabar el Padre Nuestro, el sacerdote comienza diciendo:

SACERDOTE:

Líbranos de todos los males, Señor,
y concédenos la paz en nuestros días.

Para que, ayudados por tu misericordia,
vivamos siempre libres de pecado,
y protegidos de toda perturbación.
LECTOR/A:

Que vivamos libres de injusticia, libres de mentira,

libres de corrupción, libres de violencia,
libres de desempleo y de pobreza.
LECTOR/A:

Porque tú, Señor, has venido a consolar a tu pueblo:

a aquellos que no encuentran trabajo…
TODOS: AYÚDANOS A CONSOLAR A TU PUEBLO

LECTOR/A: A los cristianos perseguidos en tantos países del mundo…

TODOS: AYÚDANOS A CONSOLAR A TU PUEBLO

LECTOR/A: A los que han perdido su casa y su hogar…

TODOS: AYÚDANOS A CONSOLAR A TU PUEBLO

LECTOR/A: A los que se sienten solos y olvidados en medio del barrio, en medio de la ciudad…

TODOS: AYÚDANOS A CONSOLAR A TU PUEBLO

LECTOR/A: A los que sufren en los hospitales…

TODOS: AYÚDANOS A CONSOLAR A TU PUEBLO

LECTOR/A: A los que han perdido las ganas de vivir…

TODOS: AYÚDANOS A CONSOLAR A TU PUEBLO

SACERDOTE: Mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Señor Jesucristo

TODOS:
TUYO ES EL REINO,

TUYO EL PODER Y LA GLORIA
POR SIEMPRE, SEÑOR.
ENVÍO
Cuando miramos nuestro mundo, son muchas las personas que sufren a causa de muchas injusticias. Hay mucha tarea por hacer para allanar los caminos por los que el Señor quiere llegar. Ésta es también, en este Adviento, nuestra tarea: allanar esos caminos y dar consuelo eficaz a quienes lo necesitan. Id, pues, y abrid las puertas del corazón para dar consuelo y esperanza. ¡Podéis ir en paz!

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