22 noviembre 2014

Vísperas 22 noviembre

22 de noviembre de 2014, víspera del Domingo XXXIV del Tiempo Ordinario, festividad de Jesucristo, Rey del Universo. Solemnidad.
Oración de la tarde (vísperas I) 


V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en el principio, ahora y siempre, 
Por los siglos de los siglos. Amén.

HIMNO
Oh Príncipe absoluto de los siglos,
oh Jesucristo, Rey de las naciones:
te confesamos árbitro supremo
de las mentes y de los corazones.


Oh Jesucristo, Príncipe pacífico,
somete a los espíritus rebeldes,
y haz que encuentren
rumbo los perdidos,
y que en un solo aprisco se congreguen.

Para eso pendes de una cruz sangrienta
y abres en ella tus divinos brazos;
para eso muestras en tu pecho herido
tu ardiente corazón atravesado.

Glorificado seas, Jesucristo,
que repartes los cetros de la tierra;
y que contigo y con tu eterno Padre
glorificado el Espíritu sea. Amén.

Antífona 1: Será llamado Rey de la paz, y su trono se mantendrá firma por toda la eternidad.

SALMO 112: Alabado sea el nombre de Dios 
Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre:
de la salida del sol hasta su ocaso,
alabado sea el nombre del Señor.

El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre los cielos.
¿Quién como el Señor, Dios nuestro,
que se eleva en su trono
y se abaja para mirar
al cielo y a la tierra?

Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para sentarlo con los príncipes,
los príncipes de su pueblo;
a la estéril le da un puesto en la casa,
como madre feliz de hijos.

Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en el principio, ahora y siempre, 
Por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: Será llamado Rey de la paz, y su trono se mantendrá firma por toda la eternidad.

Antífona 2: Su reino será eterno, y todos los soberanos lo temerán y se le someterán.

SALMO 116: Invitación universal a la alabanza divina
Alabad al Señor, todas las naciones,
aclamadlo, todos los pueblos.

Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en el principio, ahora y siempre, 
Por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 2: Su reino será eterno, y todos los soberanos lo temerán y se le someterán.

Antífona 3: A Cristo le ha sido dado poder real y dominio: todos los pueblos, naciones y lenguas lo respetarán para siempre

CÁNTICO: 
Eres digno, Señor, Dios nuestro,
de recibir la gloria, el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado. 

Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y con tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes,
y reinan sobre la tierra. 

Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría,
la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza.
Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en el principio, ahora y siempre, 
Por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 3: A Cristo le ha sido dado poder real y dominio: todos los pueblos, naciones y lenguas lo respetarán para siempre

LECTURA BREVE: (Cf. Ef 1, 20-23)
Dios resucitó a Cristo de entre los muertos y lo sentó a su derecha en el cielo, por encima de todo principado, potestad, fuerza y dominación, y por encima de todo nombre conocido, no sólo en este mundo, sino en el futuro. Y todo lo puso bajo sus pies, y lo dio a la Iglesia, como cabeza, sobre todo. Ella es su cuerpo, plenitud del que lo acaba todo en todos.

RESPONSORIO BREVE:
V. Tuyos son, Señor, la grandeza y el poder. Tú eres rey y soberano de todo.
R. Tuyos son, Señor, la grandeza y el poder. Tú eres rey y soberano de todo.
V. Tú eres Señor del universo.
R. Tú eres rey y soberano de todo.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Tuyos son, Señor, la grandeza y el poder. Tú eres rey y soberano de todo.

Antífona Magnificat: El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin. Aleluya.

MAGNIFICAT:
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el todo poderoso ha hecho obras grandes en mí,
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abrahán y su descendencia para siempre.

Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en el principio, ahora y siempre, 
Por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona Magnificat: El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin. Aleluya.

PRECES
Oremos, hermanos, a Cristo Rey, que es anterior a todo, y en quien todo se mantiene unido, y pidamos: 
Venga a nosotros tu reino, Señor. 
Cristo, rey y pastor nuestro, congrega a tus ovejas de entre los pueblos 
—y apaciéntalas en ricos pastizales y en fértiles dehesas. 
Guía y salvador nuestro, reúne a todos los hombres en un solo pueblo; cura a los enfermos, busca a los que se han perdido, guarda a los fuertes, 
—llama a los alejados, recoge a los descarriados, alienta los desanimados. 
Mira con piedad a los que no tienen techo donde cobijarse 
—y haz que encuentren pronto el hogar que desean. 
Juez eterno, cuando devuelvas a Dios Padre tu reino, ponnos a tu derecha, 
—y haz que heredemos el reino preparado para nosotros desde la creación del mundo. 
Heredero de las naciones, haz entrar a la humanidad, con todo lo bueno que tiene, en el reino de tu Iglesia, que el Padre ha puesto en tus manos, 
—para que todos, unidos en el Espíritu Santo, te reconozcamos como nuestra cabeza. 
Cristo, primogénito de entre los muertos y el primer resucitado de entre ellos, 
—admite a los difuntos en la gloria de tu reino. 
Se pueden añadir algunas intenciones libres.

PADRE NUESTRO

ORACIÓN:
Dios todopoderoso y eterno, que quisiste fundar todas las cosas en tu Hijo muy amado, Rey del universo, haz que toda la creación, liberada de la esclavitud del pecado, sirva a tu majestad y te glorifique sin fin. Por nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

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