11 noviembre 2014

Vísperas 11 noviembre de 2014

11 de noviembre de 2014, martes de la semana XXXII del Tiempo Ordinario. San Martín de Tours (Memoria).
Oración de la tarde (vísperas) 


V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en el principio, ahora y siempre, 
Por los siglos de los siglos. Amén.

HIMNO
Cantemos al Señor con alegría, 
unidos a la voz del pastor santo; 
demos gracias a Dios, que es luz y guía, 
solícito pastor de su rebaño.


Es su voz y su amor el que nos llama
en la voz del pastor que él ha elegido, 
es su amor infinito el que nos ama en la entrega 
y amor de este otro cristo.

Conociendo en la fe su fiel presencia, 
hambrientos de verdad y luz divina, 
sigamos al pastor que es providencia 
de pastos abundantes que son vida.

Apacienta, Señor, guarda a tus hijos,
manda siempre a tu mies trabajadores; 
cada aurora, a la puerta del aprisco, 
nos aguarde el amor de tus pastores. Amén.

Antífona 1: ¡Oh varón digno de toda alabanza, nunca derrotado por las fatigas ni vencido por la tumba, que no tembló ante la muerte ni rechazó la vida!

SALMO 14: ¿Quién es justo ante el Señor?
Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda
y habitar en tu monte santo?

El que procede honradamente 
y práctica la justicia,
el que tiene intenciones leales 
y no calumnia con su lengua,

el que no hace mal a su prójimo
ni difama al vecino,
el que considera despreciable al impío
y honra a los que temen al Señor,

el que no retracta lo que juró
aún en daño propio,
el que no presta dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.

El que así obra nunca fallará.

Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en el principio, ahora y siempre, 
Por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: ¡Oh varón digno de toda alabanza, nunca derrotado por las fatigas ni vencido por la tumba, que no tembló ante la muerte ni rechazó la vida!

Antífona 2: Señor, si aún soy necesario a tu pueblo, no rehúyo el trabajo; hágase tu voluntad.

SALMO 111: Felicidad del justo
Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita.

En su casa habrá riquezas y abundancia,
su caridad es constante, sin falta.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo.

Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos.
El justo jamás vacilará,
su recuerdo será perpetuo.

No temerá las malas noticias,
su corazón está firme en el Señor.
Su corazón está seguro, sin temor,
hasta que vea derrotados a sus enemigos.

Reparte limosna a los pobres;
su caridad es constante, sin falta,
y alzará la frente con dignidad.

El malvado, al verlo, se irritará,
rechinará los dientes hasta consumirse.
La ambición del malvado fracasará.

Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en el principio, ahora y siempre, 
Por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 2: Señor, si aún soy necesario a tu pueblo, no rehúyo el trabajo; hágase tu voluntad.

Antífona 3: El obispo san Martín partió de este mundo, y ahora vive glorioso con Cristo, como gloria de los sacerdotes.

CÁNTICO
Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente, 
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!

¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones 
y se postrarán en tu acatamiento, porque tus juicios se hicieron manifiestos.

Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en el principio, ahora y siempre, 
Por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 3: El obispo san Martín partió de este mundo, y ahora vive glorioso con Cristo, como gloria de los sacerdotes.

LECTURA BREVE: (1P 5,1-4)
A los presbíteros en esa comunidad, yo, presbítero como ellos, testigo de los sufrimientos de Cristo y partícipe de la gloria que va a manifestarse, os exhorto: Sed pastores del rebaño de Dios que tenéis a vuestro cargo, gobernándolo no a la fuerza, sino de buena gana, como Dios quiere; no por sórdida ganancia, sino con generosidad; no como déspotas sobre la heredad de Dios, sino convirtiéndoos en modelos del rebaño. Y cuando aparezca el supremo Pastor, recibiréis la corona de gloria que no se marchita.

RESPONSORIO BREVE:
V. Éste es el que ama a sus hermanos, el que ora mucho por su pueblo.
R. Éste es el que ama a sus hermanos, el que ora mucho por su pueblo.
V. El que entregó su vida por sus hermanos.
R. El que ora mucho por su pueblo.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Éste es el que ama a sus hermanos, el que ora mucho por su pueblo.

Antífona Magnificat: En toda la Iglesia, Pedro afirma cada día: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”.

MAGNIFICAT:
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el todo poderoso ha hecho obras grandes en mí,
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abrahán y su descendencia para siempre.

Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en el principio, ahora y siempre, 
Por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona Magnificat: En toda la Iglesia, Pedro afirma cada día: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”.

PRECES
Glorifiquemos a Cristo, constituido pontífice en favor de los hombres, en lo que se refiere a Dios, y supliquémosle humildemente, diciendo:
Salva a tu pueblo, Señor.
Tú que, por medio de pastores santos y eximios, has hecho resplandecer de modo admirable a tu Iglesia,
—haz que los cristianos se alegren siempre de ese resplandor.
Tú que, cuando los santos pastores te suplicaban, como Moisés, perdonaste los pecados del pueblo,
—santifica, por su intercesión, a tu Iglesia con una purificación continua.
Tú que, en medio de los fieles, consagraste a los santos pastores y, por tu Espíritu, los dirigiste,
—llena del Espíritu Santo a todos los que rigen a tu pueblo.
Tú que fuiste el lote y la heredad de los santos pastores,
—no permitas que ninguno de los que fueron adquiridos por tu sangre esté alejado de ti.
Tú que, por medio de los pastores de la Iglesia, das la vida eterna a tus ovejas para que nadie las arrebate de tu mano,
—salva a los difuntos, por quienes entregaste tu vida.
Se pueden añadir algunas intenciones libres.

PADRE NUESTRO

ORACIÓN:
Oh Dios, que fuiste glorificado con la vida y la muerte de tu obispo San Martín de Tours, renueva en nuestros corazones las maravillas de tu gracia, para que ni la vida ni la muerte puedan apartarnos de tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

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