17 noviembre 2014

Reflexión al Evangelio de hoy, 17 noviembre

Juan Lozano, cmf
Querido amigo/a:
Comenzamos una nueva semana y en ella miramos al Evangelio del día para hacer nuestra la pregunta que hace Jesús al ciego de Jericó. Pero vamos a hacerlo al revés. En el texto sagrado Jesús pregunta al ciego. En nuestra oración nosotros hacemos esta  pregunta a Jesús para ofrecerle esta semana que comienza, diciéndole: “Jesús, ¿qué quieres que haga por ti?”. Porque seguramente, si conseguimos detenernos un instante para reposar nuestro interior y escuchar la voz del Espíritu Santo en nosotros, encontraremos retos, propuestas, desafíos, tareas pendientes, objetivos, que al Señor le gustaría que trabajáramos. No me refiero a obligaciones laborales, como buenos ciudadanos debemos ser diligentes y responsables sin bajar la guardia y en ello estaremos, sino a trabajos “morales”, aquellos a los que el Señor nos interpela a través, entre otras mediaciones, de la voz interior de nuestra conciencia. Porque en el “auditorio” de la oración, Dios habla y nos propone obras de mejora. Tareas pendientes quizá en mi familia, quizá con algún hermano, amigo, amiga; tareas de reconciliación, o de mayor amor, tareas de acogida, de escucha, de miradas más sosegadas y profundas; tareas de aceptación conmigo mismo y mi realidad, de superación, de dejarme querer, de despertar… “¿Qué puedo hacer por ti?”

El maravilloso libro del Apocalipsis que esta semana estrenamos y que nos va a acompañar hasta el próximo año litúrgico (dos próximas semanas), nos presenta a una comunidad, Éfeso, que ha sido tenaz y luchadora, pero que ha abandonado el Amor primero, su pasión por el Señor, se ha enfriado. Y es que cuando de verdad amamos a alguien estamos pendientes de la persona amada: qué quieres, qué necesitas, cómo estás…, qué puedo hacer por ti…, para que el amor no se enfríe.
Santa Isabel de Hungría, a la que recordamos hoy, también se hizo esta pregunta. Esta hija del rey húngaro sólo vivió veinticuatro años, pero a los veinte, su vida dio un giro radical cuando quedó viuda con un hijo recién nacido. ¿Qué hacer ahora Señor? Encontró la respuesta a su pregunta…
Jesús tú has hecho mucho por mi y lo sigues haciendo. También has curado en muchas ocasiones mis cegueras como al invidente de Jericó y en otras tantas me has atendido cuando, como él, estaba al borde del camino. No quiero ser ingrato, ni frío y, al comenzar esta semana, desde la intimidad de mi corazón quiero preguntarte, “¿qué quieres que haga por ti? Háblame Señor, que tu siervo escucha.
Vuestro hermano en la fe:  
Juan Lozano, cmf.

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