12 noviembre 2014

Moniciones 4. Domingo 16 de noviembre

MONICIÓN DE ENTRADA

Sed todos –hermanos y hermanas—bienvenidos a la Eucaristía de este penúltimo domingo del Tiempo Ordinario. Tenemos ya muy cerca el Adviento, tiempo de espera y de esperanza. Jesús de Nazaret nos relata hoy, mediante el texto de San Mateo, la parábola de los talentos. Es un relato importante, fuerte, llamativo. El conservadurismo y la falta de acción de uno de los siervos es juzgado con severidad por Jesús. Es un mensaje que nos debe a incitar a hacer balance de los frutos que el Señor nos ha dado y de cómo los hemos administrado. Llega el Adviento pronto, como decíamos al principio y estamos en un tiempo final y finalista. Pero, después y gracias a Dios, lo nuevo, lo renovado, llegará pronto. Hagamos, pues, examen de conciencia y librémonos del lastre que nos impide dar fruto. El Señor viene ya y nos espera.

Celebramos, hoy también, el Día de la Iglesia Diocesana. Este año tiene el lema “Participar en tu parroquia es hacer una declaración de principios”. La estructura fundamental y más capilar de nuestra Iglesia es precisamente la diocesana. Hemos de tenerlo muy en cuenta.




MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS

1.- El trabajo, la laboriosidad, la vida en familia siempre fueron muy apreciadas por los escritores del Antiguo Testamento. El ejemplo de mujer hacendosa que nos pone hoy el libro de los Proverbios refleja ese trabajo armónico en el hogar, que era –y es—la base de la vida familiar.

S.- Esta muy claro el significado y contenido de este salmo 127. Dios colma a sus criaturas –a todos los hombres y mujeres de todos los tiempos y lugares—de bendiciones. Y las primeras de estas bendiciones son, sin duda, las familiares. La familia ha sido ese templo doméstico donde se adora a Dios. Es lo que nosotros hoy llamamos la Iglesia doméstica. Bella forma, este salmo 127—de orar a Dios desde el seno de la familia.

2.- San Pablo sigue narrando –como en domingos anteriores—los acontecimientos esperados al final de los tiempos. Y es la Carta a los Tesalonicenses un relato impresionante que gira en torno a la Segunda Venida del Señor. Son lecturas propias de este tiempo final que ya espera el Adviento.

3.- La parábola que Jesús no explica hoy –nos la narra San Mateo—es también finalista y propia de los últimos días del tiempo ordinario. El premio por los resultados de los dones que hemos recibido del señor –por los talentos—forma parte de ese resultado postrero de servicio a los hermanos. Los réditos que el Señor quiere son obras para los hermanos. Jesús como el domingo anterior nos pide que estemos atentos y que trabajemos en paz, que nunca estaremos ociosos esperando acontecimientos.

Lectura de Postcomunión

MONICIÓN

Impresionante oración de que nos ha escrito el padre Javier Leoz para los momentos finales de este penúltimo domingo del Tiempo Ordinario. Escuchemos con atención.



¡CUÁNTO MIEDO TENGO, SEÑOR!

De  no invertir mi vida como, Tú en la cruz, lo hiciste:

con  silencio, grandeza y dolor

con  perdón, humildad y sacrificio

con  fe, esperanza o misericordia



¡CUÁNTO  MIEDO TENGO, SEÑOR!

De  mirarme a mí mismo,

y  viendo lo mucho que me has dado

creer  que no merece la pena arriesgarlo todo:

por  Dios y por el hombre

por  la Iglesia y por el mundo

por  mis hermanos y por mí mismo



¡CUÁNTO  MIEDO TENGO, SEÑOR!

Que  vengas…y me pilles con el pie cambiado

lejos  de tus caminos y, con mis talentos,

sin  haberlos utilizado a fondo.

Amén

      

Exhortación de despedida

Lo habéis escuchado de boca de Jesús: el tiempo final se acerca. Para nosotros es el final de un ciclo litúrgico y el inicio del otro, pero sería bueno tener presente –hoy, aquí y ahora—aquello que dice “que al atardecer de nuestras vidas nos examinarán de amor”.

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