26 noviembre 2014

Moniciones 2. Primer Domingo Adviento, 30 noviembre

Moniciones

LA CORONA DE ADVIENTO

La corona de Adviento es la fórmula más habitual y más sencilla de ir iniciando los domingos de Adviento. Y nuestras moniciones como, en otros años, irán reflejando ese hecho. La corona de Adviento tiene cuatro velas de colores diferentes y cada domingo de Adviento se enciende una. En el caso del primer domingo se encenderá la primera y las demás quedarán apagadas. Cuando lleguemos al segundo domingo de Adviento, antes de iniciarse la Eucaristía, ya estará encendida la vela del domingo anterior y, por tanto, se encenderá la segunda. Haremos lo mismo con la tercera y la cuarta. En caso de la tercera, iniciaremos la celebración con las dos velas anteriores ya encendidas y prenderemos la tercera. Para la cuarta, antes de comenzar ya estarán encendidas las tres y completaremos la corona con la cuarta vela encendida.

OTRAS POSIBILIDADES

Pueden presentarse, delante del altar, cuatro cirios grandes, también de colores, situados sobre una pequeña escalera que los sitúe a diferentes alturas. Esa escalera o estructura puede cubrirse con un paño del color morado típico del Adviento. La más baja será la del primer domingo y la más alta la correspondiente al cuarto. Se encenderán de la misma forma.

Otra fórmula interesante es colocar un “misterio”, un gran portal de Belén. Puede servir el que se vaya a destinar después al Nacimiento. Y se irán poniendo imágenes distintas de manera sucesiva. Al estar el portal vacío, la primera colocación puede ser la del pesebre –la cunita—vacía. Más adelante, en el segundo, se completa con los animales. El tercero con los pastores y San José. El cuarto colocar la imagen orante de la Virgen María manteniendo el pesebre vacío pues todavía no ha nacido el Señor.

El uso de las moniciones es parecido y similar a lo que se cita en el caso de las velas. Y en lugar de decir, por ejemplo, “al encender esta vela” pues se cambia por “al colocar esta figura de…”




BENDICIÓN DE LA CORONA DE ADVIENTO

El primer texto –la monición—es por si, en el primer domingo de Adviento, se hace una presentación y bendición solemne de la Corona de Adviento antes de la Eucaristía. A continuación viene la bendición propiamente dicha. Ambos son obra del Padre Leoz. Por otro lado, en la monición general de entrada de la Eucaristía hay alusión a la Corona.

MONICIÓN

Hermanos ¡Llama el Señor! ¡Nos llama, el Señor, en medio del desierto! A recuperar la alegría de la fe. Viene a nuestro encuentro, en cada circunstancia, para llenarnos de valor y de entereza, de audacia y de esperanza. ¿Seremos capaces de levantar las antenas de nuestra existencia para dejarnos guiar y llevar por El? ¡Vino, viene y vendrá el Señor! Para infundirnos ánimo y sacarnos de tantas fosas en las que nos hemos metido. ¡Necesitamos salvación! ¡Necesitamos a Jesucristo! ¡Bienvenido sea el adviento, tiempo de esperanza y días que nos adentran en los caminos de Dios! Vamos a bendecir la Corona de Adviento. Su color verde nos habla de la esperanza, de la vida que hemos de tener todos los creyentes que anhelamos la llegada del Salvador. Las lámparas, que en cada domingo iremos encendiendo, simbolizan la luz de Cristo que viene a nuestro encuentro y que se imponen sobre la oscuridad del mundo.

PRIMER DOMINGO (BENDICIÓN)

La tierra, Señor, se alegra estos días y tu Iglesia desborda de gozo

ante tu Hijo, el Señor, que se avecina como luz esplendorosa,

para iluminar a los que yacemos en las tinieblas de la ignorancia,

del dolor, apatío y del pecado.



Lleno de esperanza en su venida, tu pueblo ha preparado esta corona

con ramos y la ha adornado con cirios.



Ahora, pues, que comenzamos el tiempo de preparación para la venida de tu Hijo,

te pedimos, Señor, que mientras se acrecienta cada día 

el esplendor de esta corona con nuevas luces,

nos ilumines a nosotros con el esplendor de aquel que, por ser la luz del mundo,

iluminará todas las oscuridades.



--Él que vive y reina por los siglos de los siglos.

R. Amén.

(Se acerca una persona y enciende el primer cirio)

Canto: ¡Ven, ven Señor no tardes! (U otro canto apropiado)



MONICIÓN DE ENTRADA

Bienvenidos a esta Eucaristía. Con el acto de encender esta primera vela iniciamos el Tiempo de Adviento y con ello el nuevo año Litúrgico, dentro del Ciclo B. ¡Qué la luz de Cristo nos ilumine a todos! Y en este tiempo en el que todos instalamos alarmas para defender nuestras propiedades, la Palabra de Dios nos dice: “vigilad, no os durmáis, estad en vela”. Y es que mientras custodiamos las cosas materiales, descuidamos las riquezas verdaderas de nuestra vida y en lugar de liberarnos nos sentimos esclavizados.



Nota importante.- El Pregón de Adviento puede proclamarse en los primeros momentos de la Eucaristía de ese Primer Domingo, tal como se hace en el Pregón de Pascua de la Vigilia Pascual. Pero también puede organizarse una proclamación solemne, y separado, en algún momento de las primeras horas del Adviento. En la mañana del sábado por ejemplo. Es una sugerencia…

PREGÓN DE ADVIENTO

¡PREPARATE, QUE DIOS VIENE A TU ENCUENTRO!

Por Javier Leoz

¡Vigilad!

Sí; vigilemos. ¿Por qué?

Porque necesitamos de una palabra de aliento. Porque, el mundo, este mundo que tocamos con las yemas de nuestras manos; que amamos y que a la vez odiamos; este mundo tan necesitado de paz, como tan lleno de contiendas necesita de buenos vigilantes.

Hombres y mujeres que, más allá del día a día, entre los rascacielos del puro y duro sensacionalismo o materialismo, levanten su cabeza y esperen.

Sí; esperen a un Dios que viene a salvarnos.

¿Salvarnos? ¿Salvarnos de  qué?

De mucho, amigos, de mucho.

Hay muchas cosas y  acontecimientos que atragantan nuestra felicidad.

Vemos que este “gran  castillo del bienestar que nos hemos montado” 

se tambalea y nos produce  ansiedad, corrupción, mentiras e inestabilidad

Dios que sale a nuestro encuentro

Dios que, en la Navidad, se  hará pequeño 

mientras que el hombre se  empeña en hacerse grande.

Dios que, en Jesús, se  dejará abrazar, amar, tocar, besar, adorar. 

¡Bienvenido, Adviento!

Entra por las ventanas y  balcones de nuestros corazones. 

Vivamos, amigos, este tiempo  de esperanza; semanas de espera y horas de tensión.

¡Que va a venir el Señor!

No podemos bajar la guardia; no podemos bajarnos del torreón de nuestra fe por el simple hecho de que nos digan que, en el llano, se vive mejor sin Dios.

Adviento. Lo necesitamos. ¡Qué déficit de esperanza el nuestro!

Viene  el Señor, porque nos ve vacíos. 

Cuántas estrellas que  iluminan las calles y, los que las han puesto, 

no saben ni por qué ni por  quién.

Adviento. ¡Bienvenido seas!

¡Qué ganas tenemos de un  Niño 

que nos reúna en torno a la  mesa 

y nos haga pensar que, el  mundo, aún tiene solución! 

Adviento. Es el Señor, que  llega.

Prepárate…es Dios quien llega en persona.



MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS

1.- En la primera lectura, del profeta Isaías, se anuncia una gran novedad al pueblo judío, ya cinco siglos antes del nacimiento de Cristo. La paternidad de Abrahán no es la única ni, por supuesto, la más importante: el profeta anuncia la paternidad de Dios para todos los hombres. Y es algo revolucionario porque el pueblo judío, apartado de la cercanía del Padre, veía a Dios como alguien poderoso, justiciero y por tanto lejano. Isaías les ofrece una información muy notable que sería completada con creces por Jesús de Nazaret.

S.- El salmo 79 debió de ser compuesto en los tiempos de la persecución del Rey Antíoco, en los años 168-165 antes de Cristo. Y se pide que en los tiempos difíciles el Dios generoso y amante de sus criaturas dirija su mirada hacia la viña que el mismo plantó. Desde luego, estamos viviendo tiempos difíciles en los que el pueblo de Dios es hostigado y al que se le niegan muchas de las libertades a las tiene derecho.

2.- Pablo de Tarso, en su segunda carta a los Corintios –que es nuestra lectura segunda de hoy—nos dice claramente que la esperanza no es una cuestión de nuestra exclusiva cosecha: nos ha sido mostrada por Jesús y es su Vida, Muerte y Resurrección las que nos muestran el camino. Vivimos en Él y con Él, y de ahí nace y crece nuestra esperanza.

3.- El evangelio de hoy tiene continuidad con el que leíamos el domingo pasado en la Solemnidad de Cristo Rey. Es la espera vigilante. No sabemos el momento que va a llegar el Señor, pero sabemos que va a llegar. No es una promesa sin contenido. Y esa espera es la que nos da ánimos para seguir y para ocuparnos de nuestros trabajos y obligaciones cotidianas. No viene el Señor para darnos todo hecho. Viene a pedirnos a colaborar con Él para todos nos salvemos y seamos felices.



Lectura de Postcomunión

MONICIÓN

En este día tan especial como lo es el Primer Domingo de Adviento Javier Leoz nos ha preparado esta plegaria sobre la esperanza en torno al Niño que va a venir.

ME LO DIJERON, SEÑOR

Que no hay fuerza que venga  de lo alto

que todo lo que somos y  tenemos

es fruto del azar o de la  pura casualidad.

Pero, cada día que pasa,

siento que algo va a  ocurrir;

que Alguien tiene que echar  una mano

que Alguien tiene que  intervenir

para que, la tierra, no sea  un brasero de cenizas.



Me  lo dijeron, señor

Por ello mismo, porque  espero en Ti, Señor

¡Ven! ¡Ven y sálvanos!

Y, a este mundo –roto,  gélido y vehemente-

regálanos un poco de  esperanza y de ilusión 

 con tu llegada en Belén.

Amén.
Exhortación de despedida

Salimos del templo hoy con la esperanza de que cuando venga el Niño Dios todos seremos mejores. Pues, cada vez que celebramos el Nacimiento de nuestro Redentor, algo que se purifica en nosotros. El Niño de Belén nos vuelve niños. Velamos esperando y esperamos velando.

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