24 noviembre 2014

Moniciones 1. Primer Domingo de Adviento 30 noviembre

MONICIÓN DE ENTRADA

Bienvenidos a esta Eucaristía. Con el acto de encender esta primera vela iniciamos el Tiempo de Adviento y con ello el nuevo año Litúrgico, dentro del Ciclo B. ¡Qué la luz de Cristo nos ilumine a todos! Y en este tiempo en el que todos instalamos alarmas para defender nuestras propiedades, la Palabra de Dios nos dice: “vigilad, no os durmáis, estad en vela”. Y es que mientras custodiamos las cosas materiales, descuidamos las riquezas verdaderas de nuestra vida y en lugar de liberarnos nos sentimos esclavizados.


MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS

1.- En la primera lectura, del profeta Isaías, se anuncia una gran novedad al pueblo judío, ya cinco siglos antes del nacimiento de Cristo. La paternidad de Abrahán no es la única ni, por supuesto, la más importante: el profeta anuncia la paternidad de Dios para todos los hombres. Y es algo revolucionario porque el pueblo judío, apartado de la cercanía del Padre, veía a Dios como alguien poderoso, justiciero y por tanto lejano. Isaías les ofrece una información muy notable que sería completada con creces por Jesús de Nazaret.


S.- El salmo 79 debió de ser compuesto en los tiempos de la persecución del Rey Antíoco, en los años 168-165 antes de Cristo. Y se pide que en los tiempos difíciles el Dios generoso y amante de sus criaturas dirija su mirada hacia la viña que el mismo plantó. Desde luego, estamos viviendo tiempos difíciles en los que el pueblo de Dios es hostigado y al que se le niegan muchas de las libertades a las tiene derecho.

2.- Pablo de Tarso, en su segunda carta a los Corintios –que es nuestra lectura segunda de hoy—nos dice claramente que la esperanza no es una cuestión de nuestra exclusiva cosecha: nos ha sido mostrada por Jesús y es su Vida, Muerte y Resurrección las que nos muestran el camino. Vivimos en Él y con Él, y de ahí nace y crece nuestra esperanza.

3.- El evangelio de hoy tiene continuidad con el que leíamos el domingo pasado en la Solemnidad de Cristo Rey. Es la espera vigilante. No sabemos el momento que va a llegar el Señor, pero sabemos que va a llegar. No es una promesa sin contenido. Y esa espera es la que nos da ánimos para seguir y para ocuparnos de nuestros trabajos y obligaciones cotidianas. No viene el Señor para darnos todo hecho. Viene a pedirnos a colaborar con Él para todos nos salvemos y seamos felices.



BENDICION DE LA CORONA DE ADVIENTO

“La Tierra, Señor, se alegra en estos días y tu Iglesia desborda de gozo ante tu Hijo, el Señor que se avecina como luz esplendorosa, para iluminar a los que están en las tinieblas del egoísmo, del dolor y del pecado.

Llenos de esperanza en su venida hemos preparado con gran cariño esta corona, la hemos hecho con ramas verdes de nuestra tierra, para que nos acompañe en nuestra parroquia (familia, grupo, clase, colegio) en este tiempo de preparación para la venida de tu Hijo en Navidad.

Te pedimos Señor que al ir encendiendo estas velas nos ilumines a todos nosotros con ese esplendor de aquel que, por su luz del mundo, iluminará todas las oscuridades.

Él que vive y reina por los siglos de los siglos”. Amén.

ORACIÓN PARA ENCENDER LA PRIMERA VELA DE LA CORONA

Encendemos, Señor, esta luz,

como aquel que enciende su lámpara

para salir en la noche,

al encuentro del amigo que ya viene.

En esta primera semana del Adviento

queremos levantarnos para esperarte preparados,

para recibirte con alegría.

Muchas sombras nos envuelven.

Muchos halagos nos adormecen.

Queremos estar despiertos y vigilantes,

porque tú nos traes la luz más clara,

la paz más profunda,

y la alegría más verdadera.

¡Ven, Señor Jesús! ¡Ven, Señor Jesús!

(canto: Ven, ven Señor no tardes)

Lectura de Postcomunión

MONICIÓN

Es un himno procedente del Diurnal, de la Liturgia de las Horas. Ni que decir tiene que en este comiendo del bendito tiempo de Adviento hemos de escucharlo con especial interés y el corazón abierto. ¡Ven Señor, Jesús; ven!

YA SE ACERCA EL SALVADOR

Preparemos los caminos

--ya se acerca el Salvador--

y salgamos, peregrinos,

al encuentro del Señor.



Ven, Señor, a libertarnos,

ven, tu pueblo a redimir;

purifica nuestras vidas

y no tardes en venir



El rocío de los cielos

sobre el mundo va a caer,

el Mesías prometido,

hecho niño, va a nacer.



De los montes la dulzura,

de los ríos leche y miel

de la noche será aurora

la venida de Emmanuel



Te esperamos anhelantes

y sabemos que vendrás;

deseamos ver tu rostro

y que vengas a reinar



Consolaos y alegraos,

desterrados de Sión,

que ya viene, ya está cerca,

El es nuestra salvación.

Exhortación de despedida

Nuestra alegría se basa en la espera. Salimos del templo hoy con la esperanza de que cuando venga el Niño Dios todos seremos mejores. Pues, cada vez, que se celebramos el Nacimiento de nuestro Redentor, algo que se purifica en nosotros. El Niño de Belén nos vuelve niños. Velamos esperando y esperamos velando.

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