10 noviembre 2014

El Papa Francisco: Que caigan los muros que todavía dividen el mundo


ANGELUS


(Aleteia)
Queridos hermanos y hermanas ¡buenos días!
Hoy la liturgia nos recuerda la Dedicación de la Basílica Lateranense, la catedral de Roma, que la tradición define como la “madre de todas las iglesias del Urbe y de la Orbe”. Con el término “madre” nos referimos no tanto al edificio sacro de la Basílica como a la obra del Espíritu Santo que en este edificio se manifiesta, fructificando, mediante el ministerio del Obispo de Roma, en todas las comunidades que permanecen en unidad con la Iglesia que él preside. Esta unidad presenta el carácter de familia universal y cómo en la familia está la madre, así también la venerada catedral Lateranense hace de “madre” de todas las iglesias de todas las comunidades del mundo católico. Con esta fiesta, por tanto, profesamos, en la unidad de la fe, el vínculo de comunión que todas las Iglesias locales, esparcidas por la tierra, tienen con la Iglesia de Roma y con su obispo, sucesor de Pedro.

Cada vez que celebramos la dedicación de una iglesia, se nos recuerda una verdad esencial: el templo material hecho de ladrillos es signo de la Iglesia viva que trabaja en la historia, es decir de aquel “templo espiritual”, como dice el Apóstol Pedro, de quien Cristo mismo “es piedra viva, rechazada por los hombres pero elegida y preciosa ante Dios (1Pe 2, 4-8). En fuerza del Bautismo, cada cristiano, como recuerda San Pablo, forma parte del “edificio de Dios” (1 Cor 3,9). El edificio espiritual, la Iglesia comunidad de los hombres santificados por la sangre de Cristo y por el Espíritu del Señor resucitado, nos pide a cada uno de nosotros ser coherentes con el don de la fe y llevar a cabo un camino de testimonio cristiano. La Iglesia, en el origen de su vida y de su misión en el mundo, no ha sido otra que una comunidad constituida para confesar la fe en Jesucristo, Hijo de Dios y Redentor del hombre, una fe que obra por medio de la caridad. También hoy la Iglesia está llamada a ser en el mundo la comunidad que, enraizada en Cristo por medio del Bautismo, profesa con humildad y coraje la fe en Él, testificándola en la caridad. Para esta finalidad esencial deben ser ordenados también los elementos institucionales, las estructuras y los organismos pastorales.

La fiesta de la Dedicación de la Basílica Lateranense, invitándonos a meditar sobre la comunión de todas las Iglesias, por analogía nos estimula a comprometernos para que la humanidad pueda superar las fronteras de la enemistad y de la indiferencia, a construir puentes de comprensión y de diálogo, para hacer del mundo entero una familia de pueblos reconciliados entre ellos, fraternos y solidarios. De esta nueva humanidad la misma Iglesia es signo y anticipación, cuando vive y difunde con su testimonio el Evangelio, mensaje de esperanza y de reconciliación para todos los hombres.

    Invoquemos la intercesión de María Santísima, para que nos ayude a convertirnos como ella en “casa de Dios”, templo vivo de su amor.

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Queridos hermanos y hermanas,

Hace 25 años, el 9 de noviembre de 1989, caía el Muro de Berlín, que durante tanto tiempo cortó en dos la ciudad y fue el símbolo de la división ideológica de Europa y del mundo entero. La caída sucedió de improviso, pero fue posible gracias al largo y cansado compromiso de muchas personas que durante este tiempo lucharon, rezaron y sufrieron algunos hasta llegar al sacrificio de la vida. Entre esto, un papel protagonista tuvo San Juan Pablo II. Recemos para que, con la ayuda del Señor y la colaboración de todos los hombres de buena voluntad, se difunda cada vez más una cultura del encuentro, capaz de hacer caer todos los muros que todavía dividen el mundo, y que no suceda nunca más que personas inocentes son perseguidas y asesinadas a causa de su credo y de su religión.
Hoy en Italia, se celebra la Jornada del Agradecimiento, que este año tiene por tema “Nutrir el planeta, energía para la vida” con referencia a la próxima Expo de Milán 2015. Me uno a los obispos en la esperanza de un compromiso renovado para que a nadie le falte el pan cotidiano que Dios da a todos. Me siento cercano al mundo de la agricultura, y animo a todos a cultivar la tierra de una forma sostenible y solidaria. En tal contexto se desarrolla en Roma la Jornada diocesana por la custodia de la creación , un evento que pretende promover estilos de vida basados en el respeto del ambiente, reafirmando la alianza entre el hombre, custodio de la creación y su Creador.

    Saludo a todos los peregrinos venidos de distintos países, las familias, los grupos parroquiales, las asociaciones.
    En especial saludo a los representantes de la comunidad venezolana en Italia, los jóvenes de Thiene (Vicenza) que han recibido la Confirmación, las universitarias de Urbino, los fieles de Pontecagnano, Sant’Angelo in Formis, Borgonuovo y Pontecchio.

    A todos deseo un buen domingo. Por favor, ¡no olvidéis de rezar por mí! ¡Buena comida y hasta pronto!

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