22 noviembre 2014

Comentario al Evangelio de hoy, 22 noviembre

La cuestión del más allá, qué hay detrás de la muerte, siempre será un tema de rabiosa actualidad, pues resulta inevitable a la existencia humana. Hace pocos años una encuesta que sondeaba las opiniones de los creyentes (incluyendo a los no practicantes), arrojaba el dato de que un treinta por ciento no creía en la resurrección. La cifra me parece un poco exagerada y, de ser cierta, habría que revisar de qué tipo de creyentes se trata, pues si no se cree en la resurrección, ¿en qué Dios se cree? Evidentemente en el Dios de Jesús, no. En el evangelio de hoy esta misma pregunta se la hace a Jesús un grupo de descreídos saduceos tratando de ridiculizarle con la ley del Levirato (Dt 25, 5s). “¿De cuál de los siete maridos será la mujer cuando resuciten?” Conciben la resurrección desde los esquemas y parámetros terrenales, como una prolongación de esta vida y no como una plenitud de la existencia donde no hay necesidades afectivas que satisfacer, pues todas estarán más que colmadas.
Al final de este evangelio, Jesús nos recuerda que nuestro Dios es de vivos, y no nos viene mal este recordatorio, pues podemos dejarnos arrastrar por la corriente superficial y simplona que sólo recurre a Él en el momento de la muerte. Cierto que Dios estará con nosotros en ese momento del tránsito (esperemos que a la vida plena y resucitada), pero también y fundamentalmente Dios está y sirve para el momento de la vida, para todos los días; este es el recordatorio de Jesús, “que Dios es un Dios de vivos”.
Santa Cecilia, la mártir a la que hoy recordamos, prefirió entregar su vida, antes que renunciar a su fe en Jesús. Ella, como el resto de testigos que han entregado su vida por Cristo, tenían muy clara su fe en la resurrección, estaban convencidos de que era más grave y doloroso perder a Dios que perder la vida. La mártir de hoy es patrona de los músicos, pues que esta melodía de fondo, que Dios es un Dios de vivos –para todos los días y momentos de nuestra vida- estimule y alegre nuestra percepción espiritual.
Vuestro hermano en la fe:  
Juan Lozano, cmf.

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