15 octubre 2014

Vísperas 15 de octubre


15 de octubre de 2014, miércoles de la semana XXVIII del Tiempo Ordinario. Del Común de las Vírgenes por Santa Teresa de Jesús, virgen, y doctora. (Fiesta). 
Oración de la tarde (vísperas) 

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en el principio, ahora y siempre, 
Por los siglos de los siglos. Amén.

HIMNO
Vivo sin vivir en mí,
y, tan alta vida espero,
que muero porque no muero.

Vivo yo fuera de mí,
después que muero de amor,
porque vivo en el Señor,
que me quiso para sí.
Cuando el corazón le dí,
puso en él este letrero:
"Que muero porque no muero".

Esta divina prisión
del amor en que yo vivo
ha hecho a Dios mi cautivo,
y libre mi corazón.
Y causa en mí tal pasión
ver a Dios mi prisionero,
que muero porque no muero.

¡Ay, qué larga es esta vida!,
¡Qué duros estos destierros!,
¡Esta cárcel, estos hierros,
en que el alma está metida!
Sólo esperar la salida
me causa dolor tan fiero,
que muero porque no muero.

Mira que el amor es fuerte;
vida, no me seas molesta;
mira que sólo te resta,
para ganarte, perderte.
Venga ya la dulce muerte,
venga el morir muy ligero,
que muero porque no muero.

Aquella vida de arriba, 
que es la vida verdadera,
hasta que esta vida muera,
no se goza estando viva.
Muerte, no me seas esquiva;
viva muriendo primero,
que muero porque no muero.

Vida, ¿qué puedo yo darle
a mi Dios que vive en mí,
si no es perderte a ti,
para mejor a él gozarle?
Quiero muriendo alcanzarle,
pues a él sólo es al que quiero:
Que muero porque no muero.

Gloria al Padre, gloria al Hijo,
gloria al Espíritu Santo
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: Muchachas de Jerusalén, decid a mi amado que estoy enferma de amor.

SALMO 121: La ciudad santa de Jerusalén
¡Qué alegría cuando me dijeron:
"Vamos a la casa del Señor"!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.

Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,

según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David.

Desead la paz a Jerusalén:
"Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios".

Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: "La paz contigo".
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.

Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en el principio, ahora y siempre, 
Por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: Muchachas de Jerusalén, decid a mi amado que estoy enferma de amor.

Antífona 2: Mi amado es mío, y yo soy suya, del pastor de azucenas.

SALMO 126: El esfuerzo humano es inútil sin Dios
Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.

Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
que comáis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

La herencia que da el Señor son los hijos;
su salario, el fruto del vientre:
son saetas en manos de un guerrero
los hijos de la juventud.

Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
No quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.

Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en el principio, ahora y siempre, 
Por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 2: Mi amado es mío, y yo soy suya, del pastor de azucenas.

Antífona 3: Alegrémonos y gocemos y demos gracias a Dios, porque llegó la boda del Cordero.

CÁNTICO
Aleluya. 

La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios, 
porque sus juicios son verdaderos y justos. 

Alabad al Señor, sus siervos todos, 
los que le teméis, pequeños y grandes. 

Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo, 
alegrémonos y gocemos y démosle gracias. 

Llegó la boda del Cordero, 
su esposa se ha embellecido. 

Aleluya. 

Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en el principio, ahora y siempre, 
Por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 3: Alegrémonos y gocemos y demos gracias a Dios, porque llegó la boda del Cordero.

LECTURA BREVE: (St 3,17-18) 
La sabiduría que viene de arriba ante todo es pura y, además, es amante de la paz, comprensiva, dócil, llena de misericordia y buenas obras, constante y sincera. Los que procuran la paz están sembrando la paz, y su fruto es la justicia. 

RESPONSORIO BREVE:
V. En la asamblea le da la palabra.
R. En la asamblea le da la palabra.
V. La llena de espíritu, sabiduría e inteligencia.
R. Le da la palabra.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En la asamblea le da la palabra.

Antífona Magnificat: Quien cumpla y enseñe mi ley será grande en el reino de los cielos.

MAGNIFICAT:
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el todo poderoso ha hecho obras grandes en mí,
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abrahán y su descendencia para siempre.

Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en el principio, ahora y siempre, 
Por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona Magnificat: Quien cumpla y enseñe mi ley será grande en el reino de los cielos.

PRECES 
Alabemos con gozo a Cristo, que elogió a los que permanecen vírgenes a causa del reino de los cielos, y supliquémosle, diciendo: 
Jesús, rey de las vírgenes, escúchanos. 
Oh Cristo, que como esposo amante colocaste junto a ti a la Iglesia, sin mancha ni arruga, 
— haz que esta Iglesia sea siempre santa e inmaculada. 
Oh Cristo, a cuyo encuentro salieron las vírgenes santas con sus lámparas encendidas, 
— no permitas que falte nunca el óleo de la fidelidad en las lámparas de las vírgenes que se han consagrado a ti. 
Señor Jesucristo, a quien la Iglesia virgen ha guardado siempre fidelidad intacta y pura, 
— concede a todos los cristianos la integridad y la pureza de la fe. 
Tú que concedes hoy a tu pueblo alegrarse por la festividad de santa Teresa de Jesús, 
— concédele también gozar siempre de su valiosa intercesión. 
Tú que recibiste en el banquete de tus bodas a las vírgenes santas, 
— admite benigno a los difuntos en el convite festivo de tu reino. 
Se pueden añadir algunas intenciones libres.

PADRE NUESTRO

ORACIÓN:
Señor Dios nuestro, que por tu Espíritu has suscitado a santa Teresa de Jesús, para mostrar a tu Iglesia el camino de la perfección, concédenos vivir de su doctrina y enciende en nosotros el deseo de la verdadera santidad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

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