10 octubre 2014

Vísperas 10 de octubre de 2014


V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en el principio, ahora y siempre, 
Por los siglos de los siglos. Amén.

HIMNO
¿Quién es este que viene, 
recién atardecido, 
cubierto por su sangre 
como varón que pisa los racimos? 

Éste es Cristo, el Señor,
convocado a la muerte,
glorificado en la resurrección.

¿Quién es este que vuelve, 
glorioso y malherido, 
y a precio de su muerte 
compra la paz y libra a los cautivos? 

Éste es Cristo, el Señor,
convocado a la muerte,
glorificado en la resurrección.

Se durmió con los muertos 
y reina entre los vivos; 
no le venció la fosa, 
porque el Señor sostuvo a su elegido. 

Éste es Cristo, el Señor,
convocado a la muerte,
glorificado en la resurrección.

Anunciad a los pueblos 
qué habéis visto y oído; 
aclamad al que viene 
como la paz, bajo un clamor de olivos. 

Antífona 1: El Señor es grande, nuestro dueño más que todos los dioses.

SALMO 134: Himno a Dios, realizador de maravillas
Alabad el nombre del Señor,
alabadlo, siervos del Señor,
que estáis en la casa del Señor,
en los atrios de la casa de nuestro Dios.

Alabad al Señor porque es bueno,
tañed para su nombre, que es amable.
Porque él se escogió a Jacob,
a Israel en posesión suya.

Yo sé que el Señor es grande,
nuestro dueño más que todos los dioses.
El Señor todo lo que quiere lo hace:
en el cielo y en la tierra,
en los mares y en los océanos.

Hace subir las nubes desde el horizonte,
con los relámpagos desata la lluvia,
suelta los vientos de sus silos.

El hirió a los primogénitos de Egipto,
desde los hombres hasta los animales.
Envió signos y prodigios
-en medio de ti, Egipto-
contra el Faraón y sus ministros.

Hirió de muerte a pueblos numerosos,
mató a reyes poderosos:
a Sijón, rey de los amorreos,
a Hog, rey de Basán,
a todos los reyes de Canaán.
Y dio su tierra en heredad,
en heredad a Israel, su pueblo.

Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en el principio, ahora y siempre, 
Por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: El Señor es grande, nuestro dueño más que todos los dioses.

Antífona 2: Casa de Israel, bendice al Señor, tañed para su nombre, que es amable.

SALMO 134 (continuación)
Señor, tu nombre es eterno;
Señor, tu recuerdo de edad en edad.
Porque el Señor gobierna a su pueblo
y se compadece de sus siervos.

Los ídolos de los gentiles son oro y plata,
hechura de manos humanas:
tienen boca y no hablan,
tienen ojos y no ven,

tienen orejas y no oyen,
no aliento en sus bocas.
Sean lo mismo los que lo hacen,
cuantos confían en ellos.

Casa de Israel, bendice al Señor;
casa de Aarón, bendice al Señor;
casa de Leví, bendice al Señor;
fieles del Señor, bendecid al Señor.

Bendito sea en Sión el Señor,
que habita en Jerusalén.

Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en el principio, ahora y siempre, 
Por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 2: Casa de Israel, bendice al Señor, tañed para su nombre, que es amable.

Antífona 3: Vendrán todas las naciones y se postrarán en su acatamiento, Señor.

CÁNTICO: Himno de adoración
Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!

¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.

Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en el principio, ahora y siempre, 
Por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 3: Vendrán todas las naciones y se postrarán en su acatamiento, Señor.

LECTURA BREVE: (St. 1, 2 - 4)
Hermanos míos: Teneos por muy dichosos cuando os veáis asediados por toda clase de pruebas. Sabed que, al ponerse a prueba vuestra fe, os dará constancia. Y si la constancia llega hasta el final, seréis perfectos e íntegros, sin falta alguna. 

RESPONSORIO BREVE:
V. Cristo nos amó y nos ha librado por su sangre.
R. Cristo nos amó y nos ha librado por su sangre.
V. Nos ha convertido en un reino y hecho sacerdotes de Dios.
R. Por su sangre.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Cristo nos amó y nos ha librado por su sangre.

Antífona Magnificat: El Señor nos auxilia a nosotros, sus siervos, acordándose de su misericordia.

MAGNIFICAT:
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el todo poderoso ha hecho obras grandes en mí,
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abrahán y su descendencia para siempre.

Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en el principio, ahora y siempre, 
Por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona Magnificat: El Señor nos auxilia a nosotros, sus siervos, acordándose de su misericordia.

PRECES
Invoquemos al Hijo de Dios, a quien el Padre entregó por nuestras faltas y lo resucitó para nuestra justificación, diciendo:
Señor, ten piedad. 
Escucha, Señor, nuestras súplicas, perdona los pecados de los que se confiesen culpables, 
- y, en tu bondad otórganos el perdón y la paz. 
Tú que, por medio del Apóstol, nos has enseñado que donde se multiplicó el pecado sobreabundó mucho más la gracia, 
- perdona con largueza nuestros muchos pecados.
Hemos pecado mucho, Señor, pero confiamos en la misericordia infinita; 
- vuélvete a nosotros para que podamos convertirnos a ti.
Salva a tu pueblo de sus pecados, Señor, 
- y sé benévolo con nosotros.
Tú que abriste las puertas del paraíso al ladrón arrepentido, que te reconoció como salvador,
- ábrelas también para nuestros difuntos.
Se pueden añadir algunas intenciones libres.

PADRE NUESTRO

ORACIÓN:
Señor, Padre santo, que quisiste que tu Hijo fuese el precio de nuestro rescate, haz que vivamos de tal manera que, tomando parte en los padecimientos de Cristo, nos gocemos también en la revelación de su gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

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