13 octubre 2014

Papa Francisco: No reducir el Reino de Dios dentro de los límites de la "iglesia"



Queridos hermanos y hermanas:

En el Evangelio de este domingo, Jesús nos muestra la respuesta a la invitación de Dios representado por un rey-para asistir a un banquete de bodas (cf. Mt -14 22,1). La invitación tiene tres características claves: gratuidad, anchura, universalidad. 
Los invitados son muchos, pero algo sorprende: Ninguno de los elegidos se compromete a participar en las festividades, tienen otras cosas que hacer. De hecho algunos muestran indiferencia, distanciamiento, incluso molestia. Dios es bueno con nosotros, nos da gratis su amistad, su alegría, su salvación, pero muchas veces no aceptamos sus dones, tenemos primeros y ante todo nuestras preocupaciones, nuestros intereses materiales.

Algunos invitados  hasta llegaron a matar a los sirvientes que entregan la invitación. Pero, a pesar de la falta de interés en la llamada, el plan de Dios no se interrumpe. Ante la negativa de los primeros invitados, el Rey no está desanimado, no suspende la fiesta, invita más allá de cualquier límite razonable y envía a sus siervos a las plazas y el cruce de las carreteras para reunir a todos aquellos que se encuentran. Estas personas son pobres, abandonados, buenos y malos, sin distinción. Y la sala se llena de "excluidos". El Evangelio, rechazado por algunos, es una inesperada bienvenida en tantos otros corazones.

La bondad de Dios no tiene fronteras y no discrimina a nadie: Esta fiesta de regalos del Señor es universal, para todo el mundo. Todo el mundo se da la oportunidad de responder a su invitación a su llamada. Nadie tiene el derecho de sentirse privilegiado o reclamando una exclusiva. Todo esto nos lleva a posicionarnos en el centro, abrirnos a los suburbios, reconociendo que incluso aquellos que están en los márgenes tienen la generosidad de Dios. Todos estamos llamados a no reducir el Reino de Dios dentro de los límites de la "iglesia", sino a ampliar el tamaño de la iglesia unida de Dios.

Sin embargo, existe una condición de permanecer en este banquete de bodas: llevar su vestido de boda. Este episodio nos recuerda que, por fe, ya hemos participado en la fiesta del Señor y disfrutamos de sus dones que nos apoyan en nuestro viaje. Sin embargo, nosotros no podemos decir que llevamos el vestido de boda si no vivimos en el amor de Dios y al prójimo. Fe requiere el testimonio de caridad, se manifiesta en actitudes concretas de solidaridad y servicio a nuestros hermanos, especialmente los más vulnerables, los más débiles y entre ellos, hay quienes son perseguidos.

Encomendamos a la intercesión de María, los dramas y las esperanzas de tantos de nuestros hermanos y hermanas que son perseguidas por motivos de fe, e invocamos su protección también en los trabajos del Sínodo de los obispos ha reunido estos días en el Vaticano.

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