Te presentamos, Padre, nuestros deseos y peticiones para que nuestro corazón pueda latir al ritmo de tu vida como Señor de la Historia.
* Para que la Iglesia sepa dejarle a Dios la iniciativa de su obra de salvación en el mundo, sin querer acapararla en el círculo estrecho de su propia organización y sus instituciones.
* Para que aparezcan en el mundo verdaderos liberadores creadores de vida, sean de la nación, raza o credo que sean, como instrumentos de Dios, único Señor de la Historia.
* Para que no pongamos nunca en competencia a Dios y al Estado, sino que logremos vivir en una sana laicidad, defendiendo siempre la vida y el derecho de los pobres e indefensos, como justicia y derecho de Dios, Padre de todos.
* Que comprendamos, unos y otros, que los impuestos no son tesoro y propiedad del Estado, sino administradores de los bienes de todos a favor del Bien Común. Que los cumplamos honradamente y que exijamos su justa distribución.
* Por todos los misioneros, sacerdotes, religiosos y laicos, que nunca pierdan el ánimo en tantas dificultades como surgen en nuestro mundo y se entreguen de verdad al servicio de los más pobres.
* Por todos nosotros, llamados también a la evangelización, para que vivamos una fe activa, un amor esforzado y una esperanza resistente, y así anunciemos de modo creíble la Buena Noticia de Dios, Padre y amigo de la vida.
Escucha, Padre, nuestra oración y ayúdanos a ser ciudadanos responsables según lo desea tu corazón.
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