09 octubre 2014

Guión Litúrgico 2. Domingo 12 de octubre

DOMINGO 12 DE OCTUBRE DE 2014
DOMINGO XXVIII DURANTE EL AÑO

PREPARACIÓN: 
Antes de la salida del celebrante

Celebramos hoy el domingo vigésimo octavo del tiempo ordinario, y nos reunimos para nuestra Eucaristía dominical, en la que seremos alimentados con la Palabra y con el Pan de los fuertes, que robustece nuestra debilidad, lanzándonos a una religiosidad comprometida con el Evangelio y su anuncio a todos los hombres.

AMBIENTACIÓN: 
Luego del saludo inicial y antes del acto penitencial

El Señor nos presenta hoy la imagen de su Reino, expresándonos claramente que estamos llamados a participar en el banquete de fiesta que Él ha preparado para todos los hombres y todos los pueblos de la tierra. Y Él espera que aceptando su invitación, concurramos con alegría y gozo, vistiendo el traje de fiesta, el vestido de justicia y santidad.


1ª. LECTURA:  ((Is 25, 6-10a)     (Ver texto)

Este texto profético nos muestra en una visión escatológica, la salvación total y definitiva, en forma de un banquete al que todos somos invitados.

SALMO RESP.:      (22, 1-6)    (Ver texto)

                    R.     El Señor nos prepara una mesa.

2ª. LECTURA:     (Flp 4, 12-14. 19-20)     (Ver texto)

El apóstol nos da aquí la regla de oro para todo el que quiere ser discípulo de Cristo y proclamar el Evangelio a todos los hombres.

EVANGELIO:    (Mt 22, 1-14)    (Ver texto)

Escuchemos ahora, en las palabras del mismo Jesús, la universalidad del llamado al Reino de Dios.

ORACIÓN DE LOS FIELES:

CELEBRANTE:

Queridos hermanos, con total confianza que nuestro Padre escucha lo que con fe le pedimos, presentémosle  las oraciones de esta asamblea, por la salvación de todos los hombres.

GUÍA:  A cada una de las peticiones responderemos orando:

"SEÑOR, QUE SEPAMOS RESPONDER A TU LLAMADO"

v Señor, al pedirte por la Santa Iglesia y el Papa Francisco, para que no rechacemos tu invitación, y la recibamos con la alegría de que sales a nuestro encuentro en el camino de la vida, te pedimos…

v Señor, al pedirte por nuestros Obispos y nuestros sacerdotes, para que junto a ellos formemos una comunidad diocesana que anuncie sin cesar la buena noticia del banquete del Reino, te pedimos…

v Señor, al pedirte por nuestra patria, para que haciendo que tu Hijo vuelva a ser el centro de nuestra sociedad y nuestras familias, ella viva nuevamente de acuerdo con tu Evangelio, te pedimos…

v Señor, al pedirte por nuestros hermanos que se encuentran sufriendo, en sus cuerpos o en sus espíritus, para que descubriendo que están llamados al banquete del Reino renazca en ellos la esperanza, te pedimos…

v Señor, al pedirte que participemos de tu Eucaristía, vistiendo el traje de la hermandad y de la alegría, del optimismo y de la ilusión, de la esperanza y de la confianza, te pedimos…

CELEBRANTE:

Dios y Padre nuestro, que quieres que todos los hombres se salven y vengan al conocimiento de la verdad, ayúdanos a trabajar cada día con mayor entrega en la salvación de los hombres, para que junto a nuestros hermanos, incorporados a tu Iglesia, podamos llegar a tu Reino. Te lo pedimos por Cristo, nuestro Señor.

PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS:

Ofrezcámonos ahora al Padre, con un sincero deseo de servirlo a Él, a su Iglesia y a cada uno de nuestros hermanos, sobre todo, a los más necesitados.

Al término del “Lavatorio de Manos” y cuando el celebrante vuelve al centro del altar y antes de la oración siguiente, se hace poner de pie a la asamblea

DIÁLOGO DEL PREFACIO:
Al iniciarse el Prefacio (antes de "El Señor esté con vosotros")

Con la alegría que nos produce el saber que somos hijos de Dios, alabémoslo porque es Él quien nos ha llamado a formar parte de su Reino y quiere extenderlo a todos los hombres.

COMUNIÓN:

Que nuestro encuentro con Cristo, que se da a nosotros en la Eucaristía, nos ayude a brindarnos y a entregarnos más a nuestros hermanos, a servirlos y a comunicarles nuestra fe.

DESPEDIDA:


Al despedirnos recordemos que cada uno de nosotros es un llamado, no porque tengamos algún merito personas, ya que somos llamados sin ningún privilegio, para participar del banquete definitivo del Reino, para el que debemos vestir el traje nupcial.

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