11 septiembre 2014

Vuestras reflexiones...VENERAR LA CRUZ PRESTANDO ATENCIÓN A LOS HERIDOS de Antonio Martínez

VENERAR LA CRUZ PRESTANDO ATENCIÓN A LOS HERIDOS

“Planta tus huellas de peregrino/ como besos de valiente solidaridad/ sobre la carne de la madre Tierra./ Fija tus ojos, cálidos con el ocaso,/ como lámparas de aceite/ que brillan en la vigilia universal del tiempo./ Cardenales de Roma,/ aún hermanos míos:/ ¿qué somos/ si no somos una Pascua viva?;/ ¿qué celebramos/ si no celebramos toda la sangre del mundo en cada misa?/ No me quitéis la sangre de los mártires/ que desborda el cáliz que nutre mi coraje./ Si nos quitáis el supremo testimonio de la sangre,/ ¿qué quedará para los pobres del sur?/ Maldita la cruz que decora la pared/ del banco de un opresor,/ o que preside tras un trono insensible,/ dentro un escudo de armas,/ sobre un escote tentador,/ ante los ojos del miedo./ Maldita la cruz impuesta por el poderoso/ sobre el pobre,/ en nombre de Dios, quizá./ Maldita la cruz que la Iglesia justifica/ -en nombre de Cristo, quizá-/ en lugar de arder en las llamas de la profecía./ Maldita la cruz que no puede ser la Cruz./ Asegúrate de que la gracia y la ternura/ llenen de vino nuevo tu vasija de barro.” (Pedro Casaldáliga)
Siempre me impresiona
los gestos de respeto ante el crucificado
y los atravesados por los clavos
del poder en su desdichado
propósito de repartir cruces
a su santo antojo.


Nos santiguamos para contravenir
sus planes dolorosos
de cortes y recortes,
de repartir nuestra ropas como “souvenirs”,
soledad compartida por multitud de hambrientos
por un sistema que sacia creando sedientos,
escuchad al árbol de madera humilde:

desclavad a estas víctimas
con nombre propio puestas aquí como escarnio
para dispersar el miedo entre las gentes sencillas,
para paralizar los resortes solidarios.

La veneración alcanza pleno sentido
si escucha a los necesitados,
si levanta del suelo al abatido,
si abate las cruces sin sentido,
hacer de la cruz el sendero
que proscribe los atajos de injusticia,
retornando al bosque de hojas
no al de gotas de sangre,
verdor sanador
frente a la anemia maldita.

(Antonio Martínez, Valladolid)

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