EL MADERO CON LA CANCELA ABIERTA
"Tu
blando silbo de Buen Pastor nos llama./ Tu corazón reclama, impaciente, a todos
los marginados,/ a todos los prohibidos./ Tú nos conoces bien, y nos
consientes,/ hermano de cruz y cómplice de sueños,/ compañero de todos los
caminos,/ ¡Tú eres el Camino y la Llegada."(Pedro Casaldáliga)
Signo
permanente
de un
madero singular,
huella
indeleble
de la
entrega sin medida,
acogedora
de lo plural,
sanadora
en las heridas,
levantadora
de tumbas,
medicina
natural en la agonía
desde
la escucha callada y madura.
Doliente
reclamo
de
profecía
en
grito potente de resurrección.
Clavado
en la tierra,
germinal
espiga
aupando
al caído,
soñando
en la realidad
de un
Reino de Vida:
la
libertad curada y asumida de la magulladura.
No damos
gracias
por
este brazo de tortura;
compartimos
la humanidad de tempestad y bruma,
el
milagro desapropiado de la cercana gracia:
la de
sudor y sangre,
gozo,
lamento,
brisa
que hace crujir este leño
como
recuerdo que es presencia,
memorial
reverdecido
de
testimonio y escándalo;
accesible
compañero en el camino paso a paso
de
Getsemaní a cada hogar.
No
encerréis a quien lanza
a los
espacios abiertos
y
descorre los cerrojos
para
tocar ese trozo
de
sangre enamorada
que
corrió por las venas del maestro:
Jesús,
el árbol que abraza,
la
santidad humana que nos guía.
(Antonio Martínez. Para desclavar de
la cruz con fuerza viva)
"Y
así dijo el Señor: ¡Vuelva la Vida, y que el Amor redima la condena! La gracia
está en el fondo de la senda, y la salud naciendo de la herida. Ablándate,
madero, tronco abrupto de duro corazón y fibra inerte; doblégate a este peso y
esta muerte que cuelga de tus ramas como un fruto. Tú, solo entre los árboles
crecido para tender a Cristo en tu regazo; tú, el arca que nos salva; tú, el
abrazo de Dios con las víctimas diarias de lo injusto." (Himno litúrgico
de Viernes Santo)
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