10 agosto 2014

Ideas para la homilía. Asunción de María 15 de agosto

1.- MARÍA NOS MUESTRA UNA MANERA DIFERENTE DE VIVIR

Por Pedro Juan Díaz

1.- En mitad de un mes de agosto caluroso, la Iglesia nos presenta a la Madre que hoy asciende al cielo, como regalo de su hijo Jesús, que la quiso preservar de la muerte. En definitiva, es un recordatorio sobre nuestra vida y nuestra fe, que al final serán también una victoria sobre la muerte y sobre todo lo negativo que hay en nuestro mundo y en nosotros. Y eso lo expresan muy bien las lecturas de hoy.

2.- La primera lectura es del libro del Apocalipsis, un libro bastante desconocido por los propios cristianos. Quizá alguien, al oír todo aquello de la mujer vestida de sol y estrellas y del dragón de las cabezas y los cuernos habrá pensado en historias de ciencia-ficción con extraños seres de otras galaxias. Y, sin embargo, la primera lectura no nos contaba ningún cuento, sino que precisamente nos explicaba por qué los cristianos creemos que la vida de las personas es toda ella una llamada a la fiesta, a la alegría. Y nos lo explicaba quizá del mejor modo que esas cosas pueden explicarse: con imágenes, como una historieta.


3.- Una mujer llena de luz, una mujer que reúne todas las esperanzas de las personas, toda nuestra historia de ilusiones y desencantos, todo el camino que la humanidad entera ha realizado desde el principio con sus aciertos y sus dificultades. Y de ahí, de esa mujer, de esa historia, con el dolor de un parto, nace un niño, un hijo que va a cumplir todas esas esperanzas. Un niño que se pone al frente de la humanidad para conducirla, para guiarla. Un niño que es el Mesías y que representa a todos aquellos que con la fuerza del Mesías se esfuerzan por construir esas esperanzas, colaboran en que se haga realidad ese sueño de vida que la humanidad alimenta en el fondo de su corazón.

4.- Y luego viene la segunda parte de la historia: el dragón esperando enfrente de la mujer, enfrente de la humanidad, dispuesto a tragarse el niño en cuanto naciera, dispuesto a hacer imposible que las esperanzas de los hombres se conviertan en realidad. El dragón, la bestia, todo aquello (la cerrazón, el ídolo del dinero, la envidia, el afán de dominio de los hombres y las naciones), todo aquello que en el mundo impide que los hombres puedan vivir de verdad el gozo y la fiesta de la esperanza, el gozo y la fiesta de Dios. Y no sólo eso: también la enfermedad, también la impotencia ante nuestras limitaciones, también, finalmente, la muerte. Pero la conclusión de todo no será --dice la lectura—la victoria de la bestia. La conclusión, nos dice la historia, será la victoria de Dios, la victoria de aquel hijo, la victoria, en definitiva de la mujer. Al final ganará la esperanza, ganará la promesa de Dios, ganará, en definitiva, la humanidad.

5.- Y en la segunda lectura, San Pablo, como si de un himno se tratara, se complace hablando a los cristianos de la ciudad de Corinto de lo que Dios les promete: Jesucristo ha resucitado y como él todas las personas estamos llamados a vivir con toda plenitud. Jesús ha sido el primero que ha alcanzado la vida plena, la perfección del ser hombre. Y como él todas las personas, la humanidad entera, están llamadas a avanzar hacia esa perfección.

6.- En Jesús tenemos la certeza de que nuestro camino humano es un camino que lleva hacia la superación de todo cuanto haya de mal en nuestra vida: la supresión de toda esclavitud, de toda envidia de todo poder y fuerza que coloque a unas personas por encima de otras. Esta segunda lectura nos dice que, si sabemos mirar las cosas, podemos descubrir a cada momento la verdad de que nuestro mundo camina hacia una relación más fraterna entre las personas. Aunque a menudo no lo parezca, aunque a veces pensemos que las cosas van cada vez peor, siempre podemos ver en torno nuestro realidades de amor, pequeñas o grandes; siempre podemos ver que la lucha solidaria puede suprimir una injusticia, siempre podemos ver que, pese a todo, también nosotros somos capaces de esforzarnos para poner a nuestro alrededor amor y no egoísmo, paz y no dominio, buena voluntad y no ganas de ser más que los demás.

2.- BENDITA ENTRE TODAS LAS MUJERES

Por José María Martín OSA

1.- Dispuesta a compartir y a servir. María se puso en camino, y con buena marcha, al encuentro de Isabel, No iba a comprobar las señales anunciadas. Ni mucho menos para contar su experiencia extraordinaria movida por la vanidad. Iba para estas tres cosas: para felicitar, para compartir y para servir. Iba, como se ve, movida solamente por el amor. Por eso tiene prisas, porque el amor es fuerza quemante. La Virgen de la Visitación es la Virgen de la Fe, la Esperanza y la Caridad. Isabel llama dichosa a María porque ha creído y no solo porque es la Madre del Señor. Más tarde, Jesús, respondiendo a una mujer que bendice a su madre por haberlo llevado en sus extrañas, dirá que la verdadera dicha consiste en creer en la palabra de Dios y en practicarla. En otra ocasión afirmará que su madre y sus hermanos son todos los que creen en el evangelio que predica. Isabel ha reconocido en el hijo de María a "su Señor". Por eso llama a María la más bendita entre todas las mujeres. Si cualquier hijo es una bendición de Dios para su madre, mucho más lo será aquel hijo que es bendito delante de Dios y por quien han sido bendecidos todos los hijos de mujer. En lenguaje bíblico se llama "visita" de Dios a su pueblo a la acción salvadora de Dios, a la intervención de Dios en beneficio de su pueblo. Dios, que ha visitado a su pueblo por medio de profetas, ahora lo visita definitivamente por medio de su propio Hijo.

2.- María está muy cerca de nosotros. Celebramos hoy que María fue elevada en cuerpo y alma a la gloria del cielo. ¿Acaso así está alejada de nosotros? Al contrario. Precisamente al estar con Dios y en Dios, está muy cerca de cada uno de nosotros. Cuando estaba en la tierra, sólo podía estar cerca de algunas personas. Al estar en Dios, que está cerca de nosotros, más aún, que está "dentro" de todos nosotros, María participa de esta cercanía de Dios. Al estar en Dios y con Dios, María está cerca de cada uno de nosotros, conoce nuestro corazón, puede escuchar nuestras oraciones, puede ayudarnos con su bondad materna. Nos ha sido dada como "madre" a la que podemos dirigirnos en cada momento. Ella nos escucha siempre, siempre está cerca de nosotros; y, siendo Madre del Hijo, participa del poder del Hijo, de su bondad. Podemos poner siempre toda nuestra vida en manos de esta Madre, que siempre está cerca de cada uno de nosotros.

3.- María hace el bien porque vive de la palabra de Dios. En el evangelio de hoy hemos escuchado el “Magníficat”, esta gran poesía que brotó de los labios, o mejor, del corazón de María. En este canto maravilloso se refleja toda el alma, toda la personalidad de María. Se puede ver que María, por decirlo así, "se sentía como en su casa" en la palabra de Dios, vivía de la palabra de Dios, estaba penetrada de la palabra de Dios. En efecto, hablaba con palabras de Dios, pensaba con palabras de Dios; sus pensamientos eran los pensamientos de Dios. Al estar inmersa en la palabra de Dios, al tener tanta familiaridad con la palabra de Dios, recibía también la luz interior de la sabiduría. Quien piensa con Dios, piensa bien; y quien habla con Dios, habla bien, tiene criterios de juicio válidos para todas las cosas del mundo, se hace sabio, prudente y, al mismo tiempo, bueno; también se hace fuerte y valiente, con la fuerza de Dios, que resiste al mal y promueve el bien en el mundo. Su fe es confiada, pero no ciega. Pone su confianza en la Palabra, para decir "hágase en mí según tu palabra". De su confianza nace su disponibilidad. El que se instala se encierra en sus "seguridades" y es incapaz de avanzar. En este día de fiesta demos gracias al Señor por el don de esta Madre y pidamos a María que nos ayude a tener su disponibilidad y espíritu de servicio.

3.- LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN

Por Antonio García-Moreno

1.- "El Señor se encolerizó contra Israel: los entregó a tandas de salteadores..." (Jc 2, 14) Con ser ilimitada. La paciencia divina tiene un límite. Así lo ha dispuesto el Señor que es infinitamente sabio y omnipotente...Cuando llega ese límite, estalla la ira de Dios. Entonces el dolor y la angustia irrumpen con fuerza en la existencia humana, aguas turbulentas y caudalosas que todo lo arrasan y lo anegan. Cuando Dios se retira de la vida del hombre, esa vida se convierte en una agonía de muerte que no llega de una vez. Historia de sobresaltos, de lágrimas y de sufrimientos, interminable.

 Sólo queda el recurso de volverse otra vez hacia Dios, sólo en Él puede el hombre encontrar la salvación, el refugio seguro de todos sus miedos y preocupaciones. Esperar y suspirar con el alma lanzada en atrevido vuelo hacia la majestad del Altísimo. Confiar sin tener motivos por uno mismo para ello. Madre mía, esperanza y refugio, ayúdame.

2.- TRIUNFO DE LA MUJER.- San Juan habla con frecuencia de los signos, “semeia” en griego. Incluso, a diferencia de los Sinópticos, llama a los milagros que Jesús realiza con ese término. Así al milagro de Caná le llama “archen ton semeion”, el primero de los signos. De esa forma ve en los prodigios que el Señor realiza una manifestación de su poder y su gloria, una revelación del Misterio de Cristo. Así al narrar el milagro de la multiplicación de los panes y los peces acaba diciendo que Jesucristo es el Pan de vida.

 Es curioso y significativo que en el último de los signos joánicos aparezca, como en el primero, la figura de la Mujer. En Caná intercediendo por aquellos jóvenes esposos y en el Apocalipsis enfrentada al Dragón rojo que intenta matar al hijo que va a nacer. En ambos casos su intervención es providencial. Y lo mismo que consiguió que Jesús convirtiera el agua en vino, de la misma forma conseguirá vencer al Demonio y salvar a sus hijos.

3.- TRIUNFO DE MARÍA.- "Cristo resucitó de entre los muertos como primicia de los que durmieron" (1 Co 15, 20) Jesús abatió a la muerte. Su poder divino devolvió la vida a su cuerpo muerto. Se iniciaba así el desfile triunfal de los vencedores. Es cierto que cuantos van tras de él, para alcanzar la plenitud del triunfo con la participación en la gloria del propio cuerpo, han de esperar aún al último día, cuando el Señor vuelva glorioso a juzgar vivos y muertos. Sin embargo, hay una excepción que confirma esa regla, María Santísima.

En efecto, lo mismo que nadie como ella participó de los sufrimientos del Redentor, de la misma forma nadie como ella debía participar de la victoria de Cristo. Por otra parte, ella fue concebida sin pecado y, por tanto, era lógico que no sucumbiera al poder de la muerte como los demás hombres. Así lo reconocieron los cristianos desde los primeros tiempos. Por fin, la Iglesia se pronunció solemnemente y por medio del Papa Pío XII declaró el dogma de la Asunción de María en cuerpo y alma a los cielos.

4.- TODAS LAS GENERACIONES.- Isabel exclama gozosa ante la presencia de la Virgen María: "Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre...". Tan sólo llegar y ya ha sentido el alborozo del niño que late en sus entrañas desde hace seis meses, los suficientes para hacerse sentir en el seno de su madre ante la cercanía de la Madre del Señor. El Hijo de Dios, escondido también, pero vivo ya, en el seno virginal de María... Misterio profundo que sólo mediante la fe podemos comprender un poco y aceptar rendidos.

 Cercanía de la Virgen que suscita admiración y gozo, cantos de amor y de esperanza a nuestra Madre y Señora. También nosotros hemos de unir nuestras voces al coro de las alabanzas, que todas las generaciones cantan a la Bienaventurada Virgen María. Pero no olvidemos que nuestro mejor poema, no se hace con palabras sino con obras, con una vida semejante a la de Santa María, "Maestra en el sacrificio escondido y silencioso", como le gustaba recordar a San Josemaría Escrivá.

4.- "ASCENDE SUPERIUS"

Por Gabriel González del Estal

1. Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi salvador, porque ha mirado la humillación de su esclava. En latín, “ascende superius” significa “sube más arriba“. Es lo que dijo el anfitrión a aquel invitado a la boda que, con humildad, se había ido a colocarse en el último lugar de la mesa, tal como nos lo cuenta San Lucas en el capítulo 14 de su evangelio. Me he acordado de esta frase porque yo creo que esta frase se puede aplicar muy bien hoy a la Virgen María, asunta al cielo. Porque María, como aquél humilde invitado a la boda, nunca buscó los primeros puestos, ni lugares destacados, en su vivir diario. Entendió su vida, la vida de cada día, como un servicio humilde a su esposo, José, y a su hijo, Jesús. Siempre creyó que, si Dios la había elegido a ella para ser la madre de su Hijo, lo había hecho precisamente por pura magnanimidad divina y en atención a que ella siempre se había considerado como la humilde esclava del Señor. De hecho, los evangelios apenas hablan de María y, cuando lo hacen, no es para ensalzar sus méritos propios, sino para resaltar la grandeza de Dios que le ha encomendado a ella, su humilde esclava, la gran misión de traer al mundo al mismísimo Hijo de Dios. El evangelio, según San Lucas, escogido hoy para hablarnos del anuncio del ángel y de la respuesta de María yo creo que es muy apropiado para entender el sentido de esta fiesta. Es el cántico del “Magníficat“, ese maravilloso cántico que María entona, llena de humildad y agradecimiento, al Dios de Israel. Si nos fijamos bien y si meditamos con profundidad las palabras de este himno, podremos comprobar que María nunca habla, ni piensa, en algún mérito suyo; sólo se fija en la inmensa grandeza y gracia de su Señor. Lo que proclama su alma no es su propia grandeza, sino la “grandeza del Señor“; si se alegra no es en ella misma, sino “en Dios, su salvador, porque ha mirado la humillación de su esclava“; si piensa en las felicitaciones que le darán las futuras generaciones no cree en ningún momento que se deban a méritos suyos, sino a que “el Poderoso ha hecho obras grandes en ella“; si queda verdaderamente admirada de la fuerza, de la justicia y del poder del Señor, es porque el Señor “hace proezas con su brazo, dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos “. Siempre es el Señor el único grande y digno de alabanza; ella sólo es su humilde esclava. ¿Qué extraño es que el Señor, como el anfitrión del evangelio, le dijera a ella al final de su vida: “ascende superius“, sube hasta el mismísimo cielo?

2. El último enemigo aniquilado será la muerte. La fiesta de la Asunción de María nos dice también, y principalísimamente, que podemos vencer al enemigo de la vida humana más temido, que podemos vencer a la mismísima muerte. El ser humano no ha nacido para morir, no es un ser para la muerte; nuestro destino es vivir. La grandeza de Dios, el poder y la misericordia de Dios, han roto definitivamente las barreras de la muerte. No son nuestros propios méritos los que nosotros debemos hoy ensalzar y magnificar, cuando descubrimos y creemos que podemos vencer a la mismísima muerte, sino que, como María, debemos creer y pensar que es la grandeza, la misericordia y el poder de nuestro Dios, a través de nuestro Señor Jesucristo, el que nos va a regalar generosamente una vida eterna. Por eso, también hoy nosotros, si imitamos a María, podremos entonar el cántico del magníficat: “se alegra nuestra alma en Dios nuestro Salvador, porque ha mirado nuestra humillación y su nombre es santo“. La grandeza es siempre de nuestro Dios, nosotros somos sus humildes servidores.

5.- SE VA… PERO DEJA UN CAMINO

Por Javier Leoz

Amigos; estamos celebrando una de las grandes fiestas de nuestra vida cristiana: LA ASUNCIÓN DE MARIA… LA ASCENCIÓN DE LA VIRGEN. ¡Media España y medio mundo, eleva sus ojos al cielo! ¡Allá, en lo más alto, se abre una ventana para que, a través de ella, pase la Madre del mismo Dios! ¡María!

1. ¡Qué bien nos viene, la imagen de los juegos olímpicos para centrar esta fiesta! ¿Qué es lo que buscan o pretenden los atletas o los deportistas, los países que participan? Competir para ganar. Subir al pódium y con cuantas medallas más y mejor.

Pues mirad esta festividad de la Asunción, me atrevería a decir, es la gran medalla que DIOS da a la Virgen por haber estado ahí, por haber corrido hasta el final, por haber permanecido fiel, por no haber humillado –y esta es la diferencia con los juegos olímpicos- al adversario sino al revés: HABERSE HUMILLADO PARA QUE DIOS HICIERA QUE ELLO QUE TENIA PENSADO

Hoy es el día en que DIOS eleva a la Virgen en el pódium del cielo; le abre sus puertas, la sienta a su lado por haber jugado en limpio con sencillez y obediencia, con pobreza y humildad, con pureza y con disponibilidad…

2. No me extraña que miles de pueblos, parroquias, catedrales, ermitas, hombres y mujeres, continentes, la tengan como punto de referencia en sus vidas. La suerte que tuvo Ella la queremos tener nosotros.

--Si Ella en este día subió a los cielos; nosotros también estamos llamados a juntarnos con la Madre en ese mismo lugar

--Si Ella permaneció hasta el final FIEL a sus principio; que nosotros no los perdamos. La fiesta de la Asunción es precisamente eso: NO PERDER EL NORTE…NO DEJAR QUE NADIE VULGARICE NUESTRA VIDA.

3.- Hoy se habla mucho de la desmotivación que existe en la juventud. De cómo se queman etapas antes de tiempo; ¿pasará dentro de unos años cuando hay tanta ausencia de ideales? Yo tengo una respuesta: TENEMOS QUE LLENAR DE NUEVO DE FONDO A LAS PERSONAS. TENEMOS QUE REARMARLAS DE NUEVO. REHACERLAS DE NUEVO….ante este mundo que lo único que pretende a veces es que miremos exclusivamente a la tierra y nos olvidemos de esos otros valores que emergen del cielo, de esa fuente de felicidad y de fortaleza que nos viene de la FE EN DIOS.

4.- Por ello, en este 15 de agosto, miles, millones de personas, salimos a la calle y acudimos a la Liturgia esplendorosa y triunfal de la Asunción. Con esa intencionalidad, sobre los hombros de muchos cristianos, paseamos y la subimos –para que la Virgen toque un poco con su mano el cielo- sobre nuestros hombros.

Por ello, en este día de gloria, de premio y de gratificación por parte de Dios a la Virgen María, soñamos también con el nuestro: Ella participó en el plan de Dios y, nosotros, si lo hacemos de la misma manera…entraremos por el mismo pórtico por el que María es recibida en medio de cánticos, trompetas y sonrisas celestiales.

5.- Hoy DIOS se la lleva a su lado…porque su cuerpo no puede corromperse en la tierra. Pero todos, tú y yo, nosotros…la tenemos en el corazón pese a quien pese y caiga quien caiga. Pues mirar al cielo y tener fe….conlleva un triunfo; no son las medallas de oro y de plata de los juegos olímpicos, es la alegría de ver un día cara a cara a los nuestros y ver frente a frente el rostro de Cristo de Dios, del Espíritu y de María Virgen. Amén.

6.- PREPARA, MARIA

Un camino por el que pueda  llegar al cielo

Un lugar donde, yo, pueda  descansar en el cielo

Un rincón, desde el que yo  pueda contemplar a Dios

Un oasis, donde pueda vivir  en paz

Un asiento, donde pueda  escuchar la voz del Señor



PREPARA,  MARIA

Una goma, para que Dios  borre mis pecados

Un traje de fiesta, para que  me pueda presentar ante Dios

Un corazón grande, para que  Dios pueda habitar en él

Un calzado nuevo, para que  no ensucie las calles del cielo



PREPARA,  MARIA

Con tu asunción, la hora en  la que yo sea llamado

Con tu asunción, el momento  en el que yo sea partícipe de la gloria de Dios

Con tu asunción, una  escalera por la que acceda al Paraíso

Con tu asunción, un anuncio  de lo que estamos llamados a vivir



PREPARA,  MARIA

Con tus manos, mi alma  dispuesta para Dios

Con tus ojos, miradas  limpias para ver a Dios

Con tus pies, caminos por  los que encuentre al Señor

Con tu humildad, actitudes  de acogida y de perdón



PREPARA,  MARIA

Con tu Asunción, el día en  el que, pueda presentarme ante Dios

Sin más tesoro que la fe

Sin más inversiones que la  caridad

Sin más pretensiones, que la  esperanza

Tu Asunción, María, es un  destello de luz

Que nos enseña el futuro que  nos espera.

Gracias, María.

6.- LA ORACIÓN DE LA VIRGEN MARÍA

Por Ángel Gómez Escorial

1.- Acabamos de escuchar el Magníficat, la oración de la Virgen María, expresada tras los primeros momentos de la visita a su prima, Isabel, en la montaña de Judea. No hay oración más hermosa en toda la escritura ni otra que ofreciese una tan grande trascendencia profética. "Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí" Las generaciones posteriores a María se han postrado ante la maravilla que fue su vida en la tierra, haber sido Madre de Dios y coautora de la Redención. Y luego como permanente intercesora de todas las necesidades de sus hijos. El Magníficat va a continuar marcando la extraordinaria proeza de Dios en la relación con su criatura. Y va a centrar en este sentido la justicia del Reino cuando dice: "Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos." Algún autor ha llamado a este párrafo de la Oración de la Virgen María como "revolucionaria", pero eso es un solo un concepto relativo. Vale más decir que es justa, portadora de justicia divina. No prevalecen junto a Dios los soberbios y despide vacíos a los ricos porque sus riquezas, muy probablemente, procedan de la explotación de los pobres. Despedirlos vacíos es, simplemente, hacer justicia.

2.- La Misa de la solemnidad de la Asunción de María nos ofrece este fragmento del evangelio de San Lucas que contiene el relato de la Visitación. María al saber, por el anuncio del ángel, que su prima está embarazada, acude a visitarla a un remoto y escarpado lugar. Y al llegar, el niño que crece en el seno de Isabel, salta de gozo al reconocer que el Señor Jesús está también muy cerca, en las entrañas de María. Nunca nadie hubiera podido crear un texto tan perfecto de cara a una catequesis favorable a la vida y contraria al aborto. Hace ya más de dos mil años se transcendía la vida real y efectiva situada en el seno materno. Pocos comentarios más hacen falta. El gozo de las dos mujeres, gracias al Espíritu Santo, por la importancia del fruto de su maternidad y la trascendencia futura de las misiones de los dos niños da eternidad a la escena. La vida va a seguir y los hombres podrán salvarse.

3.- En la primera lectura, sacada del Apocalipsis de Juan, se lee un episodio subyugador. Una mujer encinta y coronada con doce estrellas marcha al desierto y la persigue un dragón que quiere devorar el fruto de su vientre. En la tradición de los exegetas dicha mujer es la Iglesia y, por supuesto, el niño es Cristo. Pero es fácil suponer que la escena parece muy adecuada al papel de María. Ya Herodes, que formaba parte reino del mal, busca al Niño Dios para matarle y se produce la matanza de los Inocentes. La presencia de un Salvador en la tierra no podía agradar al Malo que buscaba --busca-- esclavizar con la mentira y el engaño al género humano. Cualquier fuerza contraria a esa posibilidad tiene que ser eliminada. La guerra de la Cruz, la predisposición terrible de los dirigentes religiosos judíos de entonces --y de una parte del pueblo hebreo coetáneo del Señor-- es algo que también puede inscribirse en la el episodio de la mujer y del dragón que nos cuenta el Apocalipsis. Y por ello es lógico que lo leamos hoy en la gran fiesta dedicada a María.

4.- San Pablo entra de lleno en el antagonismo entre vida y muerte en su Primera Carta a los Corintios. Dice: "Si por Adán murieron todos, por Cristo todos volverán a la vida". Y narra el acceso final al Reino de Dios. Todos los enemigos serán doblegados en los últimos días. Y hay uno muy significado: "El último enemigo aniquilado será la muerte". Jesús nos ha prometido la Resurrección y la incorruptibilidad futura de nuestros cuerpos. Es lógico que Él no permitiese la disgregación del cuerpo de su Madre en el sepulcro. Se adelantaba a los demás mortales, como el mismo Jesús había sido primogénito de entre los muertos. Y es esa presencia de la Virgen María --cuerpo y alma-- en la Gloria de Dios lo que hoy celebra todo el orbe católico. Y que nosotros debemos valorar convenientemente.

5.- María, como Madre de toda la humanidad, es nuestra gran intercesora. Generación tras generación de creyentes han sabido descubrir la gracia y la bondad de la Señora como camino importante hacia el mejor entendimiento de la figura de Jesús. María es el mejor atajo para llegar cuanto antes a Cristo. Ella está cerca de nosotros en todo momento y circunstancia. Los tiempos de inquietud y tribulación, cuando todo parece que se mueve bajo nuestros pies, marcan la excelencia de la dedicación de la Virgen María a sus hijos. Una jaculatoria, una mirada dirigida a una imagen es suficiente para que nuestro entorno cambie y nos veamos en la dirección exacta. Jesús no va a negar nada a su Madre, pero ella tampoco nos va negar nada a nosotros que suponga un camino de verdad y de justicia, como muy bien se dice en el canto del Magníficat.

LA HOMILÍA MÁS JOVEN

LA PASCUA DE SANTA MARÍA

Por Pedrojosé Ynaraja

1.- Me irrita cuando a la fiesta que celebramos hoy, le llaman la Virgen de agosto. Tengo la impresión de que la devalúa. Que el Espíritu conduzca a las Iglesias, comunidades y confesiones cristianas a la unión, tendencia que llamamos ecumenismo, supone y exige, entre otras cosas, corregir el lenguaje. Lo de las advocaciones marianas es una de ellas. Mi primera inquietud teológica, pienso, fue en este terreno. En Zaragoza vivíamos muy próximos a la basílica del Pilar. En Burgos asistíamos a misa los domingos en función de las obligaciones profesionales de mi padre. Unos días a la iglesia del Carmen, otros a la de la Merced. Imagino que tendría seis años, cuando le pregunté a mi madre: mamá ¿la Virgen del Carmen, es la misma que la de la Merced? Sí, hijo mío, Virgen no hay más que una.

2.- Si esto fue lo que me enseñaron acertadamente, he observado posteriormente que muchos parece que no se han enterado. He escuchado, incluso a “gente de misa” decir esta Virgen sí que hace milagros, o escucha y atiende, mucho más que otras. Evidentemente se estaba refiriendo a una simple imagen. Consecuencia de ello, viajan muchos kilómetros a pedir a aquella virgen. Una tal actitud no es correcta. No ignoro que resulta mucho más fácil rezar a las doce de la noche en Lourdes, en el lugar que ocupaba Bernadette frente a la gruta, que en otros sitios. Cosa que he hecho más de una vez. Vivir y poder meditar en Nazaret, en el mismo lugar que la Jovencita se arriesgó generosamente a decir Sí a Dios, es un privilegio que facilita la oración que implora intercesión. Basílicas, ermitas y santuarios, a Ella dedicados, guardan el recuerdo vivo de tantas súplicas piadosas. Uno debe respetarlas y añadir las suyas.

3.- Lo importante, sublime y admirable, es que hace 2000 años, hubo una preciosa Chiquilla que vivía en una población de menos 500 habitantes. Preparaba ilusionada la celebración de su matrimonio, cuando se cruzó en su vida un enviado del Altísimo, proponiéndole lo que Ella nunca hubiera imaginado y aceptó. A partir de entonces fue madre del Mesías. Le dio a luz, le cuidó, le acompaño en el trance de su ignominiosa ejecución. Gozó de su resurrección. Acompañó a los discípulos de su Hijo, cuando recibieron al Paráclito. No sabemos nada más de ella, ni donde residió, ni cuanto tiempo vivió.

4.- Acabada su existencia histórica, por un privilegio especialísimo, entró en la Trascendencia, en su totalidad humana. No os enfadéis, mis queridos jóvenes lectores, de que os hable así. Creer que somos cuerpo y alma, encolados entre sí, es concepción griega. Somos materialidad, que cuando enferma trata de curar el médico. Mente, que si se altera ayuda el sicólogo a conseguir paz. Espíritu, que la ayuda de Dios, la Gracia, enriquece y que nadie debe ignorar, ni olvidar. Tres niveles de una sola personalidad, que la muerte trastorna. Nos ayudará a comprender algo el recuerdo de la alteridad materia/energía. O la expresión de Pablo en I Cor, 44 “se siembra un cuerpo natural, resucita un cuerpo espiritual. Pues si hay un cuerpo natural, hay también un cuerpo espiritual”.

5.- Lo que hoy celebramos es este paso, que no sabemos cómo, lo dio Santa María. Sin sufrir corrupción alguna, aquí está el prodigio. El paso a la Eternidad también nosotros lo daremos. Sufriremos, eso sí, la alteración que tanto tememos, el morir y la muerte misma. Tener presente que en esta eternidad no solamente existe ya Jesús, con la grandeza de su humanidad, añadida a la divina, sino también su Madre, que nos ama y protege, es un gran consuelo y motivo de esperanza.

6.- En Jerusalén, muy cerca del huerto de Getsemaní, está el sepulcro. Algunos piensan que Ella encargó que se lo preparasen, pero que no llegó a ocuparlo. Otros opinan que acabó sus días en Éfeso. La Asunción, según solemnes palabras de Pio XII, no menciona como ocurrió el final. Las Iglesias Orientales, a la fiesta de hoy, llaman de la Dormición y en Jerusalén lo celebran muy solemnemente.

Por mi parte, creo que murió plácidamente y le pido en cada Avemaría que rezo, que así sea la mía. Cuando voy a Tierra Santa, nunca dejo de visitar su sepulcro, dentro de la iglesia griega, en el valle del Cedrón, y pasar un rato de meditación y súplica.

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