05 agosto 2014

Comentario al Evangelio de hoy, 5 agosto

Pedro Belderrain, cmf
Queridos hermanos y hermanas,
Puede que hoy vuelva a darse la diversidad de textos proclamados en la celebración a la que nos referíamos ayer. Pero en todo caso la lectura del capítulo 14 de la obra de Mateo nos deja algunas enseñanzas interesantes: el Señor, compasivo y lleno de lástima, se vuelca en los demás; se preocupa de quienes han quedado en el campo sin alimento, de quienes sienten miedo y son incapaces de encarar la dificultad, de quienes le acercan enfermos y lisiados. Pero al mismo tiempo Jesús busca expresamente ratos para orar, para quedarse a solas cara a cara con el Padre. Impresiona ver cómo tras preocuparse tanto del descanso de los discípulos y de la gente Jesús no concede importancia al suyo.
Es evidente que tienen razón quienes nos invitan a desenmascarar la imagen de un Cristo desencarnado, despreocupado de la suerte de los débiles, indiferente al devenir del tiempo y de las causas de sus contemporáneos. ¡ese no sería el Cristo de la fe! Pero también la tienen quienes nos advierten del peligro de hacer del profeta de Nazaret un simple agitador social sólo preocupado por la justicia y el bienestar de los despreciados por el sistema: ¡Jesús es mucho más! Y en él se hace realidad por excelencia esa síntesis de quien vive absolutamente pendiente del Padre y por eso mismo desviviéndose por los hermanos.
Bajo advocaciones muy diversas cientos de iglesias particulares evocan hoy -5 de agosto- a la Virgen nuestra Madre. Algunas comunidades celebran ‘la Virgen Blanca’, otras ‘la de las Nieves’; otras ‘nuestra señora de África’. Estemos donde estemos, sintámonos en comunión singular con estos últimos: María, nuestra señora de África. Compartamos su preocupación por miles de familias que no pueden vivir con dignidad en su tierra y en sus pueblos. Oremos para que se ablande el corazón de quienes moramos en otros continentes y abramos nuestra vida a los hermanos y hermanas africanos. Demos gracias al Padre por la valentía con que muchos cristianos de ese continente confiesan hoy la fe y la anuncian en sus países y en otras partes del mundo.
Señor, sigue animándonos a no tener miedo. Virgen de África, cuida de tus hijos.

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