20 marzo 2014

Papa Francisco: Catequesis en la festividad de san José

Hoy, 19 de marzo, celebramos la fiesta solemne de san José, Esposo de María y Patrono de la Iglesia Universal. Así que dedicamos esta catequesis a él, que se merece toda nuestra gratitud y devoción por como ha sabido custodiar a la Virgen Santa y al Hijo Jesús. Ser custodio es la característica de José, su gran misión, ser custodio.

Hoy quisiera retomar el tema de la custodia con una perspectiva particular: la perspectiva educativa. Miremos a José como el modelo de educador, que custodia y acompaña a Jesús en su camino de crecimiento "en sabiduría, edad y gracia", como dice el Evangelio. Él no era el padre de Jesús. El padre de Jesús era Dios, pero él hacia las veces de papá de Jesús. Hacia de padre de Jesús para ayudarle a crecer. ¿Y cómo le ha ayudado a crecer? En sabiduría, edad y gracia.
Empecemos por la edad, que es la dimensión más natural, el crecimiento físico y psicológico. José, junto con María, se ha encargado de Jesús, en primer lugar, desde este punto de vista, es decir, que lo ha "criado", preocupándose de que no le faltara lo necesario para un desarrollo saludable. No olvidemos que la custodia atenta de la vida del Niño también ha implicado la huida a Egipto, la dura experiencia de vivir como refugiados -José ha sido un refugiado, con María y Jesús- para escapar de la amenaza de Herodes. Luego, una vez de vuelta a la patria y establecidos en Nazaret, hay un largo período de la vida oculta de Jesús en el seno de su familia. En aquellos años, José enseñó a Jesús también su trabajo. Jesús ha aprendido a ser carpintero con su padre José. Así, José ha criado a Jesús.
Pasemos a la segunda dimensión de la educación, la de la "sabiduría". José ha sido para Jesús ejemplo y maestro de esta sabiduría, que se nutre de la Palabra de Dios. Podemos pensar en cómo José ha educado al pequeño Jesús a escuchar las Sagradas Escrituras, sobre todo, acompañándole el sábado a la sinagoga de Nazaret. Y José le acompañaba, para que Jesús escuchase la Palabra de Dios en la sinagoga.
Y, por último, la dimensión de la "gracia". Dice siempre san Lucas, refiriéndose a Jesús: "La gracia de Dios estaba sobre él". Aquí, ciertamente, la parte reservada a san José es más limitada con respecto a los ámbitos de la edad y la sabiduría. Pero sería un grave error pensar que un padre y una madre no pueden hacer nada para educar a sus hijos a crecer en la gracia de Dios. Crecer en edad, crecer en sabiduría, crecer en gracia. Este es el trabajo que ha hecho José con Jesús: hacerle crecer en estas tres dimensiones. Ayudarle a crecer.
Queridos hermanos y hermanas, la misión de san José es ciertamente única e irrepetible, porque Jesús es absolutamente único. Y, sin embargo, en su custodiar a Jesús, educándole a crecer en edad, sabiduría y gracia, él es un modelo para cada educador, en particular para cada padre. San José es el modelo de educador del papá, del padre. Así que encomiendo a su protección a todos los padres, sacerdotes, que son padres ¿eh?, y aquellos que tienen una tarea educativa en la Iglesia y en la sociedad.
De manera especial quisiera saludar hoy, día del papá, a todos los padres, a todos los papás. Os saludo de corazón (aplausos). Esperad ¿Hay algunos papás en la plaza? Levantad la mano los papás. ¡Pero cuantos papás! ¡Felicidades! ¡Felicidades en vuestro día! (aplausos) Pido para vosotros la gracia de estar siempre muy cerca de vuestros hijos. Dejándoles crecer, pero estando muy cerca. Cerca, ¿eh? Ellos os necesitan. (Necesitan) de vuestra presencia, de vuestra cercanía, de vuestro amor... ¡Sed para ellos como san José! Custodios de su crecimiento en edad, sabiduría y gracia. Custodios de su camino. Educadores y caminantes con ellos. Y desde esta cercanía, sed verdaderos educadores. Gracias por todo lo que hacéis por vuestros hijos. ¡Gracias! A vosotros: ¡Muchas felicidades y buena fiesta del papá! A todos lo papás que están aquí (aplausos). A todos los papás (aplausos): ¡Qué san José os bendiga y acompañe! Y también, algunos de nosotros, hemos perdido al papá. Se ha ido, el Señor le ha llamado. Muchos de los que están en la plaza no tienen a su papá ahora. Podemos rezar por todos los papás del mundo: por los papás vivos y también por los difuntos... y por los nuestros (aplausos). Y podemos... (aplausos) podemos hacerlo juntos. Cada uno acordándose de su papá, esté vivo o muerto. Y rezamos al grande papá de todos nosotros, al Padre, un Padrenuestro por nuestros papás (toda la plaza acompaña al Papa en el rezo del Padrenuestro). ¡Y muchas felicidades a los papás! (aplausos)

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