01 marzo 2014

Guión Litúrgico (1). Primer Domingo Cuaresma, 9 marzo

1º domingo de Cuaresma

Introducción a la celebración

Hermanos, hemos comenzado a prepararnos para la próxima Semana Santa. El miércoles hemos recibido cenizas sobre la cabeza como signo de conversión y penitencia. Las lecturas bíblicas, hoy nos muestran en qué consiste esa conversión y penitencia: en luchar y rechazar, como Jesús en el desierto, las permanentes insidias del demonio, y aferrarnos a la Palabra de Dios, nuestra tabla de salvación.
Comencemos cantando…

     
Saludo y acto penitencial


Queridos hermanos, ¡bienvenidos al encuentro del Señor! Que su amor lleno de perdón y misericordia suscite en nosotros plena confianza en su bondad y salvación. Que su paz y alegría estén siempre con cada uno de ustedes.
Y que, tomando conciencia de nuestra pobreza y debilidades, nos pongamos ante Dios para pedir perdón por lo malo que hacemos y por lo bueno que dejamos de hacer.

Señor, ten misericordia de nosotros, porque hemos pecado contra ti.

Repetimos: Señor, ten misericordia de nosotros, porque hemos pecado contra ti.

Dios Todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos dé la vida eterna. Amén.

   
Liturgia de la palabra

  Primera lectura (Gn 2, 79-; 3, 1-7): Comcluidos los cielos y la tierra, Dios crea su obra maestra, el hombre, que deberá aprender a crecer y madurar a imagen y semejanza de su Hijo muy amado, Jesús, primogénito de toda creatura, modelo y prototipo de todo ser humano.


   Salmo (Sal 50, 3-6. 12-14. 17): El hombre, por su debilidad, cae en rebeldía contra su Creador y Padre, pero Dios no nos abandona, siempre estará con los brazos abiertos esperándonos para darnos su perdón y salvación. Decimos con el salmo: ¡Piedad, Señor, pecamos contra ti!

Segunda lectura (Rom 5, 12-19): Por la desobediancia de Adán y Eva entró el pecado en el mundo, pero por la obediencia fiel de Jesús, todos somos salvados y redimidos.
  
   Evangelio (Mt 4, 1-11): Tentado como nuestros primeros padres, el Hijo eterno de Dios hecho hombre, enfrentó la situación para enseñarnos a rechazar el mal con la fuerza de la Palabra de Dios.



Oración de los fieles


Hermanos: aleccionados por la Palabra de Dios y conscientes de que, con su ayuda, todo lo bueno es posible, así como al principio, pidamos perdón por nuestros pecados, supliquemos ahora fortaleza y perseverancia en el seguimiento de Jesús.


A cada intención pedimos: “Devuélvenos, Señor, la alegría de tu salvación”


ü Señor Jesús, modelo del hombre nuevo: anímanos y ayúdanos a seguirte fielmente por el camino de la verdad y la santidad. Oremos.
ü Verbo eterno del Padre, tú no te quedaste en palabras, sino que encarnaste lo que enseñabas: fortalece nuestra voluntad para vivir cuanto creamos. Oremos.
ü Tú eres el amor del Padre en acción redentora: que esta Cuaresma nos anime a seguirte fielmente, con la cruz al hombro, venciendo tentaciones y cobardías. Oremos.
ü Jesús, luz de Dios para todo hombre, que también nos quieres como sal y luz de un nuevo mundo: danos ser buena levadura en el hoy y aquí que vivimos. Oremos.
ü Jesús bendito, nuestros difuntos viven junto a ti en torno al Padre: concédeles eterno descanso y que ellos rueguen para que no nos cansemos en tu seguimiento. Oremos.




Oremos: Señor Jesús, tan Dios como tu Padre, tan hombre como nosotros, venido a mostrarnos la verdad y el amor de Dios y a luchar contigo contra toda acechanza del mal, que unidos codo a codo en tu Iglesia y ayudados por tus ángeles y santos, logremos construir un mundo nuevo como antesala feliz del cielo. Amén.

Presentación de las ofrendas


Por nosotros mismos, ¿qué somos? Todo cuanto somos, tenemos y podemos es don de Dios. Por eso en estos momentos, devolvemos a Dios lo que él nos dio cuando dijo: “les doy las plantas, las semillas, los animales, las fuerzas de la naturaleza. Hagan producir todo eso para bien de todos ustedes”. Y aquí presentamos pan y vino, frutos de la tierra elaborados con el ingenio y las fuerzas que también de él recibimos, y él acepta complacido como si fuera nuestro, y nos lo devolverá hecho Cuerpo y Sangre de su amado Hijo Jesús para nuestra comunión. ¡Cuánta ternura de este Dios puro amor por sus creaturas! Cantamos…


Comunión


Dios y Padre que todo nos da, ahora nos devuelve el pan y el vino trastocados en el Cuerpo y la Sangre de su amado Hijo Jesús, porque nos quiere una sola cosa en él como bien lo dijo Jesús: “Padre, como tú en mí y yo en ti, quiero que ellos sean uno en nosotros”. La Misa es fiesta de común-unión: todos nosotros en Jesús y, unidos en él, todos uno con el Padre en la unidad del Espíritu Santo, rechazando toda tentación de división y enfrentamiento entre hermanos.
Cantemos…

Despedida y bendición final


La Misa no termina aquí en el templo, sino que ¡ahora la empezamos a vivir!, remando sin descanso contra la correntada del mal, que sólo busca destruir la obra de Dios dividiendo y enfrentando a sus hijos. Hoy vimos cómo el demonio quería apartar a Jesús de la misión que el Padre le encomendaba. Busquemos la unidad de los hijos de Dios. ¡Que esta Misa y Comunión nos den fuerzas para conseguirla a lo largo de la semana!

Y que el Señor nos bendiga y nos proteja, tenga piedad y nos muestre su rostro, nos mire siempre con amor y nos conceda su paz.




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