28 marzo 2014

Comentario al Evangelio de hoy, 28 marzo

C.R.
Queridos amigos y amigas:
El profeta Oseas nos ofrece un guión para nuestras celebraciones penitenciales. Haríamos bien en aprovecharnos de él durante esta Cuaresma. Primero nos sugiere como “preparar nuestro discurso de petición de perdón”.
Por si no sabemos qué hacer, prestemos atención a estas sugerencias: Perdona del todo la iniquidad ... no volveremos a llamar dios a la obra de nuestras manos. Es una forma de reconocer que nos hemos mirado mucho el ombligo y que no hemos puesto nuestros ojos en Dios. A continuación, nos recuerda todo lo que el Señor nos tiene preparado. No hay proporción. Nuestro discurso es apenas un borrador. El relato de los regalos del Señor es un volumen de tomo y lomo: Los amaré sin que lo merezcan ... Seré rocío para Israel ...Brotarán sus vástagos ...
El evangelio de hoy nos ofrece un mensaje muy parecido al de la liturgia del pasado miércoles. Un letrado le pregunta a Jesús: ¿Qué mandamiento es el primero de todos? Jesús no juega a dar respuestas ocurrentes. Como enamorado de la ley que es, le recuerda lo que dice el Deuteronomio (Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser) y el Levítico (Amarás a tu prójimo como a ti mismo). Y se acabó la historia. Aquí está todo. El letrado, que es un experto en estas cuestiones, después de haber escuchado la respuesta de Jesús, le pone un sobresaliente: Muy bien, Maestro. Y, siguiendo la mejor pedagogía no directiva, se dedica a “reflejar/repetir” lo mismo que Jesús ha dicho, con pequeñas adiciones. La conclusión a la que llega Jesús no puede ser mas positiva: No estás lejos del reino de los cielos.
Hay mucho tomate encerrado en este texto, pero quizá sea suficiente con poner de relieve lo fundamental: Jesús establece un nexo indisoluble entre el primer mandamiento (el referido al amor a Dios) y el segundo (el referido al amor al prójimo), hasta el punto de que la redacción de Marcos da una patada a la gramática para poner de relieve la unidad de ambos: No hay mandamiento mayor que “estos”. Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre.

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