25 febrero 2014

Homilías para el VIII Domingo T.O. 2 de marzo

1.- LOS LIRIOS DEL CAMPO
Por José María Maruri, SJ
1.- Desde la madrugada… los trenes de cercanías de bote en bote. Los autobuses y Metros tempraneros rebosando gente. Todas las entradas de Madrid colapsadas por autobuses y coches. En medio de esa barahúnda de personas que cada día salen a su trabajo a ganar el pan con el sudor de su frente este evangelio de hoy nos suena al menos a poesía lírica dándose de cachetes con l prosa de la vida.

¿Quiere decir Jesús que deberíamos cruzarnos de brazos y que Dios nos traería los zapatos del niño y la cesta de la compra del mercado? A Dios rogando y con el mazo dando, ¿no?... Y hay otro dicho que, tal vez, sea italiano que dice: “Dios provee de alimento a los pájaros, pero no les reparte el alimento a domicilio”. También los pajarillos salen a buscar comida y en invierno lo pasan mal.
2.- No es la inactividad lo que el Señor nos aconseja. Él no busca agobiarnos. Lo hemos oído tres veces: “no os agobiéis”. Si después de hacer todo lo posible, aun el día de hoy o el futuro no nos preocupan. En ese momento, demos paso a la Providencia de Dios. No nos empeñemos nosotros en ser nuestra propia providencia, dejemos a Dios hacer algo.
Y sobre todo que no queramos asegurar tanto nuestro futuro (que no sabemos si no lo tenemos) que vivamos más para las cuentas corrientes que para Dios. Que queramos estar seguros que ya no necesitamos a Dios.
Y mucho menos quiere el Señor, que Dios quede relegado a ser un ornamento de nuestra riqueza, un cuadro artístico en el mejor salón de nuestra casa, un amuleto protector de nuestras cuentas corrientes, de los bonos del Estado, de las joyas o de las obras de arte.
3.- ¿Sabéis quién nos podría si este evangelio es pura poesía o refleja una realidad? Pues los que no teorizan sobre la divina providencia. Los que a fuerza de palparla y verla ya no creen en la Providencia, por eso porque la palpan. Los que ya no interpretan sus intervenciones como milagros o favores, sino como la cosa más natural del mundo, como es el salir del sol cada mañana.
Esas instituciones como el Cottolengo, como la del Sagrado Corazón de Bilbao, como las monjas de la Madre Teresa, como las Hijas de la Caridad… Algunas de ellas están obligadas a dar todo lo que las sobre, no pueden tener capital que asegure su subsistencia, algunas tienen prohibido pedir, porque les parece ofender a Dios, Padre Providente…
Y cuentan y no acaban, como el día que a la hora de comer en lugar de reunirlos a todos en el comedor hubo que llevarlos a la capilla porque no había que comer… y un timbrazo las sacó de allí y una furgoneta estaba fuera, llena de comida de un restaurant. O el niño que quiso un plátano, y no lo había y le dijeron se lo pidiera al Niño Dios, y llegaron tantos plátanos como niños había, ni uno menos, ni uno más.
Todo historietas piadosas que nosotros oímos con benevolente sonrisa, porque eso de milagritos… Lo malo es que ellas tampoco lo llaman milagros, porque tan milagro es que Dios haga llover o salir el sol, que haga llegar una furgoneta a tiempo. Para estas personas que se han jugado todo a una carta, la de Dios, este evangelio no es poesía es sencilla realidad.
3.- Sabéis quienes hemos convertido este evangelio en pura poesía: los que hemos olvidado que cada uno de nosotros somos las manos visibles de Dios en este mundo. Lo que nuestras manos hacen por los demás Dios lo hace.
Somos nosotros los que damos de comer al pajarillo o nos maravillamos ante el lirio del campo, cuando volvemos la espalda al que nos necesita un pajarillo querido de Dios muere en su nido. Cuando nuestra mano se cierra ante la mano extendida con súplica un lirio del campo se agosta y pierde su hermosura.
Porque tú y yo somos las manos visibles de Dios que debió alimentar al pajarillo y vestir al lirio.

2.- ¿A QUIEN SERVIMOS?
Por José María Martín OSA
1.- Nadie puede tener dos amos al mismo tiempo. No podemos “servir a Dios y al dinero”. Jesús anuncia el peligro y riesgo de las riquezas. Aquí la palabra de Jesús no se anda con rodeos. La idolatría del dinero es mala porque aparta de Dios y aparta del hermano. La preocupación por la riqueza casi inevitablemente ahoga la palabra de Dios. La crítica de Jesús al abuso de la riqueza se basa en el poder totalizador y absorbente de ésta. La riqueza quiere ser señora absoluta de aquél a quien posee. Nadie puede tener dos amos al mismo tiempo porque terminará por cumplir con uno solo o no cumplir con ninguno, de la misma forma y con más razón es incompatible el servicio a Dios con el servicio a las riquezas. Sólo queda, por tanto, elegir entre uno y otro: o el Reino de Dios y su justicia, o el reino del dinero y sus injusticias. Jesús, como fino conocedor de la intimidad del hombre, sabe que su corazón está llamado a amar y entregarse; y siempre amará algo o a alguien, siempre buscará en el encuentro con las cosas o las personas esa corriente de dar y recibir, de vaciarse y de ser llenado.
2.- Evitar el agobio de los bienes materiales.: Buscad "primero" el Reino de Dios, dice Jesús. Sólo se busca lo que se valora como necesario. Jesús propone, en definitiva, una inversión en el orden de los valores, un ordenamiento distinto, una justicia distinta. El ordenamiento de la vida basado en el dinero genera en la persona un estado angustioso de agobio que termina por aniquilarla. ¿Y no vale más la persona que todos los dineros juntos? Contempla los pájaros: no hay en ellos el más leve asomo de angustia. Propone Jesús la confianza absoluta en Dios. Nos lo recuerda también Isaías: igual que una buena madre nunca se olvida de su criatura, de la misma manera Dios nunca se olvida de nosotros. Sólo en Dios descansa nuestra alma, proclamamos en el Salmo 61. La propuesta de Jesús es una apuesta por la libertad y la alegría de todos y cada uno de nosotros. Las palabras de Jesús nacen de su descubrimiento de una persona, de su descubrimiento del Padre. Esta experiencia de fe genera serenidad y evita el sufrimiento de la inseguridad por el futuro: "El mañana traerá su propio agobio. A cada día le bastan sus disgustos". El evangelio de hoy nos invita a la confianza en Dios y a evitar el agobio de los bienes materiales.
3.-El Reino de Dios y su justicia. La injusticia social se opone a la construcción del Reino. Jesús no critica la riqueza en sí misma, sino la valoración de la riqueza como bien supremo y motor de las actividades del hombre. Jesús reclama la atención sobre el poder destructivo del afán de posesión, el verdadero anti-evangelio del Reino. Una sociedad fundamentada sobre el ideal de poseer más y más lleva necesariamente a la destrucción de todo ideal de comunidad auténticamente humana. El amor a las riquezas es un pecado netamente social y, por eso mismo, mucho más destructor que otro tipo de pecados, porque genera un pecado institucional, un sistema social injusto en el que la persona humana termina por ser considerada como un simple valor de intercambio comercial. La fe en Cristo postula un orden social en el cual la posesión de bienes y riquezas se someta a los postulados del Reino de Dios y su justicia.

3.- BUSCAR EL REINO DE DIOS
Por Pedro Juan Díaz
1.- Nos encontramos en el último domingo antes de comenzar la Cuaresma el próximo miércoles con la imposición de la ceniza. Dejamos aquí la lectura del sermón de la montaña. Si la liturgia continuara, aún leeríamos un domingo más este bello discurso de Jesús, pero llega la Cuaresma y se interrumpe el ciclo ordinario.
2.- Después de haber escuchado las bienaventuranzas y el amor a los enemigos, entre otras cosas, hoy Jesús nos habla de nuestra relación con el dinero y los bienes materiales. Son textos para leer despacio y apuntar algunas frases de Jesús que, si lo reconocemos con sinceridad, están hablando de actitudes y contravalores en los que nosotros caemos. Son, pues, advertencias para nuestra vida. Yo me he quedado con algunas frases que nos pueden ayudar a concretar el mensaje de Jesús. Por ejemplo:
- No podéis servir a Dios y al dinero.
-No andéis preocupados por la comida o el vestido. La vida y las personas son más importantes y Dios lo sabe.
-Dios alimenta a las aves del cielo y hace crecer los lirios del campo. Pero vosotros sois más importantes. ¿Cuánto no hará por vosotros, entonces?
-Dios sabe lo que necesitáis. Vosotros buscad primero el Reino de Dios y lo que es propio de él y lo demás vendrá.
3.- ¿Qué significa “buscar el Reino de Dios”? Yo entiendo que es poner en práctica una serie de valores y actitudes que Jesús nos anunció con su vida y nos propuso para la nuestra.
--El primero es el AMOR. Es el más importante, del cual se deriva todo lo demás.
- Si AMO… seré solidario, ayudaré al que lo necesita, compartiré lo que tengo, mis bienes, mi comida, mi ropa… a nadie le faltará lo necesario para vivir dignamente si yo puedo evitarlo.
- Si hago todo eso, Dios se hará más presente en la vida de esas personas y en la mía y su Reino crecerá. Por lo tanto, estaré haciendo crecer el Reino de Dios y todo lo que ello conlleva de una vida mejor para todas las personas, como Dios quiere. ¿Se entiende?
4.- El resumen de todo este mensaje está en la primera lectura, esa tan corta pero que contiene el núcleo de lo que estamos diciendo. ¿Cómo se hace presente Dios en nuestra historia y en nuestras vidas? La respuesta es amando. ¿Y cómo nos ama Dios? Como una madre ama a sus hijos. ¿Puede una madre olvidarse de sus hijos? Aunque así fuera, Dios no lo hará, no nos olvidará nunca y nunca dejará de cuidarnos. Así es nuestro Dios. Él nos ama y nos cuida a través de las personas que tenemos a nuestro alrededor y lo hacen. Seguramente Dios querría que fueran más y mejor, pero a veces nuestro corazón se endurece y se vuelve egoísta y el “poderoso caballero don dinero” gana la partida.
5.- Pero en la medida en que seamos conscientes de que las personas, nuestros hermanos y hermanas, son lo primero, cuidaremos de que a nadie le falte de nada. De esa manera, los demás experimentarán el cuidado y la cercanía de Dios, a través de nosotros, de nuestras acciones, de nuestro amor. También evitaremos caer en cosas superfluas. Dios sabe lo que necesitamos de verdad y nos lo da. De lo demás, podemos prescindir.
6.- Y cuando veamos que estas cosas no se dan, que en nuestra sociedad no se pone a las personas por encima de todo, sino que lo más importante es la economía, saldremos a la calle y protestaremos enérgicamente, ya que todo lo que vaya en contra de las personas, va también en contra de Dios. Por eso nos dice Jesús que no podemos servir a Dios y al dinero. Dios Padre ha creado todas las cosas para que todos sus hijos podamos vivir felices y de manera digna. Incluso ha creado el dinero para este fin. El dinero nos ha de ayudar a hacer felices a los demás y aliviar el sufrimiento de los que lo pasan mal. El dinero puede ser un signo, un sacramento del amor generoso de Dios, cuando lo liberamos de la ambición, de la avaricia, de la codicia, del rendimiento, de la obsesión por acumular, del competir por quien es más teniendo más.
7.- En la Eucaristía se hace visible la fraternidad y la solidaridad. Somos hermanos reunidos por un Padre común. Compartimos lo que tenemos de manera generosa en el momento de la ofrenda. Y desde ahí ayudamos a otros hermanos que no tienen lo necesario para vivir. Aquí se hace realidad el proyecto de Dios, si lo vivimos con sinceridad de corazón. Nos queda la invitación de Jesús: buscad el Reino de Dios. Lo demás, vendrá.

3.- HEMOS DE VIVIR SEGUROS DE QUE DIOS EXISTE Y QUE NOS AMA
Por Antonio García-Moreno
1.- MÁS QUE TODAS LAS MADRES JUNTAS.- Isaías recoge las quejas del pueblo. Quejas que quizá se hayan también esbozado en nuestro interior. Palabras doloridas que brotan de un corazón herido por la angustia y envuelto en la soledad. Quebranto de quien se ha visto cerca de Dios, y de pronto se ve lejos, abandonado, perdido, solo. Noche oscura del alma que no tenía otra cosa que a Dios, y que por la causa que sea se ve sin Él, desnuda y desamparada, sin tener dónde agarrarse, sin encontrar apoyo que la sostenga en su caminar vacilante.
"Me ha abandonado el Señor, mi dueño me ha olvidado". No es verdad. Él no nos olvida. Él sólo permite que nosotros, libremente, nos alejemos y le olvidemos. Entonces, cuando uno se da cuenta de la gran equivocación, cuando uno percibe lo que significa estar sin Dios, entonces viene la zozobra y la angustia, el escozor de la peor soledad que pueda afligir al hombre. Y al no encontrar ni paz ni sosiego en nada ni en nadie, el hombre vuelve sobre sus pasos y acude de nuevo a Dios, a quien se queja dolorido y humillado.
Isaías contempla la reacción divina, escucha asombrado esas palabras que revelan en parte la inabarcable grandeza de la misericordia divina. ¿Puede una madre olvidarse de su hijito?, pregunta Dios enternecido. Pues aunque todas las madres se olvidaran de sus pequeñuelos _hipótesis absurda_, Dios no se olvidaría de ti, ni de mí. Toda la carga de amor, toda la dulzura, todo el cariño de cuantas madres han existido y existirán, todo el cúmulo afectivo de la maternidad es algo nimio en comparación con el amor de Dios. Él sólo está esperando que le llamemos para acudir corriendo a nuestro lado. Él sólo necesita que le pidamos perdón para perdonarnos inmediatamente.
Parece imposible que el Señor se comporte así con nosotros. Pero más imposible parece que nosotros, siendo las cosas de este modo, no quedemos transidos de amor por Dios, atados para siempre a su inmenso cariño. Todo se explica porque Dios es Dios, y también porque el hombre es hombre. De todas formas, ese perdón y ternura maternal de Dios ha de removernos profundamente y empujarnos a serle cada día más fieles.
2.- DIOS Y EL DINERO.- En más de una ocasión expresa Cristo las condiciones tajantes que suponen su seguimiento. Sus exigencias están en la misma línea de amor exclusivo que exigía Yahvé en el Antiguo Testamento a su pueblo. No hay más que un solo Dios y Señor. El politeísmo de los pueblos vecinos era inadmisible para la religión yahvista. Jesús continúa esa revelación veterotestamentaria, viene a darle cumplimiento. Por eso insiste en que o se está con Él, o se está contra Él. Hay que decidirse.
Aquí nos habla el Señor del servicio al dinero. Podría parecer que son pocos los que realmente sirven al dinero, y que sucede lo contrario, es decir, que nosotros nos servimos del dinero y no le servimos a él. No obstante, cuando se pone al dinero en primer plano, se acaba por vivir sólo para ganar dinero, sin que nunca sea suficiente por mucho que se gane. Entonces se comienzan a sacrificar cosas al dinero: el tiempo, los sentimientos, la familia, uno mismo.
Jesús nos pone en guardia para que no caigamos en semejante aberración. El dinero tiene sólo una importancia relativa. Por encima de él se han de poner los valores del espíritu, la amistad, la honradez, la conciencia, el amor en sus múltiples manifestaciones, Dios en definitiva. Sólo así alcanzaremos la paz y la felicidad.
Hay que trabajar por supuesto, tratar de obtener cuanto necesitamos para llevar una vida digna. Pero siempre eso será un medio y no un fin. Por otra parte, hemos de vivir seguros de que Dios existe y que nos ama, que puede ayudarnos y nos está continuamente ayudando. Vivir confiados en la providencia divina, siempre ocupados pero nunca preocupados. Luchando con toda el alma, pero sin perder jamás la calma.

4.- ¿ES POSIBLE SERVIR AL DIOS DINERO Y AL DIOS DE JESUCRISTO AL MISMO TIEMPO?
Por Gabriel González del Estal
1.- No podéis servir a Dios y al dinero. Esta frase de Jesús es rotunda y veraz. Lo importante es que nosotros sepamos ahora qué entendía Jesús por la palabra “servir”. Y la verdad es que el sentido de esta palabra “servir” aparece bastante claro en el contexto en el que está dicha la frase. Jesús dice que no podemos servir a dos amos, porque, si optamos por uno, necesariamente deberemos despreciar, poner en segundo lugar, al otro. Y esto es verdad, tanto en la vida real, como en las matemáticas: primero sólo puede haber uno. Lo que nosotros ahora debemos preguntarnos es cuál de estos dos amos es realmente “nuestro” amo, en el comportamiento nuestro de cada día Tenemos que reconocer que a lo largo de la historia, muchas personas y muchos pueblos han dicho que servían a Dios, cuando realmente a quien servían era al dinero. Posiblemente también nosotros hemos caído más de una vez en esta trampa. Porque amar a Dios sobre todas las cosas no es algo fácil. Son muchas las frases castellanas que indican lo contrario: “poderoso caballero es don dinero”; “menos la muerte, todo se puede arreglar con dinero”; “al fin de cuentas todo era cuestión de dinero”; “el poder del dinero”… Jesús no era un utópico ingenuo, sabía muy bien que el dinero es algo necesario para comer, para vestirse, para tener una casa, para vivir con una cierta dignidad material. No prohíbe usar el dinero, poner el dinero a nuestro servicio: lo que nos prohíbe es ponernos nosotros al servicio del dinero, ser siervos del dinero. Porque si dejamos que el dinero sea nuestro amo, Dios se aleja necesariamente de nosotros.
2. Sobre todo, buscad el Reino de Dios y su justicia, lo demás se os dará por añadidura. Por tanto, no os agobiéis por el mañana, porque el mañana tendrá su propio agobio. A cada día le bastan sus disgustos. Este es realmente el mensaje principal que Jesús quiso transmitir a sus discípulos, en estos últimos consejos del “sermón de la montaña”: confiar en Dios siempre y a pesar de todo. Una confianza que no excluye nuestro diario bregar y la lucha de cada día. Así lo hizo el mismo Jesús, que se pasó la vida peleando contra el mal y murió en plena pelea. Pero nunca perdió la confianza en su Padre Dios y, por eso, Dios le exaltó sobre todo hombre, le resucitó y le concedió el Reino. Trabajemos cada día en la medida de nuestras posibilidades, sembremos y cultivemos la buena semilla, y durmamos tranquilos, porque será Dios el que, en última instancia, dará el incremento a la buena semilla que nosotros hayamos plantado. Sin confianza en Dios, la desesperación nos acecha; con confianza en Dios nuestra conciencia podrá dormir, y vivir, en paz.
3. No juzguéis antes de tiempo, dejad que venga el Señor. La comunidad de Corinto estaba dividida y cada grupo quería arrogarse, en exclusiva, la verdad de la doctrina de Cristo. Pablo, en esta última parte de su primera carta a la comunidad de Corinto, les dice que no tengan tanta prisa en juzgar, porque será el mismo Cristo el que, al final “pondrá al descubierto los designios del corazón y cada uno recibirá de Dios lo que merece”. Pablo les dice que así lo hace él mismo porque sabe que, al final, el Señor será su único juez. Estos consejos que da Pablo a los primeros cristianos de Corinto siguen siendo válidos también hoy para nosotros. Las Iglesias cristianas de hoy día también están divididas y cada una se arroga la exclusiva verdad de la doctrina cristiana, descalificando a las demás. Para que podamos llegar a un verdadero ecumenismo también los cristianos de hoy debemos mirar a los cristianos de las otras Iglesias cristianas como hermanos nuestros en la fe común en Cristo Jesús, nunca como enemigos. Ya pasaron los tiempos en los que para los católicos, los protestantes eran “el demonio”, y para los protestantes los católicos eran “los papistas” a los que había que combatir y aniquilar. Defendamos cada uno de nosotros la verdad de nuestra fe cristiana, pero hagámoslo siempre con humildad y amor, anteponiendo lo común que nos une a lo particular que nos diferencia, sabiendo que, al final, será el mismo Cristo el que dará a cada uno lo que merece.

6.- MIRANDO AL CIELO... PERO SIN PASARSE
Por Javier Leoz
Con este octavo domingo, del tiempo ordinario, daremos paso –el próximo miércoles de ceniza- a unas semanas que nos prepararán a la Santa Pascua. Un periodo, la cuaresma, que nos vendrá bien –siempre viene bien- para alejarnos de los agobios, para hacernos fuertes ante los problemas y sobre todo para ir con Jesús hacia esos días en los que celebraremos los Misterios más grandes de nuestra fe. ¿Estamos dispuestos?
1. Nos encontramos en un momento histórico traspasado por muchos y variados contrastes. Y, además, con contrastes en todos los sentidos: vida y muerte, pobreza y riqueza, alegría y tristeza, salud y enfermedad, bienestar y precariedad. Y por qué no decirlo: mientras que en algunas personas se ha cebado la crisis espiritual (tal vez por una fe poco cimentada o formada) asistimos a un fenómeno nuevo: el interés por lo religioso. Aunque sea leve…pero la fe, y hasta la misma Iglesia, no deja indiferentes a muchas personas. La coyuntura de la crisis económica ha incentivado las entrañas de muchas personas a una apertura o preguntas por lo divino. La sociedad, que nos ha empujado a vivir por encima de nuestras posibilidades, ha dado mil razones a otras personas a mostrarse reticente, y hasta pesimista, sobre el futuro que nos aguarda.
 ¿Un mundo sin Dios? ¿Una sociedad sin valores eternos? Un mundo sin Dios no será un mundo de recorrido corto.
2. Ser cristianos no es vivir con caras tristes y menos, recuperando la lectura evangélica de este día, agobiados por lo que nos atenaza. Tampoco, por supuesto, asentarnos en un necio optimismo sino en un sensato realismo: sabemos cómo estamos y sabemos hacia dónde no queremos ir. Por ello mismo ante un pensamiento único, ante los dictados que nos impone un mundo que presume de tolerancia pero que margina al que no dice lo que él dice o lo que él piensa, los cristianos, tendremos que recuperar esa faceta de ser diferentes, de nadar contracorriente e incluso, por qué no, de resultar incómodos en aquellas situaciones donde se vende gato por liebre.
 El hecho de que creamos firmemente de que Dios dirige todos los hilos de nuestra existencia no nos exime de denunciar e incomodarnos cuando, el diosecillo de turno, quiere quedarse con toda madeja para manejar a su antojo el presente y el futuro de nuestra vida social, económica, cultural o religiosa. Que somos importantes, mucho más, que las flores y los pájaros, es cierto. Pero también es cierto que, las aves, ante el peligro saben lanzarse al alto universo y las flores no dejan de desplegar su aroma característico. Siente bien o siente mal.
--Error, de órdago a lo grande, sería leer el evangelio de este día y dejar que sea Dios quien siembre, riegue y coseche.
--Peligroso para el futuro de nuestra fe sería igualmente confiar tanto en la fuerza de lo alto que, ello, nos llevase a plegarnos de brazos.
--¿Confianza en Dios? ¡A ciegas! ¿Absentismo apostólico? ¡Ni por asomo! En el camino intermedio está la solución: confiar en Dios significa colocar en sus manos nuestros afanes, nuestras vidas, ideas, proyectos e ilusiones. Eso sí….no como espectadores y sí como asalariados de algo que merece la pena: el Reino de Dios.
3.- AYÚDAME, SEÑOR
A ocuparme, razonablemente
en aquello que sea para tu gloria
para el beneficio de los míos y de mí mismo
A disfrutar el presente, sin estar tan pendiente
de lo que pueda ocurrir mañana.
A, mirar hacia el futuro,
aportando las semillas que siembro hoy en el camino.
AYÚDAME, SEÑOR
A sentir tu mirada en aquello que veo
A palpar tus manos en mis pequeñas obras de cada día
A escuchar tu Palabra en las mías,
pobres, torpes y atropelladas
AYÚDAME, SEÑOR
A vivir comprometido pero sin ansiedad
A caminar ligero, pero sin prisas
A trabajar con empeño, pero sin nervios
A soñar con un futuro mejor
sin olvidar que puedo superar el presente
AYÚDAME, SEÑOR
A confiar en tu mano providente
A no tener miedo al mañana que me aguarda
Contigo, Señor, me basta.
Amén

7.- ¿DOS AMOS?: ¿JUGAR A GANADOR Y A COLOCADO?
Por Ángel Gómez Escorial
1.- “A cada día le bastan sus disgustos”. Es la última frase de Jesús dicha en el Evangelio de Mateo de hoy. A otros les sonará más esta de “Cada día tiene su afán”… es cuestión de traducciones. Antes nos ha dicho: “No estéis agobiados por la vida”. Y la frase es muy moderna. Lo del agobio está muy presente en el lenguaje habitual. Y Jesús repite la palabra varias veces. Se trata, según Jesús, de pensar en el tiempo presente y no considerar ni el pasado ni el futuro. Es, sin duda, un ejercicio sano. Nos abruman, por un lado, los escrúpulos por malas cuestiones hechas ayer o anteayer, o hace meses o años. Y estamos profundamente asustados por el día de mañana y lo que pueda traernos. Y esas dos obsesiones, pues verdaderamente, nos evitan ver y contemplar que en esos momentos tenemos ante los ojos. Dicen que es frecuente en los directivos y en todos aquellos que les agobia la responsabilidad, que la preocupación por todo lo que se les viene encima les impide aprovechar el descanso. Es probable que uno de esos ejecutivos esté frente al mar, o ante una preciosa montaña nevada, y no la vea, ni le ayude a evitar sus pensamientos obsesivos. La “dura lucha” del lunes le impide disfrutar del domingo.
2.- Algunos tratadistas dicen que Jesús debió tener contacto con las culturas orientales por aquello de la serenidad obtenida ante la contemplación de la naturaleza, de los lirios salvajes y de los pájaros del campo. No sé si tuvo esas influencias. No lo creo. Pero sus juicios sobre la importancia del presente, sobre el remordimiento del pasado --que ya ha pasado—y su no consideración respecto al agobio por el día de mañana –que aún no ha amanecido—no deja de ser un ejercicio de sentido común y de tener una mente abierta y clara. Es verdad, además, que el completo y delicado amor que tenía por Dios Padre –por su Abba, por su Papaíto—le ayudaba a mantener esa visión en armonía con la creación que se manifiesta en una cosmogonía tan precisa y plena.
3.- Hemos de admitir, además, que el texto del evangelio de Mateo de hoy es uno de los más bellos de toda la Escritura. Lirios del campo muy bien vestidos, aunque no hilan; pájaros del campo, que no siembran. El Padre –lo llama “vuestro”… nuestro—los alimenta y cuida de ellos. La visión de un mundo en armonía bajo la mirada del Padre Dios es impresionante. Sería bueno que en los momentos de zozobra recordáramos las palabras que hoy nos dice Jesús de Nazaret y que evitáramos miedos y fantasías impropias. La realidad es que cada día tiene su afán, sus agobios, sus problemas… Y si estamos preparados para emplear toda nuestra energía, sin distracción por el pasado o por futuro, todas nuestras cosas irían mucho mejor.
4.- Hay una clave introductoria sobre todo esto. Las primera palabras de Jesús de hoy son: “Nadie puede estar al servicio de dos amos. Porque despreciará a uno y querrá al otro; o, al contrario, se dedicará la primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero”. ¿Queda claro? Es el dinero, el tenerlo o no tenerlo, tanto da, lo que nos produce agobio. En realidad Jesús nos está enseñando a no confiar en el dinero. Y, sobre todo, a no hacerlo amo nuestro. Queda claro que toda persona muy ocupada con el dinero no tiene ojos para otra cosa y su empeño por el dinero terminará en avaricia. Y la avaricia es la más despiadada de todas las enfermedades del alma. Yo diría incluso que más que la soberbia. Es bastante cierto que con dinero se puede obtener todo. O por lo menos casi todo, pero sí la mayoría de las cosas que hay sobre la tierra. La “eficacia” del dinero sobrecoge. Pero obviamente el dinero como tal no es nada. El otro día leía yo en los periódicos que camellos, narcotraficantes al por menor, quemaban el dinero que tenían al ser detenidos para que no se lo confiscara la policía. Relativizaban el valor del dinero, desde luego. Pero preferían convertirlo en humo y cenizas que dejárselo a sus captores. Ello nos demuestra una cosa que, aunque la sabemos, nunca pensamos en ella, que el dinero convertido en humo y cenizas ya no vale nada. Consideramos al dinero como indestructible y lo más poderoso del mundo. Pero no siempre lo es…
5.- ¿Servir a dos amos? En el fondo eso nos gustaría. Es como jugar en las apuestas del hipódromo a “ganador” y “colocado”. El premio es menor que si dedicamos nuestro boleto al triunfador absoluto, pero algo se recibe… y no se pierde todo. Algo es algo. Es como eso de “poner una vela a Dios, y otra al diablo”. Es como apostar por dos posibilidades completamente contrarias y contrapuestas. Pero la cosa es que si gana uno, ganamos nosotros; y si triunfa el otro, pues también. Pero eso es imposible. Y es imposible, incluso, aún dentro de nosotros. Ni el mayor pragmatismo, ni el más elevado cinismo, nos puede llevar a contentar ni en nuestro interior, ni fuera de él, a intereses completamente contrarios. Pero mientras dura el engaño de que, en efecto, podemos servir a dos amos es cuando el agobio y la angustia más hacen presa de nosotros. Todos, tal vez y en cuestiones menos drásticas, hemos sufrido los efectos negativos de una deseada doble pertenencia. O el intento de confraternizar por igual con dos ideas o posiciones completamente contrarias. Siempre terminará prevaleciendo una sobre la otra. Y la que prevalece nos irá conquistando hasta olvidar o despreciar la anterior. Insisto todos, en algún momento, seguro que hemos sufrido con una cosa así, aun siendo en su origen de poca importancia.
6.- Jesús de Nazaret a lo largo de estas enseñanzas incluidas en el Sermón del Monte nos está mostrando un camino acertado para fundamentar nuestra vida terrena, nuestra vida de seres humanos de hoy mismo. Dichas enseñanzas nos valdrán para vivir mejor y así satisfacer a Dios nuestro Padre. En realidad es lo que Él hizo siempre. Como he manifestado en domingos anteriores merece la pena tomarse un descanso y ejercitar nuestro pensamiento en la enseñanza de Jesús. En ella hay respuestas para nuestra vida cotidiana. No son solamente “consejos religiosos”, marcan una forma de vida plena en la que, por supuesto, está incluida la religión que nos enseña a seguir al Maestro. Pero fundamentalmente a vivir con objetividad, sentido común y paz.

LA HOMILÍA MÁS JOVEN

CADA VEZ CREO MENOS, PERO AMO MÁS
Por Pedrojosé Ynaraja
Recuerdo muchas veces las clases de religión de mi quinto curso de bachillerato. Las pruebas de la existencia de Dios según Aristóteles, Descartes y Anselmo. Me río pensando en ellas. No tengo categoría intelectual para rehusarlas, pero veo que a los demás tampoco les convencen. Y es que un Dios existente pero indiferente, nos deja fríos a la mayoría. Lo que nuestro interior ansía con intensidad es un Ser que se meta en nuestro interior y nos ame con ternura e individualmente. Algo así es lo que convencería. Afortunadamente esto es lo que ocurre, si le dejamos acercarse. Pero constatarlo no es cosa de argumentos y discusiones. Es experiencia. Un enamorado seguramente ignorará el número del carnet de identidad, los dibujos de la huella digital, no tendrá ninguna fe de vida judicial, es decir, no poseerá pruebas demostrativas de que existe aquel con el que quiere unir su vida. Ni las necesitará, seguramente me respondería. El amor que siente, el que da y recibe, es la mejor prueba.
2.- En este ambiente se mueven las lecturas del presente domingo. Isaías se refiere al amor materno. Recuerdo yo como si fuera ahora, el que me tuvo mi madre y todavía influye en mi vida, como si ella estuviera a mi lado. Así, pero mucho más, es el del Señor. El niño no entiende porqué le llevan al colegio, porqué le administran una medicina o le insisten en que coma bien, se levante temprano o duerma. Se hace mayor y reconoce el valor que tenía aquello que le molestó y se siente agradecido y goza porque las normas de sus padres le enriquecieron. Así, pero mucho más, es el Señor. Limitan los progenitores las aportaciones que los niños piden para comprar chucherías y a veces la criatura llora y se siente infeliz. Llega un día que está contento de no haber sido un hombre mal criado. Así, pero mucho más es el Señor.
3.- Una de las cosas que enseñan en familia es a saber escoger. Académicamente, el estudiante también tiene que inclinarse por ciencias o letras. Nadie puede contratarse laboralmente a dos empresas, no podría acudir al trabajo simultáneamente, es evidente. Son ejemplos. En el terreno de lo trascendente ocurre algo semejante. Amar a Dios supone renunciar a múltiples apetencias. Pero vale la pena.
--Cuando uno dispone de un capital y quiere que rinda, deberá escoger donde depositarlo. No podrá ingresarlo en dos entidades bancarias a la vez.
--Escoger siempre es una aventura y eso es uno de los goces de la existencia humana. Al que le dan todo hecho y se apropia de ello sin esfuerzo, se vuelve abúlico, aburrido y soso.
--Hay gente tan pobre tan pobre, que solo tiene dinero, decía aquel. Hay gente que no disponiendo de capital, es un artesano de su vida y llega a la madurez satisfecho de sí mismo.
--Hay gente que aceptando su vida como un proyecto de Dios, trabaja como sea, pero labora en algo provechoso para los demás, dejando que el Señor se preocupe de él y transcurre así su vida sin grades fracasos, sin derrotas insoportables. Sufriendo quebrantos, pero comprobando que Alguien cuida de él, que es su Amigo oculto, pero, a la postre, real, que es lo que importa.
4.- Miraba yo hoy la primera violeta que he visto este año, luego los narcisos que florecen estos días, una minúscula picardía que empezaba a trepar por la pared de la iglesia, pero que ya había emitido el clamor de su existencia, abriendo una florecita. El viento los mece, la lluvia no es cosa de cada día, nadie abona estas plantas… aun así, son preciosas. Las otras, las que se cultivan forzando sus procesos, o aprisionadas en terrenos bien calculados para que reciban diariamente la máxima radiación solar, cuando las vemos, con frecuencia exclamamos: parecen de plástico. Reconocemos que por calculados que tengan sus pétalos y los colores conseguidos, carecen del encanto de la vida. Nunca se mustiarán, porque nunca han vivido.
5.- Tanto Pablo, que se dirige a los fieles de Corinto, como Jesús, que nos habla a todos, nos advierte de un peligro muy actual, aunque en aquel tiempo no tuviera nombre específico. Al examinarnos a nosotros mismos, lo hacemos, más que con dureza, con orgullo. Y ocurre entonces que nos deprimimos. Al pensar en el mañana a todos nos ocurre a veces que tememos enfermedades incurables, agobios insoportables, quiebras inquietantes. Se dice que hay gente que se muere, de miedo a morir.
--El salmo 131 reza así: mi corazón no es ambicioso, ni mis ojos altaneros,
--No pretendo grandezas que superen mi capacidad,
--Sino que acallo y modero mis deseos, como un niño en brazos de su madre.
--No hay que ser un fresco caradura, pero tampoco un angustiado permanente.
6.- Preocupaos, mis queridos jóvenes lectores, de las cosas del Maestro. Procurad que haya gente que le encuentre y reciba su Amor, que le consuele, que le oriente y le proteja y, mientras tanto, Él se preocupará de vosotros mismos. El salmo me lo sabía de memoria, pero para recomendároslo debía saber su número y he acudido a un programa donde he escrito la palabra corazón. El resultado ha sido que aparece en la Biblia 873, en consecuencia, me ha costado bastante encontrarlo. Os lo explico para que intuyáis de que Dios nos habla la Biblia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja tu comentario