05 enero 2014

Homilía para el Día de la Epifanía

“Epifanía” universal
Como bien sabemos “epifanía” significa “manifestación”. El tiempo de Navidad va jalonado por tres “epifanías”: la de Nochebuena, la de “los magos” y la del Bautismo del Señor. El acento de la “epifanía” de este día de fiesta está puesto en la manifestación de Jesús como luz (1a lectura) para todos los hombres y mujeres de todas las culturas y de todos los tiempos (2a lectura), simbolizados en estos “magos” venidos de “Oriente” (Evangelio).
La Palabra de Dios vuelve –una y otra vez- a “descentrarnos” de nuestro modo de ver las cosas, de nuestra propia religiosidad, para conducirnos a la apertura universal que Dios ha querido en Jesús, frente a la tentación de apropiárnoslo como si Jesús fuese sólo “nuestro”, como pasaba en las primeras comunidades: ¿es necesario ser judío para ser cristiano?, se preguntaban entonces. Y nosotros: ¿es necesario ser “occidental” para ser cristiano?, ¿es necesario ser “de derechas” o “de izquierdas” para ser cristiano?, ¿es necesario saber latín y griego para celebrar la fe como cristianos?
Jesús es luz para todos, cada uno según es cada uno, como en Pentecostés, que cada uno oía hablar la Buena Noticia en su propia lengua, en su propia cultura. Diríamos más: en su propia religiosidad e incluso en su propia religión. Y más cerca: en la manera de ser de cada uno.
Lo nuestro no es que la gente sea “de los nuestros” ni que “se nos añadan” y llenen los bancos de la Iglesia, sino que cada uno reciba la luz que es Jesús para él o para ella: los jóvenes como jóvenes, los mayores como mayores y los niños como niños, los hombres como hombres y las mujeres como mujeres... Es la gratuidad de la “nueva evangelización” que, en realidad, es tan “vieja” como Jesús mismo.
La estrella
Los “magos” fueron guiados por una estrella. El Evangelio de Mateo se vuelve poeta. Porque también nosotros somos como esos magos de Oriente, - nosotros somos parte de los “gentiles” de Pablo- haciendo nuestro camino guiados por una estrella: ¿qué “estrellas” han guiado o iluminado nuestro camino en la vida? ¿Quiénes han sido “estrellas” para mí en este año, en mi vida (personas, personajes, situaciones...?
También ha habido momentos en que la estrella se nos ha escondido. Momentos para madurar en esperanza: “esperanza de lo que se ve no es esperanza... Pero si esperamos lo que no vemos, necesitamos constancia para aguardar (Rom 8,25). O “en tiempo de desolación, no hacer mudanza” (Ignacio de Loyola).
Por eso, hemos de estar atentos, como los magos, a las “estrellas” de nuestra vida actual: ¿por dónde me quiere llevar hoy Dios? ¿Por dónde quiere llevar hoy Dios a la Iglesia? Las “estrellas” de la Iglesia son hoy lo que el Concilio llama “los signos de los tiempos”. Los niños de esta noche “de reyes” (de una noche “de reyes” -¡ojala!- sin necesidad de cabalgatas “de marca” ni “patrocinadores”...) nos enseñan a mirar, abiertos a la sorpresa de lo desconocido. ¿Cuál debe ser nuestra mirada hoy hacia la sociedad en la que vivimos? ¿Debemos seguir siendo “profetas de calamidades o debemos escrutar a fondo las llamadas calladas de Dios para la Iglesia y para nosotros mismos? Convertirnos a este mundo, a esta sociedad, a esta cultura: Dios está hablando en ella con palabras de secularización y de crisis. ¿Cuál es nuestra “estrella”?
¿Adónde nos han llevado las “estrellas” en nuestro caminar? A veces han podido llevarnos también hasta Herodes... Es hora de reconocerlo y aprender. Es hora de caer en la cuenta de que el camino de Belén no es el camino del poder, del prestigio eclesial, del número, del dinero, ni de los “esponsor” económicos, etc No todo es válido ni siquiera para ayudar a “los pobres”.
Por eso es necesario “discernir” las estrellas y los reyes que nos llevan por distintos caminos. Tal vez el camino por el que la estrella quiere guiarnos no es, precisamente, el más nos gusta ni personal, ni comunitaria ni eclesialmente...Belén, como Nazaret, es camino de sencillez, de pobreza, de anonimato, el mundo de las pequeñas cosas y los pequeños gestos: adorar a un niño nacido en un pesebre (¡un mundo del revés!) y llevarle regalos de oro (Jesús es “rey-servidor”), incienso (Jesús es “Dios” –el innombrable y el desconocido-), y mirra (Jesús es un ser humano: “quien me ve a mí, ha visto al Padre”).
Que sepamos todos, a nivel personal, comunitario y eclesial, descubrir la “estrella” de nuestro camino hoy, y seguirla.
José Luis Saborido Cursach

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