30 diciembre 2013

Hoy es 30 diciembre

Hoy es lunes, 30 de diciembre, tiempo de Navidad
Poder frenar un poco y hacer silencio en estos días, me ayuda a estar más cerca de todo lo que es verdaderamente importante. Más allá de todas las prisas, sonidos, luces. Me ayuda a darme cuenta de los momentos en que siento a Dios con más fuerza. Sé que es él quien me lanza a caminar siempre a su lado. Señor, enséñame el valor de la espera, de la confianza, de la entrega de cada día. Despiértame si me duermo, si no te espero, si no te veo. Para que aprenda a confiar y a velar.
La lectura de hoy es del evangelio de Lucas (Lc 2, 36-40):
En aquel tiempo, había una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén. Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.
Hoy, la historia de Ana, la profetisa que aparece en el evangelio, hace que me fije en mi propia historia. Si hago una pequeña lectura de mi vida, descubro que yo también tengo límites, arrugas, heridas, dudas. Son cosas que en ocasiones siento como obstáculos para mi fe que forman parte de mi realidad de lo que yo soy. Me detengo un momento y traigo a la memoria algunos de ellos.
Qué cuesta arriba se hace la espera y la confianza cuando sólo pongo la mirada en los puntos más oscuros. Sin embargo el evangelio habla de un encuentro y de una acción de gracias. Mi vida también la forman aquellas cosas por las que doy gracias una y otra vez. Ya sean del pasado, del presente o del futuro. Escojo esos momentos y dejo que brote, una vez más, el agradecimiento concreto y profundo.
La espera de Ana cobra sentido. Sabe en quien ha puesto su confianza y que Dios no defrauda. al dar gracias siento que me pongo en camino y crecen en mí los deseos de hacer que otros puedan participar de esta alegría, de la esperanza que trae este niño. Quizás así entienda un poco mejor todo lo que ocurre. A los que esperaban la liberación de Jerusalén, ella les hablaba de un niño. ¿A quienes quiero llevar yo esa esperanza que siento al encontrarme con Jesús?
Me adentro en la lectura al volver a leer este pasaje. Quizás esta vez me es más fácil acercarme a esta mujer, o ponerme directamente en su lugar, en el momento del encuentro con el niño. La vida ahora es más palpable. La acción de gracias ya tiene palabras y pongo cara a aquellos a los que va dirigido el mensaje de esperanza.
Esperaré
Esperaré a que crezca el árbol
y me dé sombra.
Pero abonaré la espera con mis hojas secas.
Esperaré a que brote el manantial
y me dé agua.
Pero despejaré mi cauce
de memorias enlodadas.
Esperaré a que apunte
la aurora y me ilumine.
Pero sacudiré mi noche
de postraciones y sudarios.
Esperaré a que llegue
lo que no sé y me sorprenda.
Pero vaciaré mi casa de todo lo enquistado.
Y al abonar el árbol,
despejar el cauce,
sacudir la noche
y vaciar la casa,
la tierra y el lamento se abrirán a la esperanza.
Benjamín González Buelta, sj
Para ir cerrando este tiempo de oración, hablo con el Niño Dios de lo que ha brotado en este rato, de la dificultad de los momentos oscuros, de la gratitud de los momentos buenos, de la confianza, de la esperanza o de las ganas de compartirlo con otro. De todo lo que tengo dentro le hablo al ir despidiéndome.
Gloria al Padre,
y al Hijo,
y al Espíritu Santo.
Como era en el principio,
ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Comentario al Evangelio de hoy, 30 diciembre

Hoy la liturgia nos invita a contemplar a Ana. La podemos imaginar como una anciana arrugada, parecida a algunas de las ancianas que también hoy están siempre en nuestros templos, como si fueran velas encendidas que se consumen lentamente ante el Señor. Ana, además de ser anciana, era viuda; es decir, pertenecía, junto con los huérfanos, a la categoría de los más pobres del pueblo, de los que no cuentan.
¿Qué sucede cuando se “encuentra” con el Niño?
El evangelio de Lucas va describiendo las respuestas de los distintos personajes. Los pastores, por ejemplo, pasaron por diversas etapas: temor, alegría, anuncio. Pues bien, la vieja Ana reacciona de dos maneras: dando gracias a Dios y hablando del niño a todos los que aguardaban la liberación de Israel. Merece la pena que nos entretengamos en estas dos actitudes y en otra previa: la actitud de paciente espera.
Ana, en primer lugar, es una mujer que, como los pobres de Yahvé, sabe esperar activamente: No se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones.
¿No os parece que a menudo deseamos encontrarnos con Jesús sin apartarnos ... de nuestros intereses, sin purificar nuestras expectativas en una oración confiada? Es muy fácil decir “Yo no veo a Jesús por ninguna parte”, cuando esas partes en las que no lo vemos son el territorio diminuto de nuestro pequeño mundo de intereses, preocupaciones. La oración paciente, día y noche, es como un colirio que limpia nuestros ojos para ver al Niño donde muchos sólo ven a un bebé como otro cualquiera.
Cuando Ana lo reconoce, da gracias a Dios. Todo regalo libera nuestra capacidad de agradecimiento. Hoy es uno de esos días en los que también nosotros podemos dar gracias a Dios por todos los signos visibles de su amor, por todos los Cristos que ha ido colocando en el camino de nuestra vida. Nuestra fe de hoy es, en buena medida, el fruto de estos regalos.
Ana, finalmente, habla del Niño. Lucas siempre acentúa este aspecto confesante de sus personajes. A mí no me gusta nada el testimonio cuando se convierte en una especie de “género literario”. Frases como “Y ahora fulano de tal va a dar testimonio” me producen sarpullido espiritual. Hablar del niño no es pasarse todo el día contando eso de “Yo era un sinvergüenza, alejado de la religión, pero cuando Cristo entró en mi vida, todo cambió”. Hay personas a las que estos relatos les emocionan. Es respetable. A mí me parecen casi siempre hinchados y huecos. Hablar del niño significa, sobre todo, hacer visible el gozo, la esperanza, el coraje, que todo encuentro con Jesús produce en el entramado de la vida cotidiana.
Fernando González, cmf

Oración de los fieles (Solemnidad de Santa María, Madre de Dios)

Al comenzar el año, te pedimos, Señor, que nos bendigas a nosotros, a nuestras familias, a la Iglesia y al mundo que tú amas.
* Para que la Iglesia, junto con nuestro papa Francisco, sea bendición y buena noticia de esperanza en este año que ahora comienza para todos los hombres y mujeres en todos los lugares de la tierra.
* Para que quienes dirigen la política y la economía del mundo, sean capaces, este año, de dar una respuesta solidaria y eficaz a los inmensos problemas de la pobreza, del hambre y de las guerras.
* Para que todas las personas que comienzan este año con sufrimiento por su situación personal o familiar, experimenten en su corazón y en su vida la cercanía misericordiosa de Dios.
* Para que en este año que comienza nos sea concedida la gracia del encuentro con Dios en las circunstancias cotidianas de nuestra vida y en las personas que se acerquen a nosotros.
* Para que seamos constructores de justicia y de paz en un mundo roto y dolorido.
Que tu Palabra se vuelque sobre nosotros para que construyamos, entre todos, un año en paz y justicia en nuestra sociedad, en nuestras casas, y en el mundo entero. Por Jesucristo, Nuestro Señor.

Despedir para acoger

Del blog de José Chamorro
El final del año se propone como una meditación a través de la cual podemos hacer balance del año que termina. Sólo en la medida que somos capaces de despedirnos de algo adquirimos la disposición para abrirnos a lo que está por llegar, a ese acontecer que tiene lugar cuando estamos receptivos para acoger lo nuevo.
                La despedida no está relacionada exclusivamente con las relaciones que mantenemos con las distintas personas que nos rodean, también tiene que ver con los deseos, miedos y apegos que nos anclan deteniendo, en la mayoría de las ocasiones, lo propio de nuestro caminar.carta despedida
                       En este sentido, es fácil darse cuenta de que estamos llenos de deseos que tienen que ver con un afuera precipitado, con una mirada externa que evalúe nuestro logro, es por ello por lo que dichos deseos terminan por retenernos haciéndonos dependientes de los demás. Realmente sólo la persona consciente disfruta de todo. Si preguntas por qué, ella responderá: “¿Por qué no? (…). La persona consciente vive en un mundo de unicidad y variedad, de renovación y del ahora.[1] Cuando nos hacemos conscientes de nuestros deseos hemos dado el primer paso para ser libres de ellos, en definitiva, para despedirnos de ellos al tiempo que acogemos el momento presente. Aunque sea por apostillar algo más lo dicho, no tenemos que olvidar que los deseos no tienen que ver con las aspiraciones que nos mueven desde dentro y que son respuestas a las preguntas más profundas que todos nos realizamos.
                Los miedos también nos limitan, ya que nos dejan en una fantasía mental de la que no podemos deshacernos y que termina por condicionar nuestro modo de estar y actuar. Los miedos no deben ser eliminados pues edulcoran la vida de manera artificial, más bien deben entenderse como una realidad con la que hay que aprender a convivir. Lo importante es aprender a vivir con el miedo. En cuanto me reconcilio con mi miedo, esto es, renuncio a luchar contra éléste se transforma. Sigue estando ahí pero ya no me tiene bajo su control.[2] A los miedos se les despide cuando podemos verlos y, tras reconocerlos, no nos limitan. Estando de otro modo dejan de estar obstaculizando.
                despedidaEl apego, en cuanto a la dificultad que entraña, es uno de los grandes asuntos pendientes del ser humano y que en la mayoría de las ocasiones se le confunde con el amor. Decía el Hermano Roger de Taizé:quien vive para Dios elige amar. Asumir esta elección exige una vigilancia constante.[3] Esa vigilancia constante, que tiene que ver con tomar conciencia y no tanto con una actitud persecutora con uno mismo, nos ofrece el salvoconducto para evitar relaciones dependientes y, en el peor de los casos, sumisas. Aquí acontece la ruptura con la vieja teoría en donde la existencia de uno es más o menos valiosa en la medida en que procura al otro aquello de lo que éste carece. Soltándonos de esta dependencia que conlleva el apego se inaugura una nueva manera de relacionarnos desde la totalidad y el autoapoyo de cada uno. Siendo complejo no por ello es imposible, aunque no hay que olvidar que el viraje hacia este nuevo rumbo no se da en la inmediatez, sino que, citando una vez más al padre del ecumenismo, la transfiguración del ser se va haciendo poco a poco a través de cambios casi imperceptibles.[4]
                Las despedidas, en definitiva, tienen que ver con la vida misma pues todo lo que nace muere y esta muerte es ante todo una despedida, es un final que queda abierto para acoger algo nuevo. Vivimos en la fantasía de que permaneceremos para siempre pero, nada más lejos de esto, la evidencia que no deseamos mirar es otra. Quizá cuando sepamos dar las gracias por aquello que se nos dio sólo entonces estaremos en la mejor de las disposiciones para inaugurar una despedida. A lo largo de la vida se nos brindan muchas oportunidades para practicar, para ensayar este desapego necesario pero, a pesar de ello,gracias son muchas las personas que quedan atrapadas de cosas y personas que le rodean, vendiendo así su propia libertad a un precio muy alto y, en última instancia, terminando por hipotecar su felicidad. Ojalá en este final de año logremos descubrir el juego al que jugamos sin que muchas veces sepamos cómo y cuándo nos sentamos a participar en él.
                Te deseo de corazón que inaugures este nuevo año desde una nueva disposición para acoger, una actitud que te permita ensancharte en aquello que aún está por llegar, que logres ver la corriente en la que nos han arrojado para que puedas recuperar la capacidad para decidir si continúas río abajo o prefieres recrearte en alguna de las múltiples orillas que tiene la vida. Que seas bendecido desde lo Alto con el permiso y la creatividad para ser feliz en la desnudez y la sencillez de la vida.

Qué es el Bautismo


La Liturgia del Bautismo




San Silvestre... ¿Quién era?

Foto: TIEMPO DE NAVIDAD - SANTORAL

31 DE DICIEMBRE – SAN SILVESTRE I, PAPA

Evangelio del día, 30 diciembre


Evangelio según San Lucas 2,36-40. 
Había también allí una profetisa llamada Ana, hija de Fanuel, de la familia de Aser, mujer ya entrada en años, que, casada en su juventud, había vivido siete años con su marido. 
Desde entonces había permanecido viuda, y tenía ochenta y cuatro años. No se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día con ayunos y oraciones. 
Se presentó en ese mismo momento y se puso a dar gracias a Dios. Y hablaba acerca del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén. 
Después de cumplir todo lo que ordenaba la Ley del Señor, volvieron a su ciudad de Nazaret, en Galilea. 
El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con él. 

29 diciembre 2013

Abiertas al proyecto de Dios

Los relatos evangélicos no ofrecen duda alguna. Según Jesús, Dios tiene un gran proyecto: construir en el mundo una gran familia humana. Atraído por este proyecto, Jesús se dedica enteramente a que todos sientan a Dios como Padre y todos aprendan a vivir como hermanos. Este es el camino que conduce a la salvación del género humano.
Para algunos, la familia actual se está arruinando porque se ha perdido el ideal tradicional de “familia cristiana”. Para otros, cualquier novedad es un progreso hacia una sociedad nueva. Pero, ¿cómo es una familia abierta al proyecto humanizador de Dios? ¿Qué rasgos podríamos destacar?
Amor entre los esposos. Es lo primero. El hogar está vivo cuando los padres saben quererse, apoyarse mutuamente, compartir penas y alegrías, perdonarse, dialogar y confiar el uno en el otro. La familia se empieza a deshumanizar cuando crece el egoísmo, las discusiones y malentendidos.
Relación entre padres e hijos. No basta el amor entre los esposos. Cuando padres e hijos viven enfrentados y sin apenas comunicación alguna, la vida familiar se hace imposible, la alegría desaparece, todos sufren. La familia necesita un clima de confianza mutua para pensar en el bien de todos.
Atención a los más frágiles. Todos han de encontrar en su hogar acogida, apoyo y comprensión. Pero la familia se hace más humana sobre todo, cuando en ella se cuida con amor y cariño a los más pequeños, cuando se quiere con respeto y paciencia a los mayores, cuando se atiende con solicitud a los enfermos o discapacitados, cuando no se abandona a quien lo está pasando mal.
Apertura a los necesitados. Una familia trabaja por un mundo más humano, cuando no se encierra en sus problemas e intereses, sino que vive abierta a las necesidades de otras familias: hogares rotos que viven situaciones conflictivas y dolorosas, y necesitan apoyo y comprensión; familias sin trabajo ni ingreso alguno, que necesitan ayuda material; familias de inmigrantes que piden acogida y amistad.
Crecimiento de la fe. En la familia se aprende a vivir las cosas más importantes. Por eso, es el mejor lugar para aprender a creer en ese Dios bueno, Padre de todos; para conocer el estilo de vida de Jesús; para descubrir su Buena Noticia; para rezar juntos en torno a la mesa; para tomar parte en la vida de la comunidad de seguidores de Jesús. Estas familias cristianas contribuyen a construir ese mundo más justo, digno y dichoso querido por Dios. Son una bendición para la sociedad.
José Antonio Pagol

Reflexión Gálatas,4

Por paradójico que parezca, para leer bien a Pablo es preciso “aislarlo” de la perspectiva evangélica, que es desde donde se le suele leer. Parece que Pablo no ha tenido acceso a ninguno de los evangelios o relatos similares. Por lo tanto, su visión es más “primitiva” que la de los mismos textos evangélicos. De ahí que se pueda decir que, como él mismo afirma, es portador de “una tradición anterior”. Ésta no ha entrado aún en los moldes del teísmo. Luego, al principio, la comprensión de Jesús no estaba cargada de teísmo. Pero Pablo, al elaborar una espiritualidad de proximidad total de identificación entre Jesús y Dios, al proponer una experiencia espiritual de Dios de una intensidad única arriesgaba el abrir la puerta a un modo teísta de mirar el hecho histórico de Jesús.
Cuando Gálatas dice que Jesús es un “nacido de mujer, nacido bajo la Ley” está asentando su verdad histórica: pertenece totalmente a la historia, no viene de ningún lado ajeno a esa misma historia y, por lo mismo, hará parte de tal historia para siempre. Esta seriedad histórica, este hacer parte de lo nuestro como toda creatura que viene a esta historia, es algo que siempre habrá que mantener en el imaginario sobre Jesús y su obra de salvación.
Del mismo, resulta necesario afirmar con toda seriedad que “la adopción” que el hacer parte de la historia de Jesús nos acarrea y que nos hace hijos de Dios tiene un contenido igualatorio: por adopción se nos hace hijos como Jesús. El acento no está puesto en la diferencia (Jesús es “verdadero” hijo, nosotros “adoptivos”, de segundo orden), sino en la igualdad. La similar pertenencia histórica es la que nos hace hijos por el amor del Padre que se vierte a quien pertenece a la historia.
Por eso mismo, podemos decir el grito de la filialidad “Abba”, la manera como nombran a Dios los verdaderos hijos porque lo son de verdad. Solamente en Mc 14,36 y aquí se consigna esta manera cálida, afectiva, honda de denominar a Dios. El Espíritu del Hijo, la herencia entregada a la comunidad, es la que nos capacita y anima para creer que esto es así, que nuestra pertenencia a la familia de Jesús es total.
La prueba de que esto no es una fantasía es que heredamos como Jesús: “eres heredero por voluntad de Dios”. En las sociedades antiguas el tema de las herencias estaba muy controlado para evitar la dispersión del patrimonio familiar. Dios no tiene empacho en hacer heredera a toda creatura, igual que Jesús, porque la acogida en la familia ha sido como la de Jesús. Por “la mujer”, María, ha funcionado históricamente este hermoso mecanismo. Siempre le estaremos agradecidos, por su fe y por su maternidad.
Fidel Aizpurúa Donázar

Comentario al Evangelio de hoy, 29 diciembre

Toma al niño
La luz brilla en las tinieblas: la Palabra se hace carne. Deslumbrados por la natividad de Jesús en medio de la noche de nuestro mundo, nuestros ojos han quedado prendados por este foco de luz y han contemplado al Niño. Pero en cuanto nuestras pupilas se han acostumbrado, han ido vislumbrando también los detalles que habían quedado en la penumbra a causa de ese resplandor. Junto al niño Jesús descubrimos a María, a José, personajes sin los cuales esta presencia no hubiera sido posible. Y es que el Verbo se ha hecho hombre, carne humana, pero ser hombre es en su misma entraña entrar en relación. “El hombre” así, en general, es una pura abstracción. No existe el individuo humano como tal, sino la persona, ciertamente única, insustituible, pero anudada también a toda una red de relaciones: ser hombre significa necesariamente ser hijo, hermano, amigo, vecino, de un modo u otro, padre o madre.
Si el Hijo del Eterno Padre, el Verbo de Dios, se ha hecho hijo del hombre, carne como la nuestra, es que el hombre, cada hombre, está dotado de un valor infinito. Pero este valor y dignidad infinitos están vertidos en vasijas de barro y afectados por una enorme fragilidad. Basta pensar en la indefensión total con la que nace la criatura humana, mucho mayor que la de las crías de cualquier otra especie animal. Múltiples peligros amenazan la viabilidad del niño recién nacido, también del que está todavía en trance de nacer. Dios se ha hecho hombre, es decir, ha empezado por hacerse embrión y, después, niño, vulnerable, indefenso, por completo dependiente, menesteroso en todos los sentidos, necesitado de todos los cuidados. El evangelio de Mateo hoy subraya e insiste en este aspecto: describe las amenazas de muerte que rodean al niño nada más nacer y hacen de él un fugitivo, un desplazado, emigrante y extranjero. Mateo describe en detalle lo que Juan expresa con laconismo: vino a su casa y los suyos no lo recibieron.
El valor infinito del ser humano, que Jesús ha revelado con su nacimiento, necesita ser protegido de los peligros que lo acechan por doquier, del riesgo implicado en asumir la carne humana y su vulnerabilidad. El primer cofre que protege este valor a la vez infinito y frágil del ser humano es un vientre de mujer, y el segundo es la familia. También es así en Jesús. Al hacerse hombre se convierte primero en hijo, en miembro de una familia. Es ella la que acoge (ya al engendrarla) la vida humana incipiente, la que la hace viable, la alimenta y le da crecimiento. Para poder llegar a ser sí mismo con independencia, hay que ser primero dependiente; el que quiera hacer una aportación propia a la sociedad y a la historia (por pequeña que pueda parecer), ha de recibir primero de otros todo lo necesario para vivir (primero la sangre que le llega por el cordón umbilical, después el calor de un regazo, el alimento, el vestido, la educación); para alcanzar la seguridad en sí mismo, es necesario haber hecho la experiencia de la confianza que ofrece la seguridad familiar; para, por fin, poder tratar a los demás de igual a igual, es imprescindible haber sentido sobre sí la única desigualdad que no ofende nuestra dignidad, pues ha sido como la providencia benéfica que ha remediado nuestra inicial indefensión.
También ha sido así en Jesús. El Verbo de Dios hecho hombre, el niño Jesús, aparece ante nuestra mirada en los brazos de María, y ante los múltiples peligros y amenazas que lo acechan desde su mismo nacimiento, la protección providencial que recibe de lo alto no se distingue de la que reciben (o deben recibir) el resto de los mortales: los cuidados de su madre, los trabajos, desvelos y decisiones de su padre humano, que Mateo dibuja hoy con concisión y maestría.
Seguimos contemplando al niño Jesús, pero lo hacemos mirando al cuadro completo de la Sagrada Familia. Se trata, es verdad, de una familia del todo particular, y por eso la llamamos “sagrada”: María, la mujer inmaculada, Virgen y Madre; José, varón justo, que en la visión bíblica significa agradable a Dios; Jesús, el hijo eterno del Eterno Padre. Pero del mismo modo que la encarnación de Jesús, su hacerse hombre, conlleva la afirmación del valor y dignidad del hombre, de todo hombre sin excepción, también al descubrir a Jesús como miembro de la Sagrada Familia, comprendemos que la familia como tal es una realidad sagrada, creada y querida por Dios. Es la providencia que hace viable la vida humana, la de cada uno de nosotros, el ámbito en el que, en una relación positiva de amor, de dependencia, obediencia y respeto, crece y se fortalece la libertad, la responsabilidad, la confianza, los ingredientes todos que hacen posible vivir después una vida propia con sentido. Pero no debemos entender la familia como un remedio provisional de la menesterosidad de la primera fase de la vida humana. Esta queda sellada profundamente y para siempre por esos lazos familiares iniciales. Aunque, al adquirir la independencia, el ser humano abandone el hogar familiar para fundar el propio, ese abandono no debe entenderse como una ruptura. La dependencia inicial se convierte después en gratitud y también en responsabilidad y cuidado de los propios padres ya ancianos. Nunca dejamos de ser hijos, aunque la relación filial crezca, se desarrolle y se transforme a medida que vamos creciendo nosotros mismos. La realidad familiar nos habla realmente de que estamos llamados a la relación y al amor, y que esta relación y amor, siendo la vocación de seres libres, exigen de nosotros responsabilidad: somos responsables unos de otros y, en primer lugar, los padres, responsables de sus hijos, que dependen en gran y principal medida de aquellos para poder llegar a ser autónomos; y, después, los hijos asumen la responsabilidad sobre sus padres, si estos no son ya capaces de valerse por sí mismos.
Como la vida humana en general, como la vida incipiente del niño Jesús, también la realidad sagrada de la familia se encuentra sometida a múltiples amenazas. En nuestros días, tal vez el peligro más fuerte proceda de una libertad entendida y proclamada como irresponsabilidad, es decir, como desvinculación. Queremos ser libres, y no responder de ello ante nada ni ante nadie. Entendemos con frecuencia esta libertad como pura emancipación, ausencia de vínculos y de esos compromisos que anudan nuestra vida, pero que, precisamente, le dan contenido. La libertad entendida como pura voluntad subjetiva (como capricho) se traduce en relaciones provisionales, inestables, y considera posible desembarazarse sin más de las consecuencias que, inevitablemente, la relación lleva consigo, desde la vida engendrada, hasta la exigencia de fidelidad. Una vez más, como tantas en la historia, el hombre quiere hacerse dios y comer de la fruta prohibida del árbol de la ciencia del bien y del mal, para conformar la realidad a su antojo, trastocando incluso el orden con el que Dios, sabiamente, nos ha puesto en la tierra. Un orden que no destruye nuestra libertad sino que, aunque a veces parece limitarla, en realidad la hace posible, como la obediencia que el menor de edad debe a su padre, obligado a su vez por la responsabilidad hacia su hijo
Al mirar y contemplar hoy al niño Jesús en el seno de su familia humana, Familia Sagrada, porque sagrada es la realidad familiar, queremos descubrir en él el designio de amor que Dios tiene para con cada uno de nosotros, y que está ligado necesariamente a nuestras familias: dar las gracias por los padres que tenemos o hemos tenido, más allá de que hayan sido mejores o peores, también por nuestros hermanos y hermanas, por todo el resto de nuestros familiares. También los maridos deben dar gracias por sus mujeres, y las mujeres por su maridos, y juntos por sus hijos. Debemos hoy también pedir por el fortalecimiento de los vínculos familiares, basados en el amor mutuo, el amor que nos enseñó Cristo, que es capacidad de asumir responsabilidades y que culmina en la disposición a dar la vida por los demás (y nunca en el pretendido derecho de disponer de la vida de los demás); vínculos de los que depende en gran medida la salud y el futuro de la sociedad. Y, al comprender que Jesús nació en una familia concreta, pero no para quedarse en ella para siempre, sino para reunirnos a todos en la gran familia de los hijos de Dios, debemos sentirnos miembros de esa familia, por la que ningún ser humano es para nosotros “extraño”, ajeno, sino en el que podemos descubrir a un hermano nuestro, gracias al hijo de Dios que, al nacer, se ha hecho hijo del hombre.
José María Vegas, cm

Propuesta básica

El documento preparatorio para el próximo Sínodo de los Obispos, que tratará sobre LOS DESAFÍOS PASTORALES SOBRE LA FAMILIA EN EL CONTEXTO DE LA EVANGELIZACIÓN, incluye un cuestionario que se ha pasado a numerosos grupos, Asociaciones y Movimientos eclesiales. La primera pregunta de dicho cuestionario es la siguiente: ¿Cuál es el real conocimiento de las enseñanzas de la Biblia, de la Gaudium et Spes, de la Familiaris Consortio y de otros documentos del Magisterio postconciliar sobre el valor de la familia según la Iglesia Católica? Y la mayoría de respuestas indican que, salvo en grupos muy concretos y minoritarios, dichas enseñanzas son poco conocidas por el conjunto de los miembros de la Iglesia por diferentes motivos, entre ellos, la dificultad de comprensión de algunos documentos, que provoca que no se acoja su mensaje.
La fiesta de la Sagrada Familia nos invita precisamente a acoger la enseñanza de la Biblia sobre el valor de la familia, y lo hace de un modo sencillo, para que pueda ser comprendido por todos. Y en la oración colecta hemos pedido: Dios, Padre nuestro, que has propuesto a la Sagrada Familia como maravilloso ejemplo a los ojos de tu pueblo, concédenos, te rogamos, que imitando sus virtudes domésticas y su unión en el amor, lleguemos a gozar de los premios eternos en el hogar del cielo.
Hoy se nos hace una “propuesta básica” para comprender, acoger y vivir lo que es la familia cristiana. Y esa propuesta básica tiene dos puntos: virtudes domésticas y unión en el amor.
¿Cuáles son las virtudes domésticas? Las encontramos en la 1ª y 2ª lecturas. En la 1ª, varias veces indica que hay que honrar y respetar al padre y a la madre. En la 2ª, señala la misericordia entrañable, la bondad, la humildad, la dulzura, la comprensión, el perdón.
E indica expresamente: Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada. Es el segundo punto de la propuesta básica: la unión en el amor. Una unión que hay que vivir y mantener en los momentos buenos y también cuando llegan las dificultades, como hemos escuchado en el Evangelio que es lo que hizo la Sagrada Familia cuando se vio obligada primero a huir a Egipto, luego a volver a Israel, retirándose a Nazaret… Pero en todo momento unidos: José cogió al niño y a su madre… se fue… volvió… se retiró…
Estos dos puntos contienen la propuesta básica sobre la familia cristiana, pero aún podemos preguntarnos si es posible vivir esta propuesta. El Papa Francisco, en su discurso a las familias (26-octubre-2013), se hacía esta misma pregunta, y decía: Muchas veces la vida es pesada, y tantas veces trágica… Pero aquello que más pesa en la vida no es esto, lo que más pesa es la falta de amor. Pesa no recibir una sonrisa, no ser acogidos. Pesan ciertos silencios entre marido y esposa, entre padres e hijos, entre hermanos. Sin amor, el cansancio se hace más pesado.
Para que no falte ese amor, san Pablo recomendaba también en la 2ª lectura: todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre de Jesús, ofreciendo la Acción de Gracias… La Eucaristía es el Sacramento de amor, y por eso la fuente de la unión en el amor de la familia cristiana, porque nos introduce en el misterio de amor que es Dios mismo y que reflejó la Sagrada Familia.Aunque es una propuesta básica, no es fácil imitar a la Sagrada Familia en sus virtudes domésticas y en su unión en el amor. No hay recetas mágicas pero el Papa también indicaba lo siguiente: para llevar adelante una familia es necesario usar tres palabras: permiso – gracias – perdón.
Pidamos permiso para no ser invasores. En familia, ¿puedo hacer esto, te gusta que haga esto?
Demos gracias, gracias por el amor, pero ¿cuántas veces al día le dices gracias a tu mujer o a tu marido? Cuántos días pasan sin decir esta palabra: gracias.
Y todos nos equivocamos, y a veces alguno se ofende en la familia o en el matrimonio. No terminen la jornada sin hacer la paz, cada día. Disculpa y se recomienza.
Usemos estas tres palabras en la familia: permiso, gracias y disculpa. Sintetizan la propuesta básica para la familia cristiana, y todos podemos comprenderlas; nos ayudarán a cultivar las virtudes domésticas y a desarrollar la unión en el amor, como la Sagrada Familia, y a transmitirlas, para que también un día lleguemos a gozar de los premios eternos en el hogar del cielo.

Comunicado de Cáritas Parroquial

Terminada la Campaña de navidad, Cáritas les informa que se han recibido alimentos que han permitido ayudar a 54 familias, en su mayoría de nuestra Comunidad Parroquial de La Inmaculada, y a otras familias carentes de ayuda, así como a dos Comunidades de religiosas franciscanas de clausura.
Los donativos que ustedes han entregado han ascendido a 5.430 Euros. Esto nos ha permitido ayudar económicamente, para hacer pagos pendientes de luz, agua, gas, alquiler y otros servicios.
Queremos agradecer a la Comunidad Educativa del Colegio Internacional de Valladolid, a los grupos juveniles de la Parroquia, a los pequeños de la catequesis y a todos los que han colaborado en esta importante tarea, ya que entre todos hemos conseguido que 230 personas estén pasando estas fiestas con menos preocupaciones y un poco más de alegría.
Les recordamos, por si quieren colaborar con Cáritas Parroquial durante el año o hacerse socios, que nos reunimos cada quince días de 8,30 a 9,30 los martes en los Salones de la Parroquia. Para atender a quienes nos necesiten, también los martes de 7,30 a 8,30.

A todos muchas gracias por su generosidad y colaboración.

Día Misional franciscano, 6 enero

    El próximo día 6 de enero, festividad de la Epifanía o de los Reyes Magos, celebraremos,  en nuestra Comunidad Parroquial, el DÍA MISIONAL FRANCISCANO. Recordaremos  y oraremos  por  nuestros cerca de 50 misioneros franciscanos. La colecta de ese día, que suple a la de Caritas mensual,  se destinará a las Misiones Franciscanas.

Ese mismo día 6, se harán presentes en la parroquia sus Majestades, los Reyes Magos. Será  en la Eucaristía de las 13,30 horas. Invitamos a todos los niños y niñas a que participen en esa Eucaristía de las 13.30.

Hoy es domingo 29 de diciembre

Hoy es domingo, 29 de diciembre, festividad de la Sagrada Familia.
La oración es ante todo un encuentro, con uno mismo, con los otros y con Dios. Buscador incansable de relación y alianza y el punto de partida es siempre la realidad, lo cotidiano, con sus conflictos, contradicciones y deseos más profundos. Cada momento de oración, como este, es una oportunidad única para hacer realidad ese encuentro. Una invitación a poner toda la confianza en Dios, en los momentos buenos y en las horas de dificultad. Confiad en el Señor porque es bueno, confiad en el Señor, aleluya.
La lectura de hoy es del evangelio de Mateo (Mt 2, 13-15.19-23):
Cuando se marcharon los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo.»
José se levantó, cogió al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que dijo el Señor por el profeta: «Llamé a mi hijo, para que saliera de Egipto.»
Cuando murió Herodes, el ángel del Señor se apareció de nuevo en sueños a José en Egipto y le dijo: «Levántate, coge al niño y a su madre y vuélvete a Israel; ya han muerto los que atentaban contra la vida del niño.»
Se levantó, cogió al niño y a su madre y volvió a Israel. Pero, al enterarse de que Arquelao reinaba en Judea como sucesor de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allá. Y, avisado en sueños, se retiró a Galilea y se estableció en un pueblo llamado Nazaret. Así se cumplió lo que dijeron los profetas, que se llamaría Nazareno.
Según el relato de Mateo, la familia de Jesús vive la experiencia trágica de los refugiados e inmigrantes, obligados a huir de su hogar, para buscar asilo en un país extraño. La fiesta de la Sagrada Familia nos invita a orar por los miles de hermanos y hermanas que han tenido que dejar su tierra. Tráelos a tu recuerdo y oración.
La acción salvadora de Dios, se abre camino en medio de amenazas e incertidumbres. Lejos del poder y la seguridad, el seguimiento de Jesús se hace desde la debilidad de los amenazados. No desde la seguridad de los poderosos. ¿Vives las dificultades como parte del camino?
Entre sueños y miedos nocturnos, José es guiado. En el camino de la vida no estamos solos. Nuestra vida está sostenida y habitada, por un Dios que va orientando y conduciendo. Es luz y fuerza. ¿Te sientes acompañado? ¿Cómo vas notando que Dios te guía?
El texto de Mateo, está lleno de contrastes. Habla de amenazas y de muerte, persecuciones y huidas. Pero también evoca  la liberación de Egipto y a un Dios que protege y acompaña. Al leer de nuevo el texto, déjate contagiar por ese dinamismo.
Aquí, ahora, a la escucha está ya el Nazareno. Habla con él de tus miedos, de tus sueños, con la confianza de estar entre amigos, en familia.
En familia
Donde nos conocemos a fondo,
y nos queremos como mejor sabemos.
Donde la casa es historia, hogar y memoria,
y la puerta está abierta.
Donde se dicen las cosas más claras.
Donde tienes tu raíz y tu entraña,
donde te quitas el maquillaje
y te pones las zapatillas.
Pero también donde nos tenemos
sin apresarnos,
que habrá que volar del nido
un día.
Donde no siempre pensamos igual,
creemos de distintos modos,
y soñamos sueños diferentes
porque es la misma sangre
pero varios corazones.
Donde a veces hay silencios difíciles,
palabras pendientes,
donde el amor es asimétrico,
porque hay quien da todo
y hay quien exige de más
y agradece de menos.
En familia, en nuestra carne y nuestra vida,
tan humana,
quiso nacer todo un Dios.
 
José Mª Rodríguez Olaizola, sj

Materiales Infancia Misionera, 26 enero 2014


Colabora con tu donativo
"Los niños ayudan a los niños"


“Los niños… Hablamos de niños y niñas que de alguna manera entienden el compromiso de la solidaridad sin fronteras.

… ayudan… Los niños son capaces de entender que lo que tienen lo han recibido gratuitamente y que están llamados a compartirlo con los demás.

… a los niños” Se crea una corriente de solidaridad, especialmente con los niños más necesitados.



Catequesis de niños.
Guión para la clase de religión.
Hucha del compartir.
Oración.
Lámina para colorear.
Guion litúrgico.
Calendario 2014

Mensaje de Navidad del Arzobispo de Valladolid

Crucigrama infancia de Jesús

La Sagrada familia, evangelio ilustrado



Pasatiempos Sagrada Familia



Evangelio del día 29 diciembre


Foto: DOMINGO 29 DE DICIEMBRE - OCTAVA DE NAVIDAD - 
Fiesta de la Sagrada Familia Jesús, María y José - CICLO A

SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 2, 13-15.19. 23

Todavía con la mirada (de los ojos y del corazón) en el Niño Dios, que está en la cuna del belén, el evangelio de hoy (Mt 2,13-15.19-23) nos pide fijar la atención en la familia. Desde luego, la sagrada Familia de Nazareth, pero también la familia en general, la tuya y la mía. Evidentemente en el llamado Misterio de Navidad, sus tres personajes son parte del Misterio, pero el principal es Jesús, que acapara nuestro interés. En la misa de Noche Buena lo hemos visto como un bebe inerme y vulnerable  -¡Él que es el Hijo de Dios!- ; en la de Navidad (¡ayer!), lo hemos contemplado Dios con el Padre desde siempre  -¡Él que es un bebe! Hoy, la iglesia quiere que lo veamos en el seno de una familia y como parte de la misma. Con todo lo que esto entraña en sí y para todas nuestras familias.

Reflejo de la Familia de Dios, que es una comunidad de tres Personas divinas, la Familia de Nazaret es, debe ser, modelo para toda familia humana.  Pbro. Antonio Elduayen, C.M

Evangelio según San Mateo 2,13-15.19-23. 

Después de la partida de los magos, el Angel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: "Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y permanece allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo". José se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto. Allí permaneció hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por medio del Profeta: Desde Egipto llamé a mi hijo. Cuando murió Herodes, el Angel del Señor se apareció en sueños a José, que estaba en Egipto, y le dijo: "Levántate, toma al niño y a su madre, y regresa a la tierra de Israel, porque han muerto los que atentaban contra la vida del niño". José se levantó, tomó al niño y a su madre, y entró en la tierra de Israel. Pero al saber que Arquelao reinaba en Judea, en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allí y, advertido en sueños, se retiró a la región de Galilea, donde se estableció en una ciudad llamada Nazaret. Así se cumplió lo que había sido anunciado por los profetas: Será llamado Nazareno. 


28 diciembre 2013

Para reflexionar... No sé vivir sin Whatsapp

Hoy es 28 diciembre, Santos Inocentes

Hoy es sábado, 28 de diciembre, festividad de los Santos Inocentes.
Me acerco hoy de nuevo a este tiempo de silencio para encontrarme con Dios encarnado. Con la confianza de estar con alguien que atiende mis problemas, mis sentimientos y mis deseos. Alguien que desde siempre ha querido estar tan cerca de mí, que se hizo hombre entre nosotros. Con ese deseo de encuentro cercano e íntimo con Dios, comienzo mi oración.
La lectura de hoy es del evangelio de Mateo (Mt 2, 13-18):
Cuando se marcharon los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo.»
José se levantó, cogió al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que dijo el Señor por el profeta: «Llamé a mi hijo, para que saliera de Egipto.» Al verse burlado por los magos, Herodes montó en cólera y mandó matar a todos los niños de dos años para abajo, en Belén y sus alrededores, calculando el tiempo por lo que había averiguado de los magos. Entonces se cumplió el oráculo del profeta Jeremías: «Un grito se oye en Ramá, llanto y lamentos grandes; es Raquel que llora por sus hijos, y rehúsa el consuelo, porque ya no viven.»
Me acerco a la escena del evangelio e imagino a José y María huyendo de noche con su hijo en brazos. Intento descubrir sus sentimientos de desconcierto, desasosiego, miedo. Son los que cumplen con una voluntad de Dios difícil de entender.
Este terrible relato de violencia de Herodes, trae a mi oración algunas de las realidades del mundo de hoy. Familias que huyen de sus tierras y casas, por culpa de las guerras, hambrunas o persecuciones políticas. Pueblos enteros en campos de refugiados y personas migrantes malviviendo en un país extranjero. Pido por ellos en mi oración.
Contemplo de nuevo a José y María con su hijo en brazos. En ese niño frágil está la esperanza de un mundo nuevo y distinto. En ese niño está la potencia real de Dios en el mundo, habitando entre nosotros. Acojo en mi corazón este misterio de Dios que quiere transformar este mundo desde lo más frágil y pequeño.
Leo de nuevo el texto poniendo mi mirada en algunos de los personajes, María, José, Jesús, Herodes, las madres que pierden a sus hijos. Dejo que su experiencia sea la que me relate de nuevo el pasaje del evangelio.
Nada más nacer y ya en el camino. Su techo es el cielo, la tierra es el lecho que guarda los sueños de hombre sencillo. De una mujer buena, de un recién nacido. Detrás a lo lejos, violencia en las calles, nacida del miedo. Dolor en las vidas de tanto inocente. Víctimas sin culpa, llantos sin consuelo. El constante juego de los poderosos, cobrándose el diezmo de los más pequeños. Volverás de Egipto, rasgarás el muro que divide al hombre, que provoca duelos. Le darás la vuelta al maldito ciclo de tanta barbarie, de tanto desierto, donde nada crece. Brotarán de nuevo esperanzas altas, amores perpetuos, humanas caricias, profundos anhelos que desde la entraña, mana lo eterno. Ahora duerme niño, que de tu suspiro, pende el universo.
Para terminar pongo atención en los sentimientos que se han despertado en mí en este tiempo de oración. Los pongo ante el niño Dios y le hablo de ellos. Escucho también como él me habla a mí y al mundo desde un niño indefenso.
Tomad, Señor y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento, y toda mi voluntad. Todo mi haber y poseer. Vos me lo disteis, a vos, Señor, lo torno. Todo es vuestro, disponed a toda vuestra voluntad. Dadme vuestro amor y gracia, que esta me basta.

Recursos Navidad

Creer, celebrar, gozar, ver, enseñar, saber... que Dios mismo nos ha visitado, nos ha mostrado su rostro, podemos verle, sabemos quien es, acaricia nuestra vida y cuida de nosotros.

Curiosidades de navidad
 Enlace 1
Cuentos de Navidad 
Tarjetas navideñas e imágenes de navidad para colorear 
 Enlace 2 
 Enlace 3
Manualidades de navidad 
 Enlace 1 
 Enlace 2
 Enlace 3
Pasatiempos y juegos para Navidad 
 Pasapalabra Navideño 1
 Pasapalabra Navideño 2
 Enlace 3
 Enlace 5 
Oraciones, celebraciones y Vigilias de Fin de Año  
 Enlace 1
 Enlace 2
Karaoke de villancicos navideños
 Enlace 1
 Enlace 2
 Enlace 3
 Películas navideñas en Youtube para los más pequeños
 Enlace 1
Para catequistas intrépidos: curiosidades y propuestas de actividades 
 Enlace 1
 Enlace 2