31 octubre 2013

Cantos litúrgicos para el Tiempo de Adviento

Otros cantos litúrgicos para el tiempo de Adviento (Del cancionero Litúrgico Nacional) :
A tí, Señor, levanto mi alma CE de L. Pulsar aquí
32 Rorate Coeli desuper M:Gregoriana Pulsar aquí
9 Ven, Ven Señor, no tardes T: C Gabarain M:Espiritual negro Pulsar aquí
13 Tiempo de esperanza T y M: Vicente Martín Pulsar aquí
15 Ven Señor, no tardes en llegar T y M: G. Fernández Pulsar aquí
16 La Virgen sueña caminos T y M: Erdozain Pulsar aquí 
18 Palabra que fue luz T y M: A Taulé Pulsar aquí
19 Esperamos tu venida M: A Martorell Pulsar aquí
10 Esperando, esperando T y M: C. Gabarain Pulsar aquí20 Jesucristo, Palabra del Padre M: J. A. Rodríguez Pulsar aquí
25 Preparad el camino del Señor M: F. Palazón Pulsar aquí
1 Ven Salvador M: Popular T: A Medina Pulsar aquí
3 Ven Salvador L. Deiss Pulsar aquí
27 Ven, Salvador, el mundo te necesita M: P. Aizpurúa Pulsar aquí28 Ven, Señor, líbranos (canon anónimo) Pulsar aquí29 Ven, Señor, no tardes en en llegar M: J. R. Estévez Pulsar aquí

Misas con niños. Adviento Ciclo A

MISAS CON NIÑOS

Evangelio del día 31 de octubre


Evangelio según San Lucas 13,31-35. 
En ese momento se acercaron algunos fariseos que le dijeron: "Aléjate de aquí, porque Herodes quiere matarte". El les respondió: "Vayan a decir a ese zorro: hoy y mañana expulso a los demonios y realizo curaciones, y al tercer día habré terminado. Pero debo seguir mi camino hoy, mañana y pasado, porque no puede ser que un profeta muera fuera de Jerusalén. ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como la gallina reúne bajo sus alas a los pollitos, y tú no quisiste! Por eso, a ustedes la casa les quedará vacía. Les aseguro que ya no me verán más, hasta que llegue el día en que digan: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!"

30 octubre 2013

Vídeo:La Creación para los más peques.

Marcapáginas de la Biblia

Comentario al Evangelio de hoy, 30 de octubre

¿Cuántas veces hemos escuchado frases del tipo: "Este no es de los nuestros" aplicada a inmigrantes que aparecen en nuestra ciudad, a cristianos que no son de nuestra parroquia o movimiento, a hombres y mujeres que escriben en periódicos que no son de nuestra devoción?
El "otro", en cuanto extraño, siempre nos produce desconcierto y a veces temor. Instintivamente tendemos a estar con "los nuestros", con los de nuestra cuerda. Pero eso, que es tan normal, ¿qué gracia tiene? Lo igual busca a lo igual. Pero el conocimiento y el amor sólo avanzan cuando se abren a lo desigual, a lo otro. Así ha hecho Dios queriéndonos a nosotros. Si no reflejamos esto mismos, vendrán "otros" que se sentará a la mesa en el Reino de Dios y nosotros seremos "echados fuera".
¿Serán pocos los que se salven? Jesús no responde a esta pregunta de un periodista aficionado que encontró de camino hacia Jerusalén. Quien se cierra en lo suyo, en lo seguro, se pierde a sí mismo, renuncia a aceptar la gracia que viene de fuera. Esta cerrazón es una condena.
Jesús, miembro de un pueblo que tendía a considerarse el elegido y a cerrarse en su propio orgullo, siempre invita a abrir las puertas. Los que se abren a lo nuevo, a veces, sin caer en la cuenta, pueden recibir a ángeles en su propia casa.

Oración Red Asís, 31 octubre



Mañana jueves día 31 de octubre se llevará a cabo la Oración RED ASÍS. será a las 20,30 horas en la capilla de San Damián.
¡¡Os esperamos!!

Actividades para el Día de Todos los Santos






Oraciones para Navidad para los más peques



Oraciones de Adviento y Navidad para E. Primaria



Oraciones en Adviento para Adolescentes



Actividad para el Día de Todos los Santos

Para contrarrestar el efecto negativo de halloween, proponemos en estas fechas instruir a los niños con contenido educativo y cristiano. Aquí les proponemos este material cortesía del Secretariado Diocesano de Evangelizacion y Catequesis - México
EXPERIENCIA DEL NIÑO
Ir acomodando a la vista de los niños dibujos o fotos de los superhéroes que más conocen por la televisión, y también algunos anti-superhéroes, que ellos los vayan reconociendo por sus nombres, preguntarles cuáles más conocen ellos, ir apuntando en un lugar visible los nombres que vayan dando y entrar en un diálogo:
¿Cuál es tu superhéroe favorito?
¿qué es lo que más te gusta de él?
¿te gustaría tener sus superpoderes?
¿qué harías tú si fueras superhéroe?
¿por qué algunos son buenos y otros son malos?
¿por qué tienen poderes?
¿te has topado con alguno de ellos por la calle?
¿Existen de verdad estos superhéroes?

EXPERIENCIA DE LOS SANTOS
Los católicos estamos de fiesta porque el 1º. de Noviembre se celebra a todos los santos. Esa es la verdadera fiesta de estos días, celebrar a los monstruos y a las brujas no es de cristianos. Celebrar el día de muertos es una tradición de nuestra patria, y es bueno que como cristianos hagamos oración por nuestros difuntos. Pero ¿por qué celebrar la fiesta de todos los santos? ¿quiénes son los santos?
Los santos no son personas diferentes de nosotros, en todos los tiempos ha habido santos, de diferente edad, unos niños, otros jóvenes, adultos, viejitos, hay santos y hay santas, unos flaquitos, otros gorditos, unos muy inteligentes otros muy sencillos, algunos han nacido muy ricos otros fueron muy pobres, unos son blancos otros negros, unos han sido santos desde pequeños, otros llevaron una vida en la que no conocían a Dios, y se portaron muy mal, pero cuando se encontraron con Jesús, cambiaron, y decidieron ser felices siguiéndolo.
Todos, pero todos, estamos llamados a ser santos, Dios nos quiere santos, y para eso nos dio el Don de la Fe, fue su regalo cuando nos bautizaron, y todos los que estamos bautizados tenemos que ser santos, pero también tenemos que querer serlo. El Don de la Fe es más grande que todos los superpoderes de tus héroes favoritos y además es de verdad. Pero la fe no es para tener unos músculos muy fuertes, o para poder volar, o ver a través de las paredes, ni para golpear a nadie.
Ser santos es querer seguir a Jesús, actuar como él, hacer el bien como él, amar como él. SER SANTO ES SER AMIGO DE JESÚS.
¿A qué Santo o santa conoces?, ¿por qué es santo? Hacer una pequeña lista como la de los superhéroes  pero de los santos que los niños vayan nombrando. ¿en tu casa hay imágenes de algún santo o santa? ¿sabes cómo vivió, qué hizo para ser santo? ¿En la tele has visto que pongan a los santos?.
Vamos ahora a conocer algunos de ellos.
Hace un tiempo hubo un niño llamado Domingo Savio, que desde muy chiquito entendió que ser amigo de Jesús era lo más importante en la vida. El día que hizo su primera comunión, escribió en un papelito: "Mis amigos serán Jesús y María, me confesaré y comulgaré los domingos y días de fiesta, prefiero morir antes que pecar". Quería hacer la voluntad de Dios en todo. Un día un maestro preguntó en el recreo a todos los niños: "Si supieran que hoy iban a morir ¿qué harían?, uno contestó "correría con mi mamá", otro dijo: "yo iría a la Iglesia a rezar y a confesarme", y Domingo dijo: "seguiría jugando porque en este momento esa es la voluntad de Dios". Era un niño alegre, feliz, porque amaba a Jesús.
Santa Teresita, también amaba mucho a Jesús y a María Santísima, tenía muchas hermanas y todas ellas quisieron consagrarse al Señor. Ella siempre supo que todas las cosas pequeñas, oraciones, trabajos, servicios hechos con amor eran lo que agradaba a Dios, un día le dijo a Jesús que ella quería ser su "pelotita" para que el niño Jesús jugara con ella. Cuando recibía la Sagrada Comunión era la más feliz del mundo. Era buena con todos y buscaba hacer favores a las personas que no sabían dar las gracias y eso le costaba trabajo pero se lo ofrecía a nuestro Señor. Rezaba como quien platica con el mejor de los amigos porque conocía muy bien quien era Jesús.
San Agustín fue un gran santo, pero él no siempre se portó bien, hacía sufrir a su mamá con su mal comportamiento, pero su mamá que era muy santa, se llamaba Mónica, rezaba mucho para que su hijo conociera a Jesús, y el día que Agustín encontró a Jesús en su vida se llenó de tanta alegría que ya no quiso nunca más pecar, fue con su mamá y juntos rezaron y dieron gracias a Dios. San Agustín llegó a ser Obispo y tenía tanta confianza en el amor de Dios que le decía: "Señor, nos creaste para Ti, y nuestro corazón estará inquieto hasta que descanse en Ti". Pensaba y meditaba en las cosas de Dios, escribió muchos libros que ahora en la Iglesia sirven de guía para todos los cristianos. Decía también:  "Ama y haz lo que quieras", porque sabía muy bien, que cuando se ama a Dios sólo harás lo que le agrada.
La Madre Teresa de Calcuta, quiso agradar a Jesús sirviendo a los más pobres, a los que nada tenían, a los que no podían pagar con nada, cuidaba con mucho amor a los enfermos porque decía que en los enfermos más pobres encontraba a Jesucristo. Todas las mañanas asistía a Misa, y comulgaba, para que todo lo que hiciera en el día fuera obra de Jesús. Cuando ya estaba muy viejita, seguía trabajando, hablaba a mucha gente, a los presidentes de los países, a los sacerdotes a personas de todo el mundo y los invitaba a que cuidaran la vida de todas la personas, sobre todo la de los niños. Ella rezaba siempre el Santo Rosario porque así siempre tenía la ayuda de la Virgen María.
Otros santos, han ido a lugares muy lejanos donde no se conoce a Jesús y les enseñan a amar a nuestro Señor, a ellos se les llaman Misioneros, algunos han muerto dando su vida por la fe, estos son los Mártires. Otros se han dedicado a cuidar a los enfermos, a los pobres, algunos fundaron colegios para que los niños se educaran y conocieran a Jesús.  Otros se han quedado en su ciudad y en su casa pero han hecho la voluntad de Dios y se han mantenido en su amistad. Algunos santos son muy conocidos por todos, pero hay otros que nadie conoce, más que Dios. Otros que han estado enfermos le entregan a Jesús todos sus sufrimientos, y así, nos encontramos que aunque los santos no salen mucho en la televisión ni los periódicos nos platican de ellos, están haciendo que en el mundo brille la gloria de Dios.
Los nombres que tenemos muchas veces son los nombres de algún santo o santa, son nuestros patronos, por ejemplo San Carlos, Santa Teresa, Santa Cecilia, San Pedro, San Juan, San Alberto etc.
Los santos, o sea los que ya están en el cielo porque vivieron su bautismo, a ellos se les venera porque son:
Modelo: Porque viendo lo que ellos hicieron para ser amigos de Dios nosotros los podemos imitar.
Estímulo: Porque ellos, lucharon como ahora nosotros y ya gozan de la herencia a la que también nosotros estamos llamados.
Intercesores: Son amigos y hermanos nuestros y grandes bienhechores a quienes podemos recurrir suplicándoles que hagan valer su influencia ante Dios en ayuda de nuestras necesidades.
EXPERIENCIA CRISTIANA
Ya nos dimos cuenta que los superhéroes son algunos personajes de la televisión, que nos divertimos y jugamos a que somos ellos, pero que en realidad no podemos tener superpoderes porque ellos sólo existen en las caricaturas y las películas, en cambio los santos son aquellos que han sido fieles a su bautismo, que el don de la fe que recibieron lo usaron muy bien.  El Papa Juan Pablo II nos ha invitado a vivir la santidad muchas veces, él ha llevado una vida de santidad y ha llevado al altar a muchos santos, y nos  dice que para ser santos  hay que:
Orar: Hacer  oración, no sólo rezar oraciones de memoria sino poner en ellas el corazón, orar es platicar con Dios.
Ir a Misa y comulgar. La Misa (La Eucaristía), es el lugar más hermoso del mundo, es como estar en el cielo porque ahí está presente Jesús que se nos da  en la comunión.
La Confesión. Acercaros seguido al perdón que Dios siempre nos da cuando  hemos pecado. Así recuperamos  su amistad y volvemos a ser felices.
La Gracia. Confiar en Dios,  saber que sólo porque Jesús nos acompaña siempre, podemos ser buenos.
Escuchar la Palabra de Dios. Conocer lo que Dios nos dice en la Biblia, aprender el catecismo, para hacer lo que le agrada a Dios.
Anunciar la Palabra de Dios. Ser misioneros, llevar a otros la alegría de encontrarse  con Jesús, lo podemos hacer con palabras, con nuestro comportamiento, con nuestra compañía, ayudando a los demás con amor.
La Santísima Virgen, san José, los apóstoles, mártires y santos todos esperan nuestro triunfo, están atentos a nuestra lucha, no nos olvidan.
¿Qué crees que puedes hacer tú para ser santo?
De los santos que platicamos hoy ¿a quien te gustaría parecerte?

Evangelio del día, 30 octubre


Evangelio según San Lucas 13,22-30. 
Jesús iba enseñando por las ciudades y pueblos, mientras se dirigía a Jerusalén.
Una persona le preguntó: "Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?". El respondió: 
"Traten de entrar por la puerta estrecha, porque les aseguro que muchos querrán entrar y no lo conseguirán. 
En cuanto el dueño de casa se levante y cierre la puerta, ustedes, desde afuera, se pondrán a golpear la puerta, diciendo: 'Señor, ábrenos'. Y él les responderá: 'No sé de dónde son ustedes'. 
Entonces comenzarán a decir: 'Hemos comido y bebido contigo, y tú enseñaste en nuestras plazas'. 
Pero él les dirá: 'No sé de dónde son ustedes; ¡apártense de mí todos los que hacen el mal!'. 
Allí habrá llantos y rechinar de dientes, cuando vean a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, y ustedes sean arrojados afuera. 
Y vendrán muchos de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur, a ocupar su lugar en el banquete del Reino de Dios. 
Hay algunos que son los últimos y serán los primeros, y hay otros que son los primeros y serán los últimos". 

29 octubre 2013

Canciones para el Adviento

Aquí os dejamos estas doce canciones de Nico Montero que las ofrece gratis desde su Blog.

12 TEMAS PARA VIVIR EL ADVIENTO:

1.¡Algo pasa en la tierra!

Vendrá, ya llega, intrépido y hermoso, el santo de prodigios invencibles.

2.Ven a mi, Señor. ¡¡Nuevo tema!!

Me adentré en tus aguas y te encontré…

3.Acampó entre nosotros 

La confrontación entre la desesperanza y el cansancio del pueblo sufriente que trata de ser aliviado por el optimismo y la esperanza comprometida de quien se siente testigo del Dios de la Vida que comparte el dolor con los que sufren.

4.Madre de la Vida 

María, embarazada, siempre me encantó esa imagen. En ella nos unimos todos con la esperanza de la llegada del hijo esperado, Jesús, el Señor.

5.Un paraiso en la tierra.

Un paraiso en la tierra, el sueño y la esperanza de tantos inmigrantes que arriesgan o pierden la vida en pateras o cayucos. En su esperanza y en la nuestra, en su adviento y en el nuestro, solo el Dios de la vida es capaz de saciar todas las carencias y anhelos.

6.Maranatha

Ven Señor. Ven Señor, Jesús. ¡Maranatha!

7.Sueña 

Solo los que sueñan, atraviesan la realidad.

8.Bendito el que viene

Solo Tú eres Santo. Los cielos se rompen y la tierra grita: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!

9.Vendrá

Un muy litúrgico himno de adviento, desde la certeza que EL vendrá a saciar los ojos que le buscan… y será su adviento, nuestro cielo.

10.María

La tierra se hizo santa en tu vientre. ¡Bendita eres María!, … el pueblo te corona, y te eleva y ensalza… yo te llevo dentro y tu fidelidad es un reto para mi fe.

11.Mi palabra

Silencio… menos palabras.. que hable LA PALABRA. “La palabra se hizo carne”…

12.Solo sé que estás aquí

Es más fuerte tu promesa que el olvido… Para los que esperan y desesperan…

XIII Marcha por la Paz

Bajo el lema LOS HOMBRES CONSTRUIMOS DEMASIADOS MUROS Y NO SUFICIENTES PUENTES, 60 niños y jóvenes de la Parroquia de La Inmaculada de Valladolid (Franciscanos) se dieron cita el pasado sábado día 26 de octubre para orar por la Paz, con motivo de la Celebración del Espíritu de Asís.
Comenzaban con una pequeña Marcha y una gimkana por el Campo Grande de nuestra ciudad. Unos juegos variados, el XIII Festival de la canción por la Paz y una Oración fueron los momentos del día.
Para ver todas las imágenes del encuentro, pincha en la imagen:
XIII Marcha por la Paz


¿Cómo empezó el culto a los Santos?

II Actividades para el domingo 3º de noviembre

Foto: DOMINGO 3 DE NOVIEMBRE - 31° DEL TIEMPO ORDINARIO -
CICLO C
Foto: DOMINGO 3 DE NOVIEMBRE - 31° DEL TIEMPO ORDINARIO -
CICLO C 

Lucas 19, 1-10



Actividades para el Domingo 3 noviembre


Foto: DOMINGO 3 DE NOVIEMBRE - 31° DEL TIEMPO ORDINARIO -
CICLO C 

Lucas 19, 1-10

Foto: DOMINGO 3 DE NOVIEMBRE - 31° DEL TIEMPO ORDINARIO -
CICLO C 

Lucas 19, 1-10

Foto: DOMINGO 3 DE NOVIEMBRE - 31° DEL TIEMPO ORDINARIO -
CICLO C 

Lucas 19, 1-10

Foto: DOMINGO 3 DE NOVIEMBRE - 31° DEL TIEMPO ORDINARIO -
CICLO C 

Lucas 19, 1-10

Fuente: "El Evangelio en dinámicas para niños - Ciclo C" - Jesús Bravo y María José Velert
Foto: DOMINGO 3 DE NOVIEMBRE - 31° DEL TIEMPO ORDINARIO -
CICLO C 

Lucas 19, 1-10

Fuente: "El Evangelio en dinámicas para niños - Ciclo C" - Jesús Bravo y María José Velert
Foto: DOMINGO 3 DE NOVIEMBRE - 31° DEL TIEMPO ORDINARIO -
CICLO C 

Lucas 19, 1-10

Fuente: "El Evangelio en dinámicas para niños - Ciclo C" - Jesús Bravo y María José Velert

Evangelio del día, 29 octubre

Evangelio según San Lucas 13,18-21.
Jesús dijo entonces: "¿A qué se parece el Reino de Dios? ¿Con qué podré compararlo?
Se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su huerta; creció, se convirtió en un arbusto y los pájaros del cielo se cobijaron en sus ramas".
Dijo también: "¿Con qué podré comparar el Reino de Dios?
Se parece a un poco de levadura que una mujer mezcló con gran cantidad de harina, hasta que fermentó toda la masa". 

28 octubre 2013

Oración Red Asís, jueves 31 de octubre

El próximo jueves día 31 de octubre nos reuniremos en la Capilla de San Damián para orar. Será a las 20,30 horas, tras finalizar la Eucaristía de las 20,00 horas. ¡Os esperamos!

Consejo Pastoral

Hoy a las 20,30 horas se llevará a cabo el Consejo Pastoral de inicio de Curso. Se espera la presencia de los representantes de los distintos grupos.

San Martín de Porres, 3 de noviembre

Actividades para el domingo 31º TO, 3 noviembre

Evangelio del día 28 de octubre


Evangelio según San Lucas 6,12-19. 
En esos días, Jesús se retiró a una montaña para orar, y pasó toda la noche en oración con Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos y eligió a doce de ellos, a los que dio el nombre de Apóstoles: Simón, a quien puso el sobrenombre de Pedro, Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alfeo, Simón, llamado el Zelote, Judas, hijo de Santiago, y Judas Iscariote, que fue el traidor. Al bajar con ellos se detuvo en una llanura. Estaban allí muchos de sus discípulos y una gran muchedumbre que había llegado de toda la Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón, para escucharlo y hacerse curar de sus enfermedades. Los que estaban atormentados por espíritus impuros quedaban curados; y toda la gente quería tocarlo, porque salía de él una fuerza que sanaba a todos. 

27 octubre 2013

Parábola de la oveja perdida



El discípulo se hace en el encuentro

Jesús invita a Zaqueo a alojarse en su casa, lugar del encuentro: «Mira que estoy llamando a la puerta. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo» (Ap 3,20). El discípulo –Zaqueo- busca al Señor, pero es Jesús quien toma la iniciativa de entrar en su casa para “comer juntos”, para “estar con”. El encuentro de Zaqueo con Jesús transforma la relación, su corazón, y le rehace como discípulo (él ya le buscaba): es un encuentro que se alimenta y retroalimenta. No es cosa de un día: el discipulado es un camino jalonado de encuentros transformadores. Es una “conversión” permanente, un “camino”. Debemos vivir, como cristianos, “en estado de iniciación”.
UN TEXTO:
«El encuentro con Jesús siempre conlleva una llamada, grande o pequeña, pero una llamada; este encuentro se da a cualquier hora y es pura gratuidad; un encuentro que hay que buscarlo y a veces con una constancia heroica o con gritos, y en esa búsqueda se puede vivir el dolor de la perplejidad y la duda. El encuentro con Jesucristo nos conduce más y más a la humildad o a veces puede ser rechazado o aceptado a medias y si es rechazado produce dolor en el corazón de Cristo. No es una búsqueda y un encuentro aséptico, pelagiano, sino que supone el pecado y el arrepentimiento. El encuentro con Jesucristo se da en la vida diaria, en la búsqueda directa de la oración, en la sabia lectura de los signos de los tiempos y en el hermano.
El mismo Señor nos recomienda la vigilancia para este encuentro. Él me busca. No busca a boleo sino a cada uno y según el corazón de cada uno. La vigilancia es el esfuerzo para poder recibir la sabiduría de saber discernirlo y encontrarlo. A veces el Señor pasa al lado nuestro y no lo vemos o, de tanto “conocerlo”, no le reconocemos. Nuestra vigilancia es oración que nos haga retenerlo cuando él pase “como si quisiera seguir camino” (Mc 6,48; Lc 24,28)»
Papa Francisco, Mente abierta, corazón creyente, Publ. Claretianas, Madrid 2013, pág. 16. 
UN POEMA / ORACIÓN...:
1. Cuando llegas
Llegas,
acampas en mi tierra,
sacudes mis cimientos,
rompes mis fronteras,
abres mis encierros.
Llegas
y avivas
el hambre de Dios,
de verdad, de hermano, de justicia,
de vida.
Llegas
y sanas
heridas añejas
y tristezas nuevas.
Llegas
y amas
mi pobreza,
mi ayer entero,
el ahora en su calma
y su tormenta,
el mañana posible.
Llegas
y conviertes
el sollozo en fiesta,
la muralla en puerta,
la nada en poema.
Llegas
cargado de Ti, y de otros...
Palabra con mil promesas
humanas, eternas...
Llegas,
despiertas el amor dormido
y te quedas.
José María Rodríguez Olaizola, Contemplaciones de papel, Ed. Sal Térrea, Santander 2008, págs. 166-167.
2. Puestos a regalar...
Te voy a regalar
lo mejor de mi tiempo:
vamos a saborear
unos instantes de eternidad
en un lugar mágico.
Para ti
ese rayo de sol dorado
al caer la tarde
y esa mansa lluvia de otoño
llamándote a la ventana.
Quisiera tu escalera
para columpiarme en el arco-iris
y atrapar algunas nubes
para ti.
Puestos a regalar...
Hoy nosotros dos vamos a regalarnos:
a reír juntos
y mirarnos al fondo de los ojos
y acariciarnos el alma de la piel.
Te doy
la paloma de mi mano
para que la arrulles con la tuya.
Regálame el juego del viento
en tu pelo
y el perfume inconfundible
de tu cuerpo.
Regálame unos zapatos con alas
para salir volando
a tu encuentro.
Puestos a regalar...
Regálame los oídos
pronunciando mi nombre
como un cálido susurro.
Te voy a regalar
un botón grande y negro de arlequín,
una camisa de once varas
y una gabardina de coraje
y un paraguas
para afrontar las inclemencias
del tiempo en que vivimos.
Puestos a regalar...
¿Quién me regala un globo,
una cometa, un triciclo
para recuperar mi infancia olvidada?
Un verso para mi poema,
una nota para mi canción,
una foto para mi álbum,
una piedra para tender un puente.
Te regalo
una silla en mi casa,
una almohada en mi cama,
un plato en mi mesa.
Una vela encendida.
Puestos a regalar...
Joaquín Suárez, Los otros salmos, Ed. Sal Térrea, Santander 1992, págs. 212-213
UN GESTO o SÍMBOLO:
Poner una silla o una mesa con platos, etc., como signo de acogida.
Un póster de unas manos entrelazadas. Pero es bueno que hoy el presbítero –y también normalmente todos los domingos- saluden a todo los fieles, tanto a la entrada como a la salida, o una de las dos. Es el gesto del “encuentro”, esencial para, desde los pequeños detalles, hacer ayudar a crecer a las personas.

Hoy es 27 de Octubre

Hoy es domingo, 27 de octubre.
Encuentro hoy, en el fin de semana, este rato de oración. Lo aprovecho para presentarle al Señor lo que tengo y lo que soy. Me siento a sus pies. Dejo que sus manos me acaricien y que su voz me envuelva, haciendo que desaparezca todo lo que me inquieta o me preocupa. En esta posición agachada, humilde, me dispongo a escuchar lo que el Señor quiere decirme. Señor, vengo a estar contigo, contigo que conoces el fondo de mi alma, lo hondo de mi ser.
La lectura de hoy es del evangelio de Lucas (Lc 18, 9-14):
En aquel tiempo, a algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás, dijo Jesús esta parábola: «Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: “¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo.” El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; sólo se golpeaba el pecho, diciendo: “¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador.” Os digo que éste bajó a su casa justificado, y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»
Contemplo al fariseo. La persona que se ensalza a sí misma, pone las fuerzas en ella, cumple con la ley y quiere que eso sea recompensado. Se compara con otras personas. Juzga a los demás. Los desprecia porque no hacen lo que tienen que hacer y de esta manera se coloca en una posición de superioridad ante los demás. ¿Me reconozco a veces con esta actitud?
Contemplo ahora al publicano. Es consciente de que él solo no puede, que tiene limitaciones y necesita del perdón de los demás y la misericordia del Padre. Y sólo desde ahí abajo se puede abrir de verdad al encuentro. Sólo desde el reconocimiento del que tiene limitaciones y necesita de la gracia de Dios. Y yo ¿siento viva esa necesidad de Dios que sostenga mi vida y mi limitación?
Una vez más la lógica de Jesús me sorprende. Y como en otros pasajes del evangelio, Jesús me invita a no juzgar a los demás. A no tirar la primera piedra, sino a reconocer mis pecados, a sentir que es mi debilidad la que me acerca a Dios. Siento que me invita a confiar plenamente en Dios desde lo que realmente soy y no desde la apariencia del que cumple. ¿Es mi oración una muestra de confianza absoluta en la misericordia del Padre?
A continuación rezo despacio la oración que Jesús nos enseñó, el Padre nuestro. Es de algún modo la oración del publicano, que se sabe necesitado de perdón, de ayuda, de protección. Trato de detenerme en cada frase o en las palabras que más resuenan en mí. Me hago consciente de que necesito pedirle todo cuanto me hace feliz, los dones de cada día, misericordia para mí y para los demás. Que no caiga en la tentación y que se haga su voluntad.
Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.

Humíllate conmigo
Tú, Jesús humilde,
nunca me has dicho:
Humíllate ante mí,
dobla la cabeza,
el corazón, la vida,
y esparce sobre tu rostro
luto y ceniza.
Tú me propones:
Levanta la mirada,
y acoge la dignidad de hijo
en toda tu estatura.
Humíllate conmigo
y vive en plenitud.
Bajemos juntos
a la hondura sin sol
de todos los abismos,
para transformar
los fantasmas en presencia
y los espantos en apuesta.
Únete a mi descenso
en el vértigo y el gozo
de perdernos juntos
en el porvenir de todos
sin ser un orgulloso inversor
de éxitos seguros.
Benjamín González Buelta, sj
Jesús, quiero vivir en tu verdad. Quiero sentir la libertad, la paz y el amor que me regalas. Deseo que tu mirada atraviese mi alma y desnudara ante ti cada rincón de mis entrañas. Enséñame a abrazar mi debilidad. Ayúdame a reconocerme en mi pecado y dame la gracia de tener misericordia con los demás. Que esta oración te pueda acompañar a lo largo de la semana, repitiendo en tu interior, una y otra vez, esta petición: Oh Dios, ten piedad de este pecador…; Oh Dios, ten piedad de este pecador…

Comentario al Evangelio de hoy, 27 octubre

Humillarse para ser enaltecido
Si la semana pasada Jesús se dirigía expresamente a sus discípulos, enseñándoles cómo se debe orar, en esta se dirige a “algunos” que se tienen por justos, se sienten muy seguros de sí mismos y, lo que es peor, desprecian a los demás. Esos “algunos” no hay que buscarlos lejos, podemos ser también nosotros, los propios discípulos de Jesús. Por eso, las palabras que nos dirige tenemos que acogerlas como una invitación a revisar cómo nos relacionamos con los demás, especialmente desde el punto de vista moral y religioso.
Esforzarse por ser justo no puede ser, está claro, objeto de crítica o de condena. Tampoco el tratar de alcanzar seguridad en sí mismo, así como un determinado grado de autoestima. Pero la cuestión es a dónde y a quien miramos para alcanzar esa estima y esa seguridad. Existe una tentación fácil, la que critica Jesús, que consiste en autoafirmarse por comparación con los demás. Esto tiene el peligro de que encontremos a gentes mejores que nosotros, fomentando nuestros complejos. Pero podemos dirigir nuestra mirada a aquellos que, según creemos, están en una posición de inferioridad, a los que podemos mirar por encima del hombro, de modo que para darnos precio a nosotros mismos (“apreciarnos”), realizamos la sencilla operación de considerar a otros sin precio, ni valor, esto es, los despreciamos. En ocasiones comprobar que otros están peor que uno (en salud, situación económica, etc.) puede servir de consuelo y ayudar a valorar mejor lo que se tiene. Pero en nuestro caso, la comparación se refiere a cuestiones morales (¿quién es justo?) y religiosas (¿quién está justificado?), que llevan aparejadas un juicio de calidad y, en consecuencia, una desvalorización de los otros, esto es, una actitud de desprecio. De este modo, adquirimos conciencia de nuestra justicia y seguridad en nosotros mismos a costa de los demás: siempre es posible encontrar a gentes peores que nosotros, digamos, “malos oficiales”, que, en la parábola del evangelio, el fariseo designa expresivamente refiriéndose a categorías de comportamientos realmente reprobables (ladrones, injustos, adúlteros) y, finalmente, a un representante de una categoría social objeto del desprecio general en aquella época, “ese publicano”. Cada sociedad tiene sus malos oficiales, a veces, porque encarnan realmente comportamientos reprobables, otras porque son objeto de prejuicios culturales, nacionales, religiosos, etc. La maldad de los otros, real o atribuida, nos ayuda a afirmarnos, a enaltecernos, a tenernos por justos y limpiar nuestra imagen, a sentirnos seguros. Tendremos nuestras cosas, claro, como todo el mundo, pero no somos que “esos otros”, peores que nosotros. Al actuar así, no caemos en la cuenta de que nuestra justicia, nuestra buena imagen y nuestra seguridad son relativas, fruto de una comparación interesada, y ficticias, porque al mirarnos en el espejo de los demás y sus reales o presuntos defectos, hemos evitado mirarnos realmente a nosotros mismos, engañándonos con ello. Basamos nuestra conciencia de justicia y nuestra seguridad en meras apariencias, que nos impiden ver nuestra propia verdad, con sus luces y sus sombras, y nos cierran a los demás (a los que “usamos” como medios para enaltecernos) y, finalmente a Dios, la fuente de nuestro verdadero valor y el único que nos justifica. El fariseo de la parábola está de pie y da gracias, pero no por los dones recibidos, sino por “no ser como los demás” y exhibe, así, sus presuntos méritos. No le debe nada a nadie, parece que hasta Dios está en deuda con él.
Jesús, con su inigualable pedagogía, presenta el fuerte contraste con la actitud del publicano. Desde un punto de vista puramente objetivo hasta podría ser verdad que este hombre era peor que el fariseo. Pero su mérito está en que no se compara con nadie, sino que se mira sólo a sí mismo, reconoce sus pecados y, elevando la mirada a Dios, implora de Él el perdón y la misericordia.
Sin embargo, no sería raro que alguien torciera el gesto ante la actitud del publicano, incluso ante la alabanza que le dirige Jesús. Toda una veta de la filosofía y la cultura contemporánea, con Feuerbach y Nietzsche a la cabeza, vería en esta escena la confirmación de que el cristianismo exige que el hombre se humille y se reconozca nada, para poder así ensalzar a Dios. Sería una religión enemiga del hombre, que fomenta una actitud servil y humillante para el ser humano. Por eso, son muchos los que declaran que para que viva el hombre es preciso prescindir de Dios.
Dejando a un lado lo harto discutible de esta última ecuación (pues, entre otras cosas, el hombre contemporáneo ya ha prescindido en gran medida de Dios y, pese a todos sus logros técnicos, nunca había visto tan crudo su futuro sobre el planeta), lo cierto es que en las palabras de Jesús no hay ninguna pretensión de humillar gratuitamente al hombre, sino, por el contrario, hay una gran profesión de realismo antropológico. En primer lugar, porque subraya la necesidad de que el hombre ante todo se mire a sí mismo, evitando comparaciones humillantes y despectivas para con los demás. Y si el ser humano, para alcanzar la justicia y la seguridad en sí mismo, debe abstenerse de comparaciones y mirarse sólo a sí mismo, es precisamente porque en este asunto cada uno es único e irrepetible, esto es, el valor de cada uno no puede establecerse en una escala de comparación con los demás (no se trata de un valor que cotice en bolsa), sino que reside exclusivamente en cada uno. En una palabra, la mirada crítica del publicano sobre sí mismo presupone el valor incomparable y la dignidad propia de cada uno. Esta conciencia de la propia dignidad, de manera más o menos implícita presente en todas las culturas, pero que se ha revelado plenamente en la antropología bíblica que ve al hombre como imagen de Dios, y se ha extendido gracias a la amplia difusión del cristianismo, ha alcanzado carta de ciudadanía política en las modernas sociedades occidentales y, a través de ellas, más o menos en el mundo entero. Y hoy la palabra de Jesús nos invita a preguntarnos de nuevo, ¿de dónde proceden esa dignidad y ese valor absoluto?, ¿cómo explicarlos? Ya que algunos no quieren mirar a Dios con agradecimiento, habremos que mirarnos, de nuevo, a nosotros mismos. ¿Qué descubrimos? Si somos sinceros, no gran cosa. En el fondo, todos somos, de un modo u otro, unos pobres hombres.
La tentación y la tendencia a mirar a los otros con desprecio, a esos otros que juegan el papel de “malos oficiales”, se entiende con facilidad: es una estrategia para no mirarnos directamente a nosotros mismos, porque nos cuesta enfrentarnos con nuestra propia realidad. Nuestros sentimientos, nuestros pensamientos, nuestras acciones… con mucha frecuencia no están a la altura de esa dignidad que con tanta fuerza proclamamos. No hace falta ir muy lejos a buscar chivos expiatorios, todos tenemos sombras, límites, defectos y pecados de sobra.
Decía santa Teresa de Jesús que “humildad es andar en verdad”. A esa verdad nos llama hoy Jesús. Reconociendo con sinceridad nuestros propios males descubrimos que la dignidad que nos habita es un don que se nos ha dado. Por eso, el reconocimiento humilde de nuestra propia nada no nos hunde, sino que nos cura y levanta. Esta verdad funciona incluso psicológicamente. Cualquiera que se haya interesado mínimamente en problemas como la drogodependencia y el alcoholismo, sabe que el primer paso hacia la curación consiste en dejar de engañarse y decirse crudamente: soy un drogadicto, soy un alcohólico. En las reuniones de Alcohólicos Anónimos los participantes se presentan así: “me llamo Fulano y soy alcohólico”, aunque lleven veinte años sin probar una gota. Ese reconocimiento humilde no los hunde, sino que les ayuda a ponerse en pie y restablecer su propia dignidad. Pues bien, lo que se dice de esas formas especiales de mal, de puede y debe decir de todas las formas de mal moral que nos puedan aquejar. Sólo así somos capaces de pedir ayuda a quien nos puede levantar: en primer lugar a Dios, autor de nuestra dignidad, y del que somos imagen. Y también a los demás, que pueden encarnar el rostro humano de Dios.
Cuando nos miramos a nosotros mismos con realismo y reconocemos nuestro propio mal sobre el fondo de nuestro verdadero valor, aprendemos a mirar a Dios y a los demás con ojos nuevos. A Dios con agradecimiento; a los demás con misericordia. Y así nos vamos haciendo justos, esto es, nos vamos justificando: justos con Dios, fuente y origen de todo valor, al que agradecemos sus dones y pedimos que nos perdone y levante cuando no estamos a la altura; y justos con los demás, a los que aprendemos a no despreciar, y también a no envidiar, pues descubrimos que en cada uno reside en valor exclusivo y único, una riqueza propia, que también me enriquece a mí.
De hecho, la esencia del amor cristiano no privilegia la preferencia hacia los pobres y desgraciados porque considere que esas posiciones sean deseables por sí mismas, sino porque descubre en los prostrados por el sufrimiento, la pobreza o la injusticia una dignidad contra la que estas situaciones atentan; el amor cristiano se inclina sin temor con la intención de levantar al que se encuentra en una situación humillante. Y así ayuda a que cada uno pueda llegar a ser sí mismo y realizar su misión en la vida.
Concluyendo, la Palabra de Dios nos llama hoy a mirarnos a nosotros mismos con realismo, a descubrir y reconocer nuestra pobreza, a implorar de Dios su misericordia (una buena ocasión para acercarse al sacramento de la reconciliación), para así quedar justificados, esto es, hechos justos y, por eso mismo, ajustados en nuestro quicio vital, más plenamente nosotros mismos. Así podremos realizar mejor la misión que la vida, nuestras propias decisiones y, en último término, Dios nos han confiado para bien nuestro y de los demás. Así nos lo enseña la carta a Timoteo, que no es una profesión de orgullo consumado, sino el reconocimiento de que la obra buena que Dios inició en él, el mismo Dios la lleva a término. Y ese término, lo dice también Jesús en el evangelio, y da de ello testimonio Pablo, no es la humillación sino el enaltecimiento del hombre en la plena comunión con Dios.
José María Vegas, cmf

¿Quién soy yo para juzgar? De José Antonio Pagola

La parábola del fariseo y el publicano suele despertar en no pocos cristianos un rechazo grande hacia el fariseo que se presenta ante Dios arrogante y seguro de sí mismo, y una simpatía espontánea hacia el publicano que reconoce humildemente su pecado. Paradójicamente, el relato puede despertar en nosotros este sentimiento: “Te doy gracias, Dios mío, porque no soy como este fariseo”.
Para escuchar correctamente el mensaje de la parábola, hemos de tener en cuenta que Jesús no la cuenta para criticar a los sectores fariseos, sino para sacudir la conciencia de “algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás”. Entre estos nos encontramos, ciertamente, no pocos católicos de nuestros días.
La oración del fariseo nos revela su actitud interior: “¡Oh Dios! Te doy gracias porque no soy como los demás”. ¿Que clase de oración es esta de creerse mejor que los demás? Hasta un fariseo, fiel cumplidor de la Ley, puede vivir en una actitud pervertida. Este hombre se siente justo ante Dios y, precisamente por eso, se convierte en juez que desprecia y condena a los que no son como él.
El publicano, por el contrario, solo acierta a decir: “¡Oh Dios! Ten compasión de este pecador”. Este hombre reconoce humildemente su pecado. No se puede gloriar de su vida. Se encomienda a la compasión de Dios. No se compara con nadie. No juzga a los demás. Vive en verdad ante sí mismo y ante Dios.
La parábola es una penetrante crítica que desenmascara una actitud religiosa engañosa, que nos permite vivir ante Dios seguros de nuestra inocencia, mientras condenamos desde nuestra supuesta superioridad moral a todo el que no piensa o actúa como nosotros.
Circunstancias históricas y corrientes triunfalistas alejadas del evangelio nos han hecho a los católicos especialmente proclives a esa tentación. Por eso, hemos de leer la parábola cada uno en actitud autocrítica: ¿Por qué nos creemos mejores que los agnósticos? ¿Por qué nos sentimos más cerca de Dios que los no practicantes? ¿Qué hay en el fondo de ciertas oraciones por la conversión de los pecadores? ¿Qué es reparar los pecados de los demás sin vivir convirtiéndonos a Dios?
Recientemente, ante la pregunta de un periodista, el Papa Francisco hizo esta afirmación: “¿Quién soy yo para juzgar a un gay?”. Sus palabras han sorprendido a casi todos. Al parecer, nadie se esperaba una respuesta tan sencilla y evangélica de un Papa católico. Sin embargo, esa es la actitud de quien vive en verdad ante Dios.

José Antonio Pagola

Calendario de Adviento 2013

Celebrando la Palabra de Dios con niños, 27 octubre




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Para reflexionar


Póster sobre la Creación

Recursos: El Día de Todos los Santos


III Reflexión Domingo 30º del Tiempo Ordinario, 27 septiembre




Reflexión 30º Tiempo Ordinario 27 octubre




Reflexión Domingo 30º Tiempo Ordinario, 27 septiembre

Jornada de Oración por la Paz: Espíritu de Asís.

JORNADA DE ORACIÓN POR LA PAZ EN EL «ESPÍRITU DE ASÍS». El 27 de octubre de 1986, invitados por el papa Juan Pablo II, acudieron a Asís los responsables y líderes de las grandes religiones del mundo, para participar en una «Jornada Mundial de Oración por la Paz». En su discurso de bienvenida el Papa les dijo: «Elegí esta ciudad de Asís como lugar para nuestra Jornada de oración por la paz, debido a lo que representa el Santo que aquí se venera, san Francisco, conocido y respetado por infinidad de personas en todo el mundo como un símbolo de paz, de conciliación y de fraternidad». Desde entonces se han venido celebrando otras jornadas semejantes en diversas ciudades del mundo y los Ministros generales de la Familia franciscana establecieron que en sus fraternidades se conmemore aquel encuentro con celebraciones acordes con el «espíritu de Asís», como lo definió Juan Pablo II.