24 noviembre 2013

Hoy es domingo 24 noviembre

Hoy es domingo, 24 de noviembre, festividad de Cristo Rey.
Jesús es un rey especial. Reinó desde la cruz, un instrumento de tortura que sirvió como su trono en medio del ridículo y las risas. En este momento hago presente en mi silencio a ese rey pobre y humillado. Dejo que su presencia me invada. Me dejo cautivar por él. Un himno, el aleluya, expresa toda la grandeza de ese rey de reyes, Señor de señores. Me asomo hoy a esa grandeza y al contraste entre la fuerza y el poder de la música y la sencillez y la humildad de un Dios crucificado, al que también le voy a contemplar. Le pido al Señor que contraste mi ayuda a comprender de qué manera reina hoy.
La lectura de hoy es del evangelio de Lucas (Lc 23, 35-43):
En aquel tiempo, las autoridades hacían muecas a Jesús, diciendo: «A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido.»
Se burlaban de él también los soldados, ofreciéndole vinagre y diciendo: «Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo.»
Había encima un letrero en escritura griega, latina y hebrea: «Éste es el rey de los judíos.»
Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo: «¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros.»
Pero el otro lo increpaba: «¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en el mismo suplicio? Y lo nuestro es justo, porque recibimos el pago de lo que hicimos; en cambio, éste no ha faltado en nada.»
Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino.»
Jesús le respondió: «Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso.»
Las autoridades y los soldados, cuestionan a Jesús con sorna. No se creen que ese marginado, pobre, sufriente y condenado a muerte, sea el enviado de Dios. La misma actitud insultante que adopta el primer malhechor. Todos cuestionan que sea el Mesías. Jesús no se ajusta a los esquemas tradicionales de la naturaleza. Su reino no es de poder sobre los demás, sino de compasión y comunión con todos. ¿Cómo te ves siguiendo a un rey tan distinto a los de este mundo?
A lo largo del evangelio, observa que pastores, hijos pródigos, publicanos, prostitutas, samaritanos, un día cualquiera de su vida se encontraban con Jesús. Este no los enjuiciaba ni los sermoneaba. Sencillamente estaba a su lado. Pero algo descubrían en él que los impulsaba al cambio y por propia iniciativa elegían vivir la vida de Jesús, la de l Reino. ¿Sientes que tu encuentro con Jesús te invita al cambio?
También en el momento de la cruz se produce un encuentro. El del segundo malhechor, que le pide a Jesús que se acuerde de él. Hazte consciente que Jesús acogerá consigo a cuantos le reconocen humildemente como su único rey y Señor. ¿Cuándo fue la última vez que le pediste humildemente a Jesús que se acordara de ti?
Vuelvo a leer el texto. En esta ocasión no me fijo tanto en la actitud de las autoridades, soldados o malhechores. Ahora trato de situarme en la postura de Jesús. ¿Cómo se sentiría ante tanto dolor y humillación? ¿Cómo en esta situación límite surgen palabras amorosas y misericordiosas? Cómo ante tanta frustración su mirada es compasiva. Disfruto del texto sintiendo la grandeza de Cristo como Rey.
Preguntas a un rey en cruz
¿Qué corona es esa que te adorna,
que por joyas tiene espinas?
¿Qué trono de árbol te tiene clavado?
¿Qué corte te acompaña, poblada
de plañideras y fracasados?
¿Dónde está tu poder?
¿Por qué no hay manto real
que envuelva tu desnudez?
¿Dónde está tu pueblo?
Me corona el dolor de los inocentes.
Me retiene un amor invencible.
Me acompañan los desheredados,
los frágiles, los de corazón justo,
todo aquel que se sabe fuerte en la debilidad.
Mi poder no compra ni pisa,
no mata ni obliga, tan solo ama.
Me viste la dignidad de la justicia
y cubre mi desnudez la misericordia.
Míos son quienes dan sin medida
quienes miran en torno con ojos limpios,
los que tienen coraje para luchar
y paciencia para esperar.
Y, si me entiendes, vendrás conmigo.
José Mª Rodríguez Olaizola, sj
Jesús es el único rey al que podemos hablar de tú a tú. Por eso abro mi corazón y comparto con él los sentimientos y las soluciones que han surgido a lo largo de esta oración. Que esta oración te pueda acompañar a lo largo de esta semana, repitiendo en tu interior, una y otra vez, esta petición: Jesús, cuando llegues a tu reino, acuérdate de mí; Jesús, cuando llegues a tu reino, acuérdate de mí...

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja tu comentario