16 octubre 2013

Reflexión al Evangelio de hoy, 16 octubre

Este texto de la parábola del juez injusto viene a reforzar el sentido del texto, inmediatamente anterior, que recoge una instrucción escatológica de Jesús sobre los días del “Hijo del hombre” (17, 22- 37) y que no podemos obviar para entender mejor el evangelio de hoy.
Hay que decir que la parábola, que proviene de la fuente particular de Lucas, comprende los vv.2-6; y los vv. 7-8 son una serie de conclusiones derivadas de ella. Incluso algunos autores se atreven a afirmar que el v.8b podría ser la conclusión de la instrucción escatológica que he nombrado anteriormente.
La introducción de la parábola (v.1) es la clave para entender que el ejemplo de una pobre viuda que acosa a   un juez irresponsable puede ser válido para subrayar las consecuencias de una petición insistente y para enseñar que es necesario orar de continuo y sin desanimarse.
No podemos separar la actitud insistente de la viuda, reivindicando sus derechos, y la continua negativa del juez, que termina por escuchar a la mujer y accede a lo que ella demanda. Si ella lo logra, ¡cuánto más el discípulo con una oración continuada al Padre! Desde esta clave, el texto de hoy coincide con la parábola del amigo que se presenta en la noche a pedir tres panes (Lc 11,5-8)
Jesús está poniendo como ejemplo a una mujer, y además viuda, y no podemos olvidar que las viudas  pertenecían al grupo de los marginados y rechazados en la sociedad de aquel tiempo. Esta mujer está indefensa, reclamando justicia, sin marido que la apoye ni influencia social ante el poderoso; todo depende de ella. Y es la situación de esta mujer la que nos habla de un Dios que no sólo escucha la petición de los que le invocan, sino que además no demora su actuación; y su fe, es una fe que hasta Jesús duda encontrará el Hijo del hombre cuando regrese.
¡Cuántas mujeres hoy levantan su voz pidiendo justicia para ellas y sus familias!¡Cuántas mujeres que viven bajo el yugo de varones, que como dice el texto, “no respetan a la persona”! ¡Cuántas mujeres fuertes que no dejan de poner todo su esfuerzo en conseguir lo que les corresponde y no tienen por el hecho de ser mujer!¡Cuántas sencillas mujeres, en pequeños lugares, haciendo pequeños gestos, y cambiando el mundo! ¿Es así nuestra fe?
Ana Unzurrunzaga

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja tu comentario