12 octubre 2013

El discípulo es agradecido

El discípulo puede que sea uno de los leprosos que ha quedado limpio. Puede que no. Son muchas las “lepras” de nuestras vidas que, gracias a Jesús, se han transformado en llamada y realidad de discipulado o, simplemente, de vida. El discípulo reconoce y agradece el don de la fe, de la que hablamos el domingo pasado, y el don del discipulado. Lo mismo que la fe, la llamada al seguimiento es gratuita (Dt.7, 7-8). El discípulo da gracias por la vida y por todas las cosas buenas que ocurren en el mundo.
UN TEXTO:
«Para muchos creyentes, recuperar la gratitud puede ser el primer paso para sanar su relación con Dios. Esta alabanza agradecida no consiste primariamente en tributarle elogios ni enumerar los dones recibidos. Lo primero es captar la grandeza de Dios y su bondad insondable. Intuir que sólo se puede vivir ante él dando gracias. Esta gratitud radical a Dios genera en la persona una nueva forma de mirarse a sí misma, de relacionarse con las cosas y de convivir con los demás.
El creyente agradecido sabe que su existencia entera es don de Dios. Las cosas que le rodean adquieren una profundidad antes ignorada; no están ahí sólo como objetos que sirven para satisfacer necesidades; son signos de la gracia y la bondad de Creador. Las personas que encuentran en su camino son también regalo y gracia; a través de ellas se le ofrece la presencia invisible de Dios»
José Antonio Pagola, El camino abierto por Jesús. Lucas, Ed. PCE, Madrid 20123, págs. 278-283. 
UN POEMA:
Hay gentes que habitan mi existencia
y ponen en mis días esperanza,
encuentro o fiesta.
Hay rostros que me hablan de ti,
del reino, de lazos que nos unen
y soledades que se disipan.
Hay instantes de risa,
y momentos de quietud y de calma.
Hay ocasiones para aprender,
incluso con lágrimas,
a crecer, entregarse;
a vivir, en una palabra.
Hay heridas que me recuerdan
todo lo que está por hacer
y voces que me llaman con tu grito
o tu susurro.
Hay silencios que tú pueblas;
Presencia discreta,
Palabra profunda,
Propuesta infinita,
Vida verdadera,
Dios de mi historia pequeña... Gracias.
José María Rodríguez Olaizola, S.J., Contemplaciones de papel, Ed. Sal Térrea, Santander 2008, pág. 153. 

UN GESTO o SÍMBOLO:
Hoy podemos tomar la 2a Plegaria Eucarística para las misas con niños, repitiendo todos juntos, cuando se indica, la frase: “Gloria a ti, Señor, porque nos amas”. Al llegar al “Santo”, lo aclamamos alzando los brazos todos juntos, mientras se canta..
En la acción de gracias de la comunión, se puede invitar a los presentes a que recuerden algo que deberían agradecer a alguien y que todavía no lo han hecho, y ponerse la mano en el pecho, en un momento de silencio, como recuerdo agradecido a esa persona o personas.

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