04 enero 2013

Jueves 3 enero, tiempo de Navidad


Hoy es jueves 3 de enero, Tiempo de Navidad.
Hace a penas dos días ha comenzado un nuevo año. Aún me envuelve el ambiente navideño que inunda estas fechas. Deseo de todo corazón detenerme un poco, precisamente en esta etapa que se inicia junto a ti, Señor, para serenar mi vida. Hacer silencio y escuchar tu mensaje. Ese que llega por muchos caminos, pero que quizá yo no siempre sé aprovechar. No siempre mis oídos y mi corazón están dispuestos a la escucha. Hoy, ahora, te digo: “habla Señor, deseo acoger tus palabras”.
La lectura de hoy es del evangelio de Juan (Jn 1, 29-34):
Al día siguiente, al ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó: «Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo dije: "Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo." Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua para que sea manifestado a Israel.»
Y Juan dio testimonio diciendo: «He contemplado el Espíritu que bajaba del cielo como una paloma, y se posó sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: "Aquél sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ése es el que ha de bautizar con Espíritu Santo." Y yo lo he visto, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios.»
Escucho las descripciones con que se habla de Jesús. Y pido que me ayuden a conocerle más profundamente. El cordero de Dios, el  que quita el pecado del mundo. Existía antes que yo. El Espíritu Santo está sobre él, el Hijo de Dios.
Jesús se ofrece a toda la humanidad. Ante esta entrega puedo preguntarme, ¿qué puedo ofrecer yo para ayudar al prójimo? ¿Cuáles son las invitaciones que recibo del Señor, a entregarme a los demás?
¿Doy testimonio en mi vida del Hijo de Dios? ¿Soy consciente de mi bautismo?
¿Mi fe se traduce en obras, o es más bien teórica? ¿La confieso con los labios o con la vida?
Puedo contemplar en silencio esta escena, dejándome penetrar por lo que veo en ella. Quizá alguna frase me toca especialmente. Quitar el pecado del mundo, ser bautizado, me dejo llevar por lo que el Señor va diciendo en mi corazón. Lo guardo como un tesoro que él me regala para este momento de mi vida. Atención renovada para una escucha repetida, que siempre me deja algo distinto.
Cuando estamos a gusto con una persona, nos cuesta despedirnos. Quisiéramos prolongar este tiempo sin medida. También puede pasarme esto en mis ratos de oración. Sin embargo tu me envías. Mi vida es misión. Por eso voy pasando a otra actividad, a otra ocupación. Pero sé que tú me sigues acompañando. Es el momento de agradecer este tiempo contigo y pedirte que no me dejes.
Dios te salve María,
llena eres de gracia,
el Señor es contigo.
Bendita tú eres,
entre todas las mujeres
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María,
Madre de Dios,
ruega por nosotros pecadores
ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja tu comentario