31 diciembre 2012

Bendición para el primero del Año


(Bendición irlandesa)
Que los caminos se abran a tu encuentro,
que el sol brille sobre tu rostro,
que la lluvia caiga suave sobre tus campos,
que el viento sople siempre a tu espalda.
Que guardes en tu corazón con gratitud
el recuerdo precioso
de las cosas buenas de la vida.
Que todo don de Dios crezca en ti
y te ayude a llevar la alegría
a los corazones de cuantos amas.
Que tus ojos reflejen un brillo de amistad,
gracioso y generoso como el sol,
que sale entre las nubes
y calienta el mar tranquilo.
Que la fuerza de Dios te mantenga firme,
que los ojos de Dios te miren,
que los oídos de Dios te oigan,
que la Palabra de Dios te hable,
que la mano de Dios te proteja,
y que, hasta que volvamos a encontrarnos,
otro te tenga, y nos tenga a todos,
en la palma de su mano.

Oración para Fin de Año

De Franciscanos de La Coruña


”En estos últimos momentos del año que hoy termina,
heme aquí, Señor, en el silencio y en recogimiento
para decirte: GRACIAS,
para solicitarte: AYUDA,
para implorarte: PERDÓN.

GRACIAS,
Señor por la paz, por la alegría,
por la unión que los hombres, mis hermanos, me han brindado,
por esos ojos que con ternura y comprensión me miraron.
Por esa mano oportuna que me levantó,
por esos labios cuyas palabras y sonrisa me alentaron,
por esos oídos que me escucharon,
por ese corazón que amistad, cariño y amor me dieron.
Gracias, Señor por el éxito que me estimuló,
por la salud que me sostuvo,
por la comodidad y diversión que me descansaron.
Gracias, señor... me cuesta decírtelo...
por la enfermedad, por el fracaso, por la desilusión,
por el insulto, por el engaño, por la injusticia,
por la soledad, por el fallecimiento del ser querido.
Tu lo sabes, Señor, cuán difícil fue aceptarlo;
quizá estuve al punto de la desesperación,
pero ahora me doy cuenta
que todo esto me acercó más a Ti.
¡Tú sabes lo que hiciste!
Gracias, Señor, sobre todo por la fe
que me has dado en Ti y en los hombres.
Por esa fe que se tambaleó
pero que Tú nunca dejaste de fortalecer
cuando tantas veces encorvado bajo el peso del desánimo
me hizo caminar en el sendero de la verdad
a pesar de la obscuridad.

AYUDA
Lo que el futuro me deparará, lo desconozco Señor.
Vivir en la incertidumbre, en la duda,
no me gusta, me molesta, me hace sufrir.
Pero sé que Tú siempre me ayudarás.
Yo te puedo dar la espalda. Soy libre.
Tú nunca me la darás. Eres fiel.
Yo sé que me tenderás la mano.
Tu sabes que yo no siempre la tomaré.
Por eso, hoy te pido que me ayudes a ayudarte,
que llenes mi vida de esperanza y generosidad.
No abandones la obra de tus manos. Señor.

PERDÓN
perdón, Señor, por mis negligencias,
descuidos y olvidos, por mi orgullo y vanidad,
por mi necedad y capricho,
por mi silencio y mi excesiva locuacidad.
Perdón, Señor, por prejuzgar a mis hermanos,
por mi falta de alegría y entusiasmo,
por mi falta de fe y confianza en Ti,
por mi cobardía y mi temor en mi compromiso.
Perdón, porque me han perdonado
y no he sabido perdonar.
Perdón por mi hipocresía y mi doblez,
por esa apariencia que con tanto esmero cuido
pero que en el fondo no es más que engaño a mi mismo.
Perdón por esos labios que no sonrieron,
por esa palabra que callé,
por esa mano que no tendí,
por esa mirada que desvié,
por esos oídos que no presté,
por esa verdad que omití,
por ese corazón que no amó
... por ese Yo que se prefirió.
Señor, no te he dicho todo.
Llena con tu amor mi silencio y cobardía.

GRACIAS por todos los que no te dan gracias.
AYUDA a todos aunque no imploren tu ayuda.
PERDÓN por todos los que no imploran perdón.

Me has escuchado... ahora, Señor, te escucho...
Amen.”

Oraciones de Fin de Año, de Javier Leoz


ORACIONES DE FIN DE AÑO

Señor, Dios, dueño del tiempo y de la eternidad, tuyo es el hoy y el mañana, el pasado y el futuro. Al terminar este año quiero darte gracias por todo aquello que recibí de TI.

Gracias por la vida y el amor, por las flores, el aire y el sol, por la alegría y el dolor, por cuanto fue posible y por lo que no pudo ser.
Te ofrezco cuanto hice en este año, el trabajo que pude realizar y las cosas que pasaron por mis manos y lo que con ellas pude construir.

Te presento a las personas que a lo largo de estos meses amé, las amistades nuevas y los antiguos amores, los más cercanos a mí y los que estén más lejos, los que me dieron su mano y aquellos a los que pude ayudar, con los que compartí la vida, el trabajo, el dolor y la alegría.

Pero también, Señor hoy quiero pedirte perdón, perdón por el tiempo perdido, por el dinero mal gastado, por la palabra inútil y el amor desperdiciado. Perdón por las obras vacías y por el trabajo mal hecho, y perdón por vivir sin entusiasmo.

También por la oración que poco a poco fui aplazando y que hasta ahora vengo a presentarte. Por todos mis olvidos, descuidos y silencios
nuevamente te pido perdón.

En los próximos días iniciaremos un nuevo año y detengo mi vida ante el nuevo calendario aún sin estrenar y te presento estos días
que sólo TÚ sabes si llegaré a vivirlos.

Hoy te pido para mí y los míos la paz y la alegría, la fuerza y la prudencia, la claridad y la sabiduría.

Quiero vivir cada día con optimismo y bondad llevando a todas partes un corazón lleno de comprensión y paz.

Cierra Tú mis oídos a toda falsedad y mis labios a palabras mentirosas, egoístas, mordaces o hirientes.

Abre en cambio mi ser a todo lo que es bueno que mi espíritu se llene sólo de bendiciones y las derrame a mi paso.

Cólmame de bondad y de alegría para que, cuantos conviven conmigo o se acerquen a mí encuentren en mi vida un poquito de TI.

Danos un año feliz y enséñanos a repartir felicidad . Amén
ORACIÓN DE FIN DE AÑO DE UN CREYENTE DESCONCERTADO
Señor, antes de entrar en el bullicio y aturdimiento del fin de año, quiero esta tarde encontrarme contigo despacio y con calma.

Son pocas las veces que lo hago. Tú sabes que ya no acierto a rezar. He olvidado aquellas oraciones que me enseñaron de niño y no he aprendido a hablar contigo de otra manera más viva y concreta.

Señor, en realidad, ya no sé muy bien si creo en ti. Han pasado tantas cosas estos años. Ha cambiado tanto la vida y he envejecido tanto por dentro... Yo quisiera sentirte más vivo y más cercano. Me ayudaría a creer. Pero me resulta todo tan difícil...

Y, sin embargo, Señor, yo te necesito. A veces me siento muy mal dentro de mí. Van pasando los años y siento el desgaste de la vida. Por fuera todo parece funcionar bien: el trabajo, la familia, los hijos. Cualquiera me envidiaría. Pero yo no me siento bien.

Ya ha pasado un año más. Esta noche comenzaremos un año nuevo, pero yo sé que todo seguirá igual. Los mismos problemas, las mismas preocupaciones, los mismos trabajos. Y así, ¿hasta cuándo?

¡Cuánto desearía poder renovar mi vida desde dentro! Encontrar en mí una alegría nueva, una fuerza diferente para vivir cada día. Cambiar, ser mejor conmigo mismo y con todos. Pero la experiencia me dice que no puedo esperar grandes cambios. Estoy demasiado acostumbrado a un estilo de vida. Ni yo mismo creo demasiado en mi transformación.

Por otra parte, tú sabes cómo me dejo arrastrar por la agitación de cada día. Tal vez por eso no me encuentro casi nunca contigo. Tú estás dentro de mí y yo ando casi siempre fuera de mí mismo. Tú estás conmigo y yo ando perdido en mil cosas.

Si al menos te sintiera como mi mejor amigo... A veces pienso que eso lo cambiaría todo. Qué alegría si yo no te tuviera esa especie de temor que no sé dónde brota, pero que me distancia tanto de ti...

Señor, graba bien en mi corazón que tú hacia mí sólo puedes sentir amor y ternura. Recuérdame desde dentro que tú me aceptas tal como soy, con mi mediocridad y mi pecado, y que me quieres incluso aunque no cambie.

Señor, se me va pasando la vida, y a veces, pienso que mi gran pecado es no terminar de creer en ti y en tu amor. Por eso, esta noche yo no te pido cosas.

Sólo que despiertes mi fe, lo suficiente para creer que tú estás siempre cerca y me acompañas.

Que a lo largo de este año nuevo no me aleje mucho de ti. Que sepa encontrarte en mis sufrimientos y mis alegrías. Entonces tal vez cambiaré. Será un año nuevo.

¡Gracias, Señor, por el año que termina!!

Oración de Nochevieja de un creyente desconcertado

Por José Antonio Pagola

Señor: antes de entrar en el bullicio y aturdimiento del fin de año
quiero esta tarde encontrarme contigo despacio y con calma.

Son pocas las veces que lo hago.
Tú sabes que ya no acierto a rezar.
He olvidado aquellas oraciones que me enseñaron de niño
y no he aprendido a hablar contigo de otra manera más viva y concreta.
Señor, en realidad, ya no sé muy bien si creo en ti.

Han pasado tantas cosas estos años.
Ha cambiado tanto la vida y he envejecido tanto por dentro...
Yo quisiera sentirte más vivo y más cercano.
Me ayudaría a creer. Pero me resulta todo tan difícil...
Y, sin embargo, Señor, yo te necesito.

A veces me siento muy mal dentro de mí.
Van pasando los años y siento el desgaste de la vida.
Por fuera todo parece funcionar bien: el trabajo, la familia, los hijos...
Cualquiera me envidiaría. Pero yo no me siento bien.
Ya ha pasado un año más. Esta noche comenzaremos un año nuevo,
pero yo sé que todo seguirá igual. Los mismos problemas,
las mismas preocupaciones, los mismos trabajos...
Y así ¿hasta cuándo?
¡Cuánto desearía poder renovar mi vida desde dentro!
Encontrar en mí una alegría nueva, una fuerza diferente para vivir cada día.
Cambiar, ser mejor conmigo mismo y con todos.
Pero la existencia me dice que no puedo esperar grandes cambios.
Estoy demasiado acostumbrado a un estilo de vida.
Ni yo mismo creo demasiado en mi transformación.
Por otra parte, tú sabes que me dejo arrastrar por la agitación de cada día.
Tal vez por eso no me encuentro casi nunca contigo.
Tú estás conmigo y yo ando perdido en mil cosas.
Si al menos te sintiera como mi mejor amigo...
A veces pienso que eso lo cambiaría todo.
¡Qué alegría si yo tuviera ese especie de temor que no sé de dónde brota,
pero que me distancia tanto de ti...
Señor, graba bien en mi corazón que tú hacia mí
sólo pueden sentir amor y ternura.
Recuérdame desde dentro que tú me aceptas tal como soy,
con mi mediocridad y mi pecado,
y que me quieres incluso aunque no cambie.
Señor, se me va pasando la vida, y a veces pienso que mi gran pecado
es no terminar de creer en ti y en tu amor.
Por eso, esta noche no te pido cosas. Sólo que despiertes mi fe,
lo suficiente para creer que tú estás siempre cerca y me acompañas.
Que a lo largo de este año nuevo no me aleje mucho de ti.
Que sepa encontrarte en mis sufrimientos y mis alegrías.
Entonces tal vez cambiaré. Será un año nuevo.

Evangelio del día, 31 diciembre


Evangelio según San Juan 1,1-18. 
Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. 
Al principio estaba junto a Dios. 
Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe.
En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. 
La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la percibieron. 
Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. 
Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. 
El no era la luz, sino el testigo de la luz. 
La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre. 
Ella estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de ella, y el mundo no la conoció. 
Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron. 
Pero a todos los que la recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios. 
Ellos no nacieron de la sangre, ni por obra de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino que fueron engendrados por Dios. 
Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad. 
Juan da testimonio de él, al declarar: "Este es aquel del que yo dije: El que viene después de mí me ha precedido, porque existía antes que yo". 
De su plenitud, todos nosotros hemos participado y hemos recibido gracia sobre gracia: 
porque la Ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo

Fotos Acampada Navideña 2012

Recién llegados de la XIII Acampada Navideña, publicamos las fotos de este nuevo encuentro de niños y jóvenes que ha tenido lugar en Peñafiel del 27 al 29 de diciembre.
Para ver todas las fotos, pincha en la imagen.
Acampada navideña 2012

25 diciembre 2012

Encarnación


A mi medida.
¡Tan débil como yo,
tan pobre y solo!
Tan cansado, Señor, y tan dolido
del dolor de los hombres!
Tan hambriento del querer de tu Padre (1)
y tan sediento, Señor, de que te beban (2)...
Tú, que eres la fuerza y la verdad,
la vida y el camino;
y hablas el lenguaje de todo lo que existe,
de todo lo que somos.
Sacias la sed, la nuestra y la del campo,
sentado junto al pozo de los hombres.
Arrimas tu hombro cansado a mi cansancio
y me alargas la mano cuando la fe vacila
y siento que me hundo.
Tú, que aprendes lo que sabes,
y aprendes a llorar y a reír como nosotros
Tú, Dios, Tú, hombre,
Tú, mujer, Tú, anciano,
Tú, niño y joven,
Tú, siervo voluntario,
siervo último
siervo de todos...
Tú, nuestro.
Tú, nosotros.
 

Natividad del Señor



 «A Cristo, que por nosotros ha nacido, venid, adorémosle». El Evangelio según san Lucas nos cuenta así lo sucedido: «En aquellos días salió un decreto del emperador Augusto, ordenando hacer un censo del mundo entero, y todos iban a inscribirse, cada cual a su ciudad. También José, que era de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret en Galilea a la ciudad de David, que se llama Belén, para inscribirse con su esposa María, que estaba encinta. Y mientras estaban allí le llegó el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada. En aquella región había unos pastores que pasaban la noche al aire libre, velando por turno su rebaño. Y un ángel del Señor se les presentó y les dijo: "No temáis, os traigo la buena noticia, la gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre". De pronto apareció una legión del ejército celestial que alababa a Dios diciendo: "Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que Dios ama". Cuando los ángeles los dejaron, los pastores fueron corriendo a Belén y encontraron a María y a José y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, les contaron lo que les habían dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que decían los pastores. Y María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón».- Oración A los que celebramos con alegría cristiana el nacimiento de tu Hijo, concédenos, Señor, penetrar con fe profunda en este misterio y amarlo cada vez con amor más entrañable. Te lo pedimos, Padre, por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

¡¡Feliz Navidad!!


En esta noche de Navidad,
podemos abrazar sin miedo toda la realidad de nuestro mundo,
ofreciendo, a la vez, el ruido ensordecedor de todos los actos de destrucción,
de violencia o de odio que agitan el mundo,
y el imperceptible rumor de los innumerables gestos de amor,
de vida compartida, de don de sí, seguros de que nuestro mundo está salvado.
Entonces, en el silencio del corazón de Dios,
contemplaremos maravillados cómo acontece esta fantástica transformación
en la que todo el poder de salvación que contienen esos gestos de amor
se libera y envuelve el mundo con un manto invisible,
como un bálsamo vivificante derramado sobre sus heridas.
Y nuestros labios susurrarán: "Mundo, feliz Navidad..."

Una noche diferente





Por José Antonio Pagola

La Navidad encierra un secreto que, desgraciadamente, escapa a muchos de los que en esas fechas celebran «algo» sin saber exactamente qué. No pueden sospechar que la Navidad ofrece la clave para descifrar el misterio último de nuestra existencia.
Generación tras generación, los seres humanos han gritado angustiados sus preguntas más hondas.
¿Por qué tenemos que sufrir, si desde lo más íntimo de nuestro ser todo nos llama a la felicidad?
¿Por qué tanta frustración? ¿Por qué la muerte, si hemos nacido para la vida?


Las gentes preguntaban. Y preguntaban a Dios, pues, de alguna manera, cuando buscamos el sentido último de nuestro ser estamos apuntando hacia él. Pero Dios guardaba un silencio impenetrable.
En la Navidad, Dios ha hablado. Tenemos ya su respuesta. No nos ha hablado para decirnos palabras hermosas sobre el sufrimiento. Dios no ofrece palabras. «La Palabra de Dios se ha hecho carne». Es decir, más que darnos explicaciones, Dios ha querido sufrir en nuestra propia carne nuestros interrogantes, sufrimientos e impotencia.
Dios no da explicaciones sobre el sufrimiento, sino que sufre con nosotros. No responde al porqué de tanto dolor y humillación, sino que él mismo se humilla. No responde con palabras al misterio de nuestra existencia, sino que nace para vivir él mismo nuestra aventura humana.
Ya no estamos perdidos en nuestra inmensa soledad. No estamos sumergidos en pura tiniebla. Él está con nosotros. Hay una luz. «Ya no somos solitarios, sino solidarios» (Leonardo Boff). Dios comparte nuestra existencia.
Esto lo cambia todo. Dios mismo ha entrado en nuestra vida. Es posible vivir con esperanza. Dios comparte nuestra vida, y con él podemos caminar hacia la salvación. Por eso la Navidad es siempre para los creyentes una llamada a renacer. Una invitación a reavivar la alegría, la esperanza, la solidaridad, la fraternidad y la confianza total en el Padre.
Recordemos las palabras del poeta Angelus Silesius: «Aunque Cristo nazca mil veces en Belén, mientras no nazca en tu corazón estarás perdido para el más allá: habrás nacido en vano».

Evangelio del día, 25 diciembre


Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. 
Al principio estaba junto a Dios. 
Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe. 
En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. 
La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la percibieron. 
Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. 
Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. 
El no era la luz, sino el testigo de la luz. 
La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre. 
Ella estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de ella, y el mundo no la conoció. 
Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron. 
Pero a todos los que la recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios. 
Ellos no nacieron de la sangre, ni por obra de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino que fueron engendrados por Dios. 
Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad. 
Juan da testimonio de él, al declarar: "Este es aquel del que yo dije: El que viene después de mí me ha precedido, porque existía antes que yo". 
De su plenitud, todos nosotros hemos participado y hemos recibido gracia sobre gracia: 
porque la Ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. 
Nadie ha visto jamás a Dios; el que lo ha revelado es el Hijo único, que está en el seno del Padre. 

Navidad


Navidad es un de las grandes fiestas del año cristiano. En Navidad se recuerda el nacimiento de Jesús en Belén.
El nacimiento de Jesús fue una gran noticia para todos los que esperaban la llegada del Mesías. Jesús nació en un sencillo pesebre.
Un ángel anunció a los pastores que había nacido el Niño Dios. Los pastores fueron a verle, a felicitar a María y a José y a ofrecerle lo que ellos tenían y podía serles útil.
Hoy, el nacimiento de Jesús continúa siendo una buena noticia para todas las personas que quieren que todos los hombres y mujeres, todos los niños y niñas del mundo vivan en paz, se quieran y sean felices.
A partir del día de Navidad empieza a prolongarse la luz diurna; día a día hay más horas de luz y la noche se hace más corta. Los cristianos celebran que Jesús ha nacido, la luz que ilumina con fuerza el corazón de los hombres, las mujeres, los niños y las niñas.
La noche anterior al día de Navidad se llama Nochebuena, y los cristianos van a la iglesia a la Misa del Gallo para celebrar el nacimiento de Jesús. Otros van a la celebración el mismo día de Navidad.

24 diciembre 2012

Natividad, de Pagola

Pregón Nochebuena 2012

De Javier Leoz,
Pregón Navideño

Evangelio del día, 24 diciembre


Evangelio según San Lucas 2,1-14. 
En aquella época apareció un decreto del emperador Augusto, ordenando que se realizara un censo en todo el mundo. 
Este primer censo tuvo lugar cuando Quirino gobernaba la Siria. 
Y cada uno iba a inscribirse a su ciudad de origen. 
José, que pertenecía a la familia de David, salió de Nazaret, ciudad de Galilea, y se dirigió a Belén de Judea, la ciudad de David,
para inscribirse con María, su esposa, que estaba embarazada. 
Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre; 
y María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el albergue. 
En esa región acampaban unos pastores, que vigilaban por turno sus rebaños durante la noche. 
De pronto, se les apareció el Angel del Señor y la gloria del Señor los envolvió con su luz. Ellos sintieron un gran temor, 
pero el Angel les dijo: "No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: 
Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor. 
Y esto les servirá de señal: encontrarán a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre". 
Y junto con el Angel, apareció de pronto una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: 
"¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra, paz a los hombres amados por él!". 

23 diciembre 2012

¡Feliz Navidad, amigos!

La Comunidad Franciscana de La Inmaculada 
del Paseo de Zorrilla de Valladolid, 
les desea una 
FELIZ NAVIDAD


Nochebuena, 24 diciembre




Natividad de Jesús



Humor navideño

Un poquito de humor

4º Domingo de Adviento: Jugando también se aprende




Estas son las respuestas al crucigrama:
JUDIT – DÉBORA – EVA – ESTER – RAQUEL – REBECA – MARÍA – ANA – RUT - SARA

Celebrando la Palabra de Dios con niños


Corre, corre caballito

VillancicoCorrecaballito 

Pregón de Navidad



Si dejas a Dios entrar en tu vida, esté como esté...
Si decides amar a los que te rodean, te caigan bien o mal...
Si acoges a los emigrantes como hermanos e iguales...
Si compartes lo que eres y tienes con quienes te necesitan...
Es Navidad, vives la Navidad.

Si dejas a Dios desmantelar tu vida, te guste o no...
Si te tomas tiempo para estar con quienes solos están...
Si te abres al perdón y la reconciliación...
Si aportas luz a quienes andan buscando o perdiéndose...
Es Navidad, vives la Navidad.

Si dejas a Dios cargar las cargas que te hunden...
Si das lo mejor de ti sin hacer ruido y gratuitamente...
Si te aligeras de méritos, normas y compromisos...
Si eliges estar con los que nadie quiere estar...
Es Navidad, vives la Navidad.

Si dejas a Dios ser el sereno de la historia...
Si los rostros anónimos recuperan sus rasgos y nombres...
Si sabes detenerte donde señalan las estrellas...
Si acoges y das toda esa ternura que te llega...
Es Navidad, vives la Navidad.


Si dejas a Dios ser Dios como a él le gusta...
Si en silencio buscas luz, verdad y vida...
Si ningún camino te parece definitivo,
pero en los que eliges buscas su encuentro y rostro...
Es Navidad, vives la Navidad.

Ser felices con lo fundamental


Se cuenta que en el siglo pasado, un turista americano fue a la ciudad de El Cairo, Egipto, con la finalidad de visitar a un famoso sabio. El turista se sorprendió al ver que el sabio vivía en un cuartito muy simple y lleno de libros. Las únicas piezas de mobiliario eran una cama, una mesa y un banco.
- ¿Dónde están sus muebles? -preguntó el turista.
Y el sabio, rápidamente, también preguntó:
- ¿Y dónde están los tuyos...?
- ¿Los míos? -se sorprendió el turista-. ¡Pero si yo estoy solamente de paso!
- Yo también... -concluyó el sabio.
"La vida en la tierra es solamente temporal... Sin embargo, algunos viven como si fueran a quedarse aquí eternamente y se olvidan de ser felices". Y ten en cuenta: Al final de tu vida...
1.- Dios no te preguntará qué modelo de auto usabas; te preguntará a cuánta gente ayudaste.
2.- Dios no te preguntará los metros cuadrados de tu casa; te preguntará a cuánta gente recibiste en ella.
3.- Dios no te preguntará la marca de la ropa en tu armario; te preguntará a cuántos ayudaste a vestirse.
4.- Dios no te preguntará cuán alto era tu sueldo; te preguntará si vendiste tu conciencia para obtenerlo...
5.- Dios no te preguntará cuál era tu título; te preguntará si hiciste tu trabajo bien y con honestidad.
6.- Dios no te preguntará cuántos amigos tenías; te preguntará cuánta gente te consideraba su amigo.
7.- Dios no te preguntará en qué vecindario vivías; te preguntará cómo tratabas a tus vecinos.
8.- A Dios no le importará el color de tu piel; le interesará la pureza de tu alma...
9.- Dios no te preguntará por qué tardaste tanto en buscar la Salvación; te llevará con amor a tu casa en el Cielo.
Recuerda: "El valor de las cosas y los momentos no está en el tiempo que duran, sino en la intensidad con que se viven. Por eso existen momentos maravillosos, inolvidables, cosas inexplicables y personas incomparables".

Bendición de la mesa en la Cena de Nochebuena


Bendice, Señor, nuestra mesa
en esta noche de Luz.
Quienes vamos a cenar
celebrándote sabemos
que la fiesta eres Tú
que nos invitas a nacer siempre de nuevo.
Gracias por el pan y el trabajo,
por la generosidad y la esperanza.
Llena nuestra mesa de fuerza y ternura
para ser personas justas,
llena de paz nuestras vidas
y que la amistad y la gratitud
alimenten el cada día del año.
Tú eres bendición para nosotros,
por eso, en esta noche fraterna,
bendice la tierra toda, bendice nuestros país.
Bendice esta familia y esta mesa.
Bendícenos a cada uno de los que estamos aquí. Amén.

Bendito el fruto de tu vientre


Dicen que nadie supo esperar la llegada del Señor con más ejemplaridad que la Santísima Virgen María. Ella supo hacer hueco en su corazón, …en su mismísimo vientre, al Dios vivo que quiso habitar entre nosotros. ¿Cómo sería esa espera de la Virgen? Suponemos que como la de nuestra madre antes de darnos a luz: una espera llena de alegría, de gozo. María también lo hizo así, sabiendo además que en sus entrañas moraba el mismísimo Dios. Pero ella nunca se creyó más que nadie por esto, sino que supo ser servidora como nadie. En este domingo cuarto de Adviento (ya a las puertas de la Navidad), la figura en la que ponemos nuestra atención al escuchar el Evangelio es precisamente Ella: María. Tras escuchar el anuncio del ángel, la Virgen no se queda “embelesada” en su casa, regocijándose en la alegría de haber sido la elegida de Dios, sino que se pone en camino a ayudar a su prima Isabel, que ya era mayor y esperaba un hijo. Y es en ese encuentro entre las dos primas, cuando oímos de labios de Isabel las palabras que nos hablan de María: “¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!”. ¡Qué hermosas palabras, con las que todos hemos rezado tantas veces, alabando a la Madre del Señor, y Madre nuestra!
“¡Dichosa tú, que has creído!, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá”. Es esa la característica más clara de María: la mujer que se fio de Dios; la mujer que creyó, y que, por eso mismo, esperó. Gracias, María, porque desde tu sencillez te fiaste de los planes de Dios, y entró en nuestra historia el Salvador. Qué bien resume esta idea un conocido y antiguo villancico de mi Alfarnate natal… “…y el que antes era Dios tan solamente, quiso ser hombre también, juntamente. Y siendo Hijo natural del Padre, quiso que fuera María su Madre. ¡Canten los hombres con alegría; las alabanzas oye María!...” Que la Madre de nuestro Señor sea siempre para nosotros ejemplo de vida, de escucha de la Palabra, y de servicio a los hermanos. ¡Feliz domingo y… Feliz Navidad del Señor!
J. Javier García

Evangelio del día, 23 diciembre

Evangelio según San Lucas 1,39-45.
En aquellos días, María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá.
Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: "¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor". 

22 diciembre 2012

Evangelio del día, 22 diciembre


Evangelio según San Lucas 1,46-56. 
María dijo entonces: "Mi alma canta la grandeza del Señor, 
y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador, 
porque el miró con bondad la pequeñez de tu servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz, 
porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es santo! 
Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que lo temen. 
Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón. 
Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes. 
Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías. 
Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia, 
como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y de su descendencia para siempre". 
María permaneció con Isabel unos tres meses y luego regresó a su casa. 

21 diciembre 2012

Evangelio del día, 21 diciembre


Evangelio según San Lucas 1,39-45. 
En aquellos días, María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. 
Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. 
Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, 
exclamó: "¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! 
¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? 
Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. 
Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor". 

20 diciembre 2012

Reflexión 4º Domingo de Adviento

Reflexión 4º Domingo de Adviento

Reflexión 4º Domingo de Adviento

Evangelio del día, 20 diciembre


Evangelio según San Lucas 1,26-38. 
En el sexto mes, el Angel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, 
a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María. 
El Angel entró en su casa y la saludó, diciendo: "¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo". 
Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo. 
Pero el Angel le dijo: "No temas, María, porque Dios te ha favorecido. 
Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; 
él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, 
reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin". 
María dijo al Angel: "¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?". 
El Angel le respondió: "El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios. 
También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes, 
porque no hay nada imposible para Dios". 
María dijo entonces: "Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho". Y el Angel se alejó. 

19 diciembre 2012

Iglesia en Valladolid. 2ª quincena de diciembre


Reflexión: Despacito... No hagáis ruido

Angelines, colaboradora de la Parroquia de La Inmaculada, nos envía esta presentación: "Despacito... No hagáis ruido".

Oración Mensual Red asís. Diciembre 2012



Evangelio del día, 19 diciembre

Evangelio según San Lucas 1,5-25. 
En tiempos de Herodes, rey de Judea, había un sacerdote llamado Zacarías, de la clase sacerdotal de Abías. Su mujer, llamada Isabel, era descendiente de Aarón. 
Ambos eran justos a los ojos de Dios y seguían en forma irreprochable todos los mandamientos y preceptos del Señor. 
Pero no tenían hijos, porque Isabel era estéril; y los dos eran de edad avanzada. 
Un día en que su clase estaba de turno y Zacarías ejercía la función sacerdotal delante de Dios, 
le tocó en suerte, según la costumbre litúrgica, entrar en el Santuario del Señor para quemar el incienso. 
Toda la asamblea del pueblo permanecía afuera, en oración, mientras se ofrecía el incienso. 
Entonces se le apareció el Angel del Señor, de pie, a la derecha del altar del incienso. 
Al verlo, Zacarías quedó desconcertado y tuvo miedo. 
Pero el Angel le dijo: "No temas, Zacarías; tu súplica ha sido escuchada. Isabel, tu esposa, te dará un hijo al que llamarás Juan. 
El será para ti un motivo de gozo y de alegría, y muchos se alegrarán de su nacimiento, 
porque será grande a los ojos del Señor. No beberá vino ni bebida alcohólica; estará lleno del Espíritu Santo desde el seno de su madre, 
y hará que muchos israelitas vuelvan al Señor, su Dios. 
Precederá al Señor con el espíritu y el poder de Elías, para reconciliar a los padres con sus hijos y atraer a los rebeldes a la sabiduría de los justos, preparando así al Señor un Pueblo bien dispuesto". 
Pero Zacarías dijo al Angel: "¿Cómo puedo estar seguro de esto? Porque yo soy anciano y mi esposa es de edad avanzada". 
El Angel le respondió: "Yo soy Gabriel , el que está delante de Dios, y he sido enviado para hablarte y anunciarte esta buena noticia. 
Te quedarás mudo, sin poder hablar hasta el día en que sucedan estas cosas, por no haber creído en mis palabras, que se cumplirán a su debido tiempo". 
Mientras tanto, el pueblo estaba esperando a Zacarías, extrañado de que permaneciera tanto tiempo en el Santuario. 
Cuando salió, no podía hablarles, y todos comprendieron que había tenido alguna visión en el Santuario. El se expresaba por señas, porque se había quedado mudo. 
Al cumplirse el tiempo de su servicio en el Templo, regresó a su casa. 
Poco después, su esposa Isabel concibió un hijo y permaneció oculta durante cinco meses. 
Ella pensaba: "Esto es lo que el Señor ha hecho por mí, cuando decidió librarme de lo que me avergonzaba ante los hombres". 

18 diciembre 2012

Evangelio 4º Domingo de Adviento

Salmo 4º Domingo de Adviento

Reflexión 4º Domingo de Adviento

Reflexión: ¡Alegraos!

¡Alegraos!


El Señor está cerca. En este domingo, llamado por la tradición católica "domingo gaudete" (alegraos), nos situamos entre la proximidad de la Navidad del Señor, y la siempre necesaria preparación par ala última venida de Cristo al final de los tiempos. Y siempre sin miedos; con gozo, con alegría. Ese esperar nunca es cruzados de brazos -lo hemos dicho ya muchas veces-. La espera del cristiano es una espera activa; es vivir ensanchando los caminos del Señor, allanándolos -como decíamos el domingo pasado- para que el Señor no encuentre muchos baches y estorbos al querer venir a nosotros. El necesario cambio de vida es fundamental (la conversión). En el Evangelio que hoy escuchamos en la Misa, Juan el Bautista responde a las preguntas que algunos le hacen sobre esa conversión, con ejemplos muy prácticos: "El que tenga dos túnicas que se las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo. (...) No hagáis extorsión a nadie, ni os aprovechéis con denuncias". Y es que, cambiar de vida no es algo que queda en un mero sentimentalismo, o en cositas secundarias, sino que debe ser algo palpable en la vida cotidiana. La conversión nos hace vivir con los pies en la tierra, en la espera gozosa del Señor.
En los próximos días vamos a celebrar una de las principales fiestas del año cristiano: el Nacimiento del Salvador. Esperamos a un Jesús que -en palabras del Bautista- es el que "nos bautizará con Espíritu Santo y fuego". Son días importantes para nuestra fe. Por eso, escuchando hoy las palabras del Bautista en el Evangelio ("El que tenga dos túnicas que las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo"), vayamos preparando ya la Navidad. Que este año, en estos tiempos difíciles para muchas familias, sea una Navidad verdaderamente sencilla y verdadera, en la que dejemos lugar al compartir con los hermanos. Sólo así será la verdadera Navidad del Señor. ¡Alegrémonos! ¡El Señor está cerca!
José Javier García