30 septiembre 2012

San Francisco de Asís: La Perfecta Alegría



Seguimos publicando en el Blog material sobre Francisco de Asís, cuya fiesta celebraremos los Franciscanos, el próximo Jueves día 4 de octubre. Esta vez os dejamos "La perfecta Alegría".

Cierto día el bienaventurado Francisco, estando en Santa María, llamó al hermano León y le dijo:
- Hermano León, escribe:
Este le respondió:
- Ya estoy listo.
- Escribe -le dijo- cuál es la verdadera alegría:
Llega un mensajero y dice que todos los maestros de París han venido a la Orden. Escribe: "No es verdadera alegría".
Y también que han venido a la Orden todos los prelados ultramontanos, arzobispos y obispos; que también el rey de Francia y el rey de Inglaterra. Escribe: "No es verdadera alegría".
Igualmente, que mis hermanos han ido a los infieles y han convertido a todos ellos a la fe. Además, que he recibido yo de Dios una gracia tan grande, que curo enfermos y hago muchos milagros. Te digo que en todas estas cosas no está la verdadera alegría.
- Pero ¿cuál es la verdadera alegría?
- Vuelvo de Perusa y, ya de noche avanzada, llego aquí; es tiempo de invierno, todo está embarrado y el frío es tan grande, que en los bordes de la túnica se forman carámbanos de agua fría congelada que hacen heridas en las piernas hasta brotar sangre de las mismas.
Y todo embarrado, helado y aterido, me llego a la puerta; y, después de estar un buen rato tocando y llamando, acude el hermano y pregunta:
- ¿Quién es?
Yo respondo:
- El hermano Francisco.
Y el dice:
- Largo de aquí. No es hora decente para andar de camino. Aquí no entras.
Y, al insistir yo de nuevo, contesta:
- Largo de aquí. Tú eres un simple y un paleto. Ya no vas a venir con nosotros. Nosotros somos tantos y tales, que no te necesitamos.
- Y yo vuelvo a la puerta y digo:
- Por amor de Dios, acogedme por esta noche.
Y él responde:
- No me da la gana. Vete donde están los mendigos y pide allí.
Te digo: si he tenido paciencia y no he perdido la calma, en esto está la verdadera alegría, y también la verdadera virtud y el bien del alma.