16 septiembre 2012

Evangelio del día y reflexión, 16 de septiembre




Evangelio según San Marcos 8, 27-35
Profesión de fe de Pedro
Salió Jesús con sus discípulos hacia los poblados de la región de Cesarea de Filipo, y por el camino hizo esta pregunta a sus discípulos: "¿Quién dicen los hombres que soy?" Ellos les respondieron: "Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que uno de los profetas." Él les preguntó: "Pero vosotros, ¿quién decís que soy?" Pedro le contestó: "Tú eres el Cristo". Entonces les ordenó enérgicamente que a nadie hablaran acerca de él.

Primer anuncio de la Pasión
Jesús comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas; que le matarían y que resucitaría a los tres días.
Hablaba de esto abiertamente. Pedro se lo llevó aparte y se puso a reprenderle. Pero él, volviéndose y mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro, diciéndole: "¡Quítate de mi vista, Satanás!, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres".
Condiciones para seguir a Jesús
Llamando a la gente a la vez que a sus discípulos, les dijo: "Si alguno quiere venir en pos de mí, níeguese a sí mismo, tome su cruz y sígame".

Compartiendo la Palabra: 
Por José Antonio Pagola

Tomar en serio a Jesús
El episodio de Cesarea de Filipo ocupa un lugar central en el evangelio de Marcos. Después de un tiempo de convivir con él, Jesús hace a sus discípulos una pregunta decisiva: "¿Quién decís que soy yo?". En nombre de todos, Pedro le contesta sin dudar: "Tú eres el Mesías". Por fin parece que todo está claro. Jesús es el Mesías enviado por Dios y los discípulos lo siguen para colaborar con él.
Jesús sabe que no es así. Todavía les falta aprender algo muy importante. Es fácil confesar a Jesús con palabras, pero todavía no saben lo que significa seguirlo de cerca compartiendo su proyecto y su destino. Marcos dice que Jesús "empezó a instruirlos". No es una enseñanza más, sino algo fundamental que los discípulos tendrán que ir asimilando poco a poco.
Desde el principio les habla "con toda claridad". No les quiere ocultar nada. Tienen que saber que el sufrimiento lo acompañará siempre en su tarea de abrir caminos al reino de Dios. Al final, será condenado por los dirigentes religiosos y morirá ejecutado violentamente. Sólo al resucitar se verá que Dios está con él.
Pedro se rebela ante lo que está oyendo. Su reacción es increíble. Toma a Jesús consigo y se lo lleva aparte para "increparlo". Había sido el primero en confesarlo como Mesías. Ahora es el primero en rechazarlo. Quiere hacer comprender a Jesús que lo que está diciendo es absurdo. No está dispuesto a que siga ese camino. Jesús ha de cambiar esa manera de pensar.
Jesús reacciona con una dureza desconocida. De pronto ve en Pedro los rasgos de Satanás, el tentador del desierto que busca apartar a las personas de la voluntad de Dios. Se vuelve de cara a los discípulos e increpa literalmente a Pedro con estas palabras:"Ponte detrás de mí, Satanás": vuelve a ocupar tu puesto de discípulo. Deja de tentarme. "Tú piensas como los hombres, no como Dios".
Luego llama a la gente y a sus discípulos para que escuchen bien sus palabras. Las repetirá en diversas ocasiones. No las han de olvidar jamás. "El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y que me siga".
Seguir a Jesús no es obligatorio. Es una decisión libre de cada uno. Pero hemos de tomar en serio a Jesús. No bastan confesiones fáciles. Si queremos seguirlo en su tarea apasionante de hacer un mundo más humano, digno y dichoso, hemos de estar dispuestos a dos cosas. Primero, renunciar a proyectos o planes que se oponen al reino de Dios. Segundo, aceptar los sufrimientos que nos pueden llegar por seguir a Jesús e identificarnos con su causa.