17 marzo 2012

Reflexión: IV Domingo de Cuaresma. Despedida diferente


 


Por José Antonio Pagola
Los médicos no le ocultaron la verdad. El diálogo que mantuvo con uno de ellos al despertar de la operación fue breve, pero claro: «¿Habéis podido hacer algo?» «No.» «¿Será doloroso?» «No necesariamente.» «¿Será un proceso largo?» «No.» Desde ese momento, Antonio, sabía que le quedaba muy poco tiempo de vida.
No es fácil hablar con un hombre que conoce ya su final. Todo se vuelve más serio. No se puede conversar ligeramente sobre cualquier cosa. Con Antonio me resultó diferente. Era él quien hablaba con paz de su muerte ya próxima. «José, ahora tengo que vivir lo que tantas veces he predicado a otros.» Cuando entré en su habitación, estaba siguiendo en el televisor la transmisión de la misa dominical, pero él lo veía ya todo con ojos diferentes: «Cuántas cosas decimos los cristianos. Lo importante no es hablar sino creer.»
Los médicos acertaron en su pronóstico. La vida de Antonio se fue apagando en pocas semanas. Llegado el momento, quiso recibir el sacramento de la unción y despedirse de esta vida confesando su fe en el Dios vivo de Jesucristo. Difícilmente olvidaré la tarde de ese siete de febrero. Antonio, incorporado sobre el lecho; a su alrededor, sus familiares, amigos y sacerdotes. Aquello no era un rito forzado, realizado de forma precipitada y nerviosa en los últimos instantes. Era una celebración honda de fe en la que todos orábamos y cantábamos acompañando al enfermo. Sigue leyendo...