25 enero 2012

Evangelio del día y reflexión, 25 enero




Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 16, 15-18

Jesús resucitado se apareció a los Once y les dijo:

«Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación. El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará.
Y estos prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán a los demonios en mi Nombre y hablarán nuevas lenguas; podrán tomar a las serpientes con sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre los enfermos y los sanarán».
Compartiendo la Palabra
Por Dominicos.org

Celebramos en este miércoles 25 de enero, la conversión de San Pablo. Curiosamente solo de San Pablo celebramos su conversión. Del resto de los santos celebramos su día, su fiesta… pero de San Pablo celebramos su fiesta el 29 de junio, junto con San Pedro, y su conversión en este miércoles. Además, con esta fiesta cerramos la semana de oración por la unidad de los cristianos.

Se nos ofrece una elección para la primera lectura. Ambas opciones nos cuentan el relato de la conversión de San Pablo. Yo voy a elegir el relato de Hch 9.

En el relato de Hch 9, 1-22 encontramos narrados los hechos que acompañaron al momento de la conversión, “de la caída” de San Pablo y de la escucha de la voz del Señor diciendo: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?. Muchas predicadores presentan la conversión de San Pablo como un momento en el que Pablo pasó de una vida equivocada, errónea, inmoral a una vida moral. Otros presentan la conversión de San Pablo como el paso de la fe judía a la fe verdadera. La conversión de San Pablo no tiene nada que ver con estas interpretaciones. Si leemos con atención el pasaje encontramos los ingredientes de una conversión:

Una luz que no nos deja continuar nuestra vida en su devenir cotidiano. Una luz que nos impacienta en la conciencia. Una luz que interrumpe, que para, la forma habitual de acercarnos a la realidad, de ver el mundo, de interpretar nuestra vida….Una luz cegadora que pone nuestra propia vida delante de nosotros mismos para que la contemplemos.
La conversión implica, a continuación, un momento de turbación, de incomprensión, de no saber, no entender… junto con un deseo ardiente de comprender lo que nos ha pasado, de saber porqué, las causas… Un momento de lucha buscando la razón de lo que nos ha pasado.
Y siempre una causa segunda, como decía Tomás de Aquino, una persona, Alguien que nos ayuda a comprender por nosotros mismo qué es lo que nos ha pasado.
Por tanto, una conversión es una llamada de Dios a una persona, la cual no entiende, no es capaz de ver lo que está pasando, pero, al mismo tiempo, la persona desea buscar un porqué para conocer qué ha pasado en su vida. Por ello, me parece interesantísimo el papel fundamental que juega Ananías que, en el relato, representa a toda la Iglesia. Ananías nos da claves para saber cuál es la tarea de la Iglesia: hacer descubrir a las personas de nuestro alrededor por si mismas que Dios está actuando ya en sus vidas. Esta es la tarea predicadora de la Iglesia.

La conversión de San Pablo, por tanto, es una llamada personal de Dios. Dios no llama para pasar de lo inmoral a lo moral, sino que llama a la puerta de la vida de las personas para establecer una relación personal que se irá desarrollando, creciendo, ahondando… como todas las relaciones.

La semana de oración por la unidad de los cristianos se cierra con la celebración de esta fiesta. ¿Por qué? Porque la unidad requiere una conversión. La unidad tanto dentro de la Iglesia Católica como entre las iglesias cristianas, requiere la conversión personal y, como consecuencia, de las instituciones. Esta conversión, en pro de la unidad, es al mismo tiempo: regalo de Dios, gracia de Dios, y esfuerzo humano.

Por último, en el pasaje evangélico encontramos en final del Evangelio de Marcos. Marcos al final de su Evangelio quiere animar a todos los creyentes a tomar en serio, con responsabilidad, nuestra tarea en la expansión de la fe en Jesucristo. Nada nos puede achicar frente a las dificultades de predicar el Evangelio. Esta es la fuerza que nos quiere transmitir Marcos: No os achiquéis; es más creceos cuando prediquéis.

Fray José Rafael Reyes González
Convento de San Clemente - Roma