13 noviembre 2011

Reflexión





En poco tiempo hemos visto hundirse entre nosotros ideales sociales y religiosos que sólo hace unos años despertaban la generosidad y entrega de hombres y mujeres. Las nuevas generaciones difícilmente encuentran causas nobles por las que merezca la pena luchar. Mejor es vivir el presente intensamente exprimiéndole el máximo placer. Al mismo tiempo, valores tan importantes como la familia, la autoridad, la tradición, el magisterio de la iglesia, han quedado oscurecidos o se han debilitado profundamente en la conciencia de muchos. El desconcierto se ha hecho todavía mayor al caer por los suelos normas concretas de comportamiento y leyes de conducta que hace unos años eran todavía intocables. La crisis ha provocado en muchos una sensación de vértigo, vacío y desorientación. No pocos se preguntan con inquietud: ¿Ha cambiado la moral? ¿Ya no hay pecado? ¿Hemos vivido equivocados hasta ahora? ¿Cuándo volverán de nuevo los tiempos pasados? Sigue leyendo...