31 octubre 2011

Evangelio del día, 31 de octubre




Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 14, 1.12-14

Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los principales fariseos. Ellos lo observaban atentamente. Jesús dijo al que lo había invitado: «Cuando des un almuerzo o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos, no sea que ellos te inviten a su vez, y así tengas tu recompensa. Al contrario, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los paralíticos, a los ciegos. ¡Feliz de ti, porque ellos no tienen cómo retribuirte, y así tendrás tu recompensa en la resurrección de los justos! »
Compartiendo la Palabra
Por Fernando Prado, cmf

Es fácil amar lo amable. Lo difícil es amar lo que nadie ama. Dar sin esperar a recibir, en medio de una cultura en el que a veces da la sensación de que el único desprendimiento que hay es el “desprendimiento de retina”, resulta incluso contracultural. Y no sé porqué, pero hay algo en esa gratuidad que recuerda al Evangelio. Quizá por este camino se halle la respuesta a la nueva evangelización. Es tiempo de una nueva forma de vivir, o de una forma de vivir nueva, renovada, que rompe la lógica a la que nos vamos acostumbrando. Es la novedad que introduce la gratuidad, que, lejos de buscar el mayor beneficio para uno mismo, busca el beneficio de todos y recrea todas las cosas. Hoy el Señor te hace una propuesta concreta: acércate a los pobres, a los que nadie ama, gratuitamente, sin esperar nada a cambio. Déjate sorprender por la fuerza del amor que desencadena tu gesto. Hay mucha gente esperando que alguien como tú les ame, les haga un guiño, una señal de que les quieres y te importan. Puede ser una palabra; tal vez un pequeño saludo, una sonrisa, una carantoña; quizá una moneda, un “te quiero”, una mirada cómplice en medio de algunos sufrimientos; una invitación a café, un “¿qué tal?”, una llamada; un mensaje de texto, un email, una postal… quizá un pequeño “me gusta” en el facebook. Eres capaz de hacer feliz a mucha más gente que la que te imaginas y de mostrar que eres capaz de ser gratuitamente contracultural. Tan solo acepta la invitación y sal un poco de ti; hazlo con generosidad, sin esperar nada a cambio.