21 mayo 2011

V Domingo de Pascua: Reflexión



Por José Antonio Pagola
V Domingo de Pascua (Jn 14,1-12) - Ciclo A

ESTO que vivo yo es fe?, ¿cómo se hace uno más creyente?, ¿qué pasos hay que dar? Son preguntas que escucho con frecuencia a personas que desean hacer un recorrido interior hacia Jesucristo pero no saben qué camino seguir. Cada uno ha de escuchar su propia llamada, pero a todos nos puede hacer bien recordar cosas esenciales. Creer en Jesucristo no es tener una opinión sobre él. Me han hablado muchas veces de él; tal vez, he leído algo sobre su vida; me atrae su personalidad; tengo una idea de su mensaje. No basta. Si quiero vivir una nueva experiencia de lo que es creer en Cristo, tengo que movilizar todo mi mundo interior. Es muy importante no pensar en Cristo como alguien ausente y lejano. No quedarnos en «el niño de Belén», el «Maestro de Galilea» o «el crucificado del Calvario». No reducirlo tampoco a una idea o un concepto. Cristo es una «presencia viva», alguien que está en mi vida y con quien puedo comunicarme en la experiencia de cada día. No pretendas imitarle rápidamente. Antes, es mejor penetrar en una comprensión más intima de su persona. Dejarnos seducir por su misterio. Captar el espíritu que le hace vivir de una manera tan humana. Intuir la fuerza de su amor al ser humano, su pasión por la vida, su ternura hacia el débil, su confianza total en la salvación de Dios. Un paso decisivo es leer los evangelios para buscar personalmente la verdad de Jesús. No hace falta saber mucho para entender su mensaje. No es necesario dominar las técnicas más modernas de interpretación. Lo decisivo es ir al fondo de esa vida desde mi propia experiencia. Guardar sus palabras dentro del corazón. Alimentar el gusto de la vida con su fuego. Leer el evangelio no es exactamente encontrar «recetas»para vivir. Es otra cosa. Es experimentar que, viviendo como él, se puede vivir de manera diferente, con libertad y alegría interior. Los primeros cristianos vivían con esta idea: ser cristiano es «sentir como sentía él» (Fil 2,5); «revestirse de Cristo» (Gal 3,27), reproducir en nosotros su vida. Esto es lo esencial. Entonces entiende el creyente desde dentro las palabras de Cristo y las hace suyas: «Tú eres para mi el camino, la verdad y la vida» (Jn 14,6)

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja tu comentario