08 mayo 2011

Hermosa reflexión

Josema, de Bilbao, habitual seguidor de nuestro Blog, nos envía esta reflexión personal:
Sobre un Acuario, el Corazón y el Amor.
Desde hace una temporada, tenemos en la oficina un acuario con peces varios y se ha convertido en el entretenimiento de todos los compañeros y compañeras. La verdad es que da su trabajito mantenerlo, aunque tenemos un compañero muy aficionado a estas cosas y se encarga de ello. 
El otro día, hablando con él, me comento que estas especies de peces para acuarios, se adaptan al tamaño del acuario y crecen más o menos en función del volumen disponible. Este dato me llamó mucho la atención y llevo varios días pensando en un paralelismo que creo que se puede aplicar entre un acuario y el corazón.
Tradicionalmente hemos establecido una relación entre el corazón (como símbolo) y la capacidad de amar, bien afectivamente o fraternalmente.

Así decimos que una persona bondadosa o entregada a los demás tiene un gran corazón, o un corazón que no le cabe en el pecho e incluso, un corazón de oro. Por el contario de una persona egoísta o mala en general decimos que tiene el corazón de hielo, o como una piedra e incluso que no tiene corazón.
En la tradición católica se ha utilizado mucho el binomio corazón y amor para transmitir valores de fraternidad y entrega hacia los demás sin esperar nada a cambio. Es claro que ese símbolo del Corazón como contenedor del Amor está ampliamente aceptado.  Así tenemos ejemplos como pueden ser El Corazón de Jesús o el Corazón de María, ampliamente difundidos en nuestra tradición.
Por lo tanto podemos establecer el paralelismo, como figura pedagógica, del acuario con el corazón. Si con acuario pequeño, peces pequeños; con corazón pequeño, amor pequeño. Por el contrario, acuario grande, peces grandes y en consecuencia corazón grande,  amor grande.

Pero hay una gran diferencia en esta comparación que es esencial. Los peces no pueden alterar el tamaño del acuario, por mucho que se apliquen. En cambio, el amor recibido si puede alterar el tamaño del corazón, y transformarnos. El problema es que el amor no es un paquete que se puede medir y pesar, no es tangible, aunque si se nota.
Y dios nos manda, todos los días,  “paquetes” a través de su hijo Jesús. Solo hay que tener el corazón un poquito abierto y seguro que irá haciendo su trabajo en nosotros y transformando nuestro Corazón.
Recordad: Corazón pequeño, pez pequeño. Acuario grande, Amor grande. (O algo así).

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